Sábado cuatro de enero de 2020, envolvía los últimos regalos para la Noche de Reyes con el atípico debate de investidura puesto de fondo. Sin espíritu navideño, un poco como el Grinch que quiere robar la Navidad. Tal vez es que yo no sea el Grinch, tal vez, por seguir con la infantil analogía, Sánchez sea el personaje verde y ambicioso que nos quiere robar la España democrática y constitucionalista que hemos conocido hasta hoy.
“Exaltada” me dirán, bueno, para alguien que habitualmente escucha “facha”, “española de mierda”, “puta española” o, más sencillo, “mujer tenías que ser”, es una nimiedad. Ojalá esta legislatura no sea más que una prolongación rancia y decadente del último año. La suma que sostiene el Gobierno no es una suma que vaya a aportar grandes medidas reformistas, progresistas, “de izquierdas”, de la gente para la gente, derechos humanos y libertades para todes. Tal vez no pase nada, ni exudemos progresismo por todos los poros de nuestra piel porque el único objetivo de la mezcla frankestoide de gobierno era alcanzar el poder. Et voilà.
“Nadie va a romper España y nadie va a quebrar la Constitución. Aquí lo que se va a romper es el bloqueo al Gobierno progresista.” ¿Se imaginan a cualquier político europeo empezar así un discurso de investidura? A mí ya me lo decían de pequeña excusatio non petita accusatio manifesta. ¿Me podría explicar el Sr. Sánchez como no se va a quebrar la Constitución si su gobierno es sostenido por quienes de manera directa y frontal rechazan al Estado, sus símbolos y normas? Tal vez necesite papel y boli para hacerme un esquemita, porque no lo acabo de entender.
EH Bildu tiene muchas cosas malas, terribles, pero hay que admitir que sinceros son un rato largo
EH Bildu tiene muchas cosas malas, terribles, pero hay que admitir que sinceros son un rato largo. Siguiendo con otra frase célebre, decía hace no mucho Oscar Matute que “es de sobra conocido que EH Bildu no tiene sentido de Estado español”. El problema del Sr. Sánchez igual es que miente tanto que no intuye una verdad ni teniéndola delante. Y el problema de todos los españoles es que al Sr. Sánchez le da igual que EH Bildu no tenga sentido de Estado español, de la misma manera que le da igual que sus homólogos catalanes sufran la misma dolencia, y desde luego le “importa un comino”, que diría la enviada de Dios a la Tierra, la señora Bassa (ERC), que su único objetivo sea romper España. Que sea ingobernable.
“Cuarenta años después siguen sin rechazar el franquismo”, repite como un mantra la diputada Lastra, es totalmente falaz y ella lo sabe. No queda nadie en nuestro Congreso de los Diputados que no rechace el franquismo, hemos disfrutado cuarenta años de consenso constitucional, libertades y garantías para todos los ciudadanos. Sin embargo, siguen residiendo en el Congreso quienes no condenan el terrorismo de ETA. “Un matonismo que no se había visto en España desde hace 40 años”, insiste, y eso que Asturias queda muy cerca del País Vasco. “Matonismo”, palabra antigua que ha sido actualizada por el anglicismo bullying, “terrorismo” es mucho más reciente pero parece que no la contempla en su vocabulario. En el ínterin, los independentistas jactándose de que son ellos quienes “quitan y ponen” presidentes del Estado Español.
Nos va a quedar una Memoria Histórica bonita.
Igual soy yo, que les estoy mal interpretando y en realidad es todo más sencillo. Si ya lo dijo Carmen Calvo tras el acuerdo PSOE-Bildu en Navarra “nuestro adversario natural es el Partido Popular”. Chimpún.
“Adversario”, como me chirria esa palabra viniendo de la máxima defensora del lenguaje inclusivo en nuestro país. Qué inclusión más extraña cuando consideras a otro partido un “adversario”, olvidando no solo que la política no es un juego de rol para megalómanos, sino a los millones de ciudadanos detrás de ese partido político. Ciudadanos para los que gobiernas y legislas.
españoles de primera, con privilegios históricos e identitarios, y españoles de segunda y tercera
Tal vez nuestro nuevo y flamante presidente, siempre queriendo evitar el conflicto y su judicialización, no consiga una legislatura larga, ni promover grandes medidas. Y menos mal, porque lo que han dejado evidenciado es su voluntad de legislar para quienes consideran “suyos”, “buenos”, “moralmente superiores”; españoles de primera, con privilegios históricos e identitarios, y españoles de segunda y tercera. Olvidando que se deben al conjunto de la ciudadanía. Tal vez no consigan nada de eso, o incluso puede que no se lo hayan planteado aún. Eso se leía en la cara del Sr. Sánchez cuando Ana Oramas le ofrecía su voto, no para traicionar a los ciudadanos, sino para promover medidas por y para ellos. Mientras ella hablaba él sonreía vehemente, “que me da igual, que solo quiero ser presidente.”
Mañana me levantare y el presidente seguirá ahí.
No van a conseguir legislar, ni que el desgobierno se prolongue mucho en el tiempo. Pero lo que desde luego han conseguido es socavar las bases de la convivencia, retornar a la España de los bandos, frentismos y fanatismos.
Es tarde para evitar el entierro del PSOE, pero tal vez, si nos movemos, estemos a tiempo de salvar la socialdemocracia.