La Constitución

El Instituto en el que trabajo organizó un pequeño acto para conmemorar el 39 aniversario de la Constitución Española el pasado 5 de diciembre. También, ese mismo día, dediqué la sesión semanal de tutoría con mis alumnos de 1º de ESO a hablar de la Constitución, de sus artículos y del significado de términos como democracia o derechos ciudadanos. Lo llamativo es que esos actos y actividades se hicieron “de forma voluntaria” por parte del centro y de los tutores que lo decidimos, ya que no hay ninguna obligación de hablar ni tratar de la Constitución en la actual legislación educativa. La Consejería de Educación de la Región de Murcia publicó en el Boletín Oficial de la Comunidad Autónoma una Resolución en la que “recomendaba” a los Centros una serie de actividades con motivo de la celebración del Día de la Constitución. No podía hacer otra cosa que “recomendar”, porque no tiene potestad legal para hacer obligatorio de forma extraordinaria algo que no está en el currículo escolar de forma ordinaria.

Creo que resulta especialmente llamativo, yo diría que especialmente grave, que esta situación esté ocurriendo en España. Cuando hay un consenso generalizado sobre el desapego que la juventud experimenta muchas veces hacia los valores cívicos, sobre su desentendimiento o banalización de lo que supone haber recuperado la democracia en nuestro país, y mantenerla durante el mayor periodo de su historia, la legislación educativa no puede dejar al voluntarismo de centros educativos y docentes tratar un tema en el que nos jugamos tanto.

El tratamiento en el currículo escolar de un asunto como la Constitución está directamente ligado al debate sobre la conveniencia de reintroducir en el currículo la asignatura de Educación para la Ciudadanía

El tratamiento en el currículo escolar de un asunto como la Constitución está directamente ligado al debate sobre la conveniencia de reintroducir en el currículo la asignatura de Educación para la Ciudadanía. Digo reintroducir, porque, como es sabido, esa asignatura estuvo presente con la LOE (ley educativa del gobierno socialista) y desapareció con la LOMCE (ley educativa del gobierno popular). Ese es, posiblemente, el mayor mal de la Educación en España, que cada gobierno que llega deroga la anterior ley educativa e introduce la suya. De ahí vienen muchos de los problemas de nuestro sistema educativo, que vemos machaconamente repetidos en los medios de comunicación: abandono escolar temprano, malos resultados en las pruebas PISA, etc.

La asignatura fue un arma arrojadiza entre la izquierda y la derecha ideológicas y políticas de nuestro país

La asignatura de Educación para la Ciudadanía tuvo una corta vida. Fue el primer intento de que en las escuelas e Institutos se tratasen de una forma normalizada los valores ciudadanos, los derechos humanos, o la propia Constitución. Sin embargo, como otras tantas veces con otros temas, la asignatura fue un arma arrojadiza entre la izquierda y la derecha ideológicas y políticas de nuestro país. Y fue objeto de una instrumentalización que anunciaba su corta vigencia en la legislación educativa.

El Partido Popular tuvo la idea de suprimir Educación para la Ciudadanía en la LOMCE y poner una asignatura alternativa a la Religión Católica, Valores Éticos se llama, justificando que con esa asignatura se tratarían los aspectos que contemplaba Educación para la Ciudadanía. Además de la conveniencia, o no, de que en los centros públicos haya asignaturas que enseñen una religión, ese es tema para otro artículo, la postura del PP de ofrecer esos temas dentro de una asignatura “alternativa”, pone de manifiesto la escasa importancia que le otorga, ya que no se introducen en una asignatura que tengan que dar todos los alumnos.

En los sistemas educativos europeos, bajo distintas denominaciones y modelos, existe desde hace años un tipo de área y materia que aborda los mismos temas que tuvo Educación para la Ciudadanía aquí

En los sistemas educativos europeos, bajo distintas denominaciones y modelos, existe desde hace años un tipo de área y materia que aborda los mismos temas que tuvo Educación para la Ciudadanía aquí. En unos países como Bélgica, Suecia, Italia y Alemania esta materia es transversal; y en otros, como Francia e Inglaterra, es una materia específica en la secundaria; pero en todos esos países es un tema al que las autoridades educativas prestan mucho interés. Yo me inclinaría por el modelo francés, sin ninguna duda. De cualquier modo, la idea nuclear era que esos temas debían impregnar de modo transversal todo el sistema educativo. Los valores constitucionales, como resumen de todos ellos, deberían estar ya incluidos en el currículo escolar de España.

Y esta idea no era ninguna novedad ni esnobismo en el panorama educativo español, sino que deriva de la mejor tradición educativa y moral de nuestro país: la de la Institución Libre de Enseñanza

Y esta idea no era ninguna novedad ni esnobismo en el panorama educativo español, sino que deriva de la mejor tradición educativa y moral de nuestro país: la de la Institución Libre de Enseñanza (1876). Su fundador, Francisco Giner de los Ríos, Catedrático de Filosofía del Derecho en la Universidad de Madrid, tuvo siempre una idea de la educación vinculada a la ciudadanía, a los valores morales y a la regeneración cultural, política y moral de los ciudadanos españoles. Su filosofía de la educación, basada en los ideales de una ética laica, de valores como la libertad, la igualdad y la justicia fue el principal elemento inspirador de Educación para la Ciudadanía.

La idea de tolerancia positiva, de la neutralidad del Estado ante las religiones y su aprecio por todas las tradiciones morales y religiosas siguen siendo lo que ya fue en la vida y obra de los institucionistas, el mejor antídoto contra el fanatismo, la xenofobia, la intolerancia y la violencia que amenaza a las democracias modernas.

Lo cierto es que a día de hoy, al país le falta un compromiso de educar en el civismo, en los derechos y en las libertades a todos los ciudadanos con independencia de la moral y la religión. Fernando Savater, firme defensor de Educación para la Ciudadanía apuesta por la educación como «arma de defensa de la democracia» y reclama la asignatura de ‘Educación para la Ciudadanía’ como «obligatoria para todos» a pesar de que «lamentablemente no se ha logrado encajarla en los planes de estudio» y es «fundamental» para fomentar la aceptación de que «hay opiniones diferentes y diversas» pero que, debajo de ello, hay un «fondo común que hay que respetar».

Claro que, como en muchos otros temas, una de los principales obstáculos con los que se encuentran las medidas legislativas educativas en España, tiene que ver con la oposición de los gobiernos de Comunidades Autónomas gobernadas por partidos nacionalistas, que, de forma continua, dificultan que las normativas estatales se apliquen en sus territorios. Un problema que se resolvería si el Estado tuviese las competencias de Educación en sus manos.

Ahora que en el Congreso de los Diputados parece que hay acuerdo para establecer una reforma educativa a través de un gran pacto duradero, la enseñanza en los centros educativos de la Constitución y de todos los valores que representa, debe ser una tarea prioritaria. Necesitamos que la cultura democrática, de la tolerancia, del respeto a los derechos humanos y de la solidaridad se instale en nuestra juventud como la única receta que puede asegurar que, por encima de legítimas disputas políticas e ideológicas, se establezca como pilar básico de convivencia, que, en cualquier sociedad civilizada y democrática, debe estar fuera de toda discusión.