Las reacciones de la izquierda española a las protestas contra la dictadura en Cuba han alternado entre la mezquindad y la abyección. La mal llamada socialdemocracia se ha puesto a silbar, lo que equivale a ponerse de lado de la dictadura. Pedro Sánchez ha sentenciado a los Pilatos: “debe ser la sociedad cubana la que encuentre el camino”. La nueva ministra portavoz ha estrenado el cargo negándose repetidas veces a declarar el carácter dictatorial de la dictadura cubana. El Ministerio de Exteriores ha comunicado que están siguiendo con mucho interés y muy de cerca la situación en Cuba, y que permanece a la expectativa, a ver cómo evoluciona la crisis causada por… la caída del turismo que provocó la pandemia (que Cuba padezca una dictadura comunista desde hace más de sesenta años no parece relevante). La izquierda siniestra, por su parte, ha animado al régimen castrista a reprimir las protestas, a la vez que ha negado que la dictadura comunista sea una dictadura. Como si dijera: no, no, no, Cuba no es una dictadura, pero los que protestan contra su Gobierno merecen una y de las peores.
La socialdemocracia menos democrática y la izquierda más reaccionaria de Europa forman el único Gobierno de Europa cuyos ministros, o apoyan con entusiasmo la represión brutal de una tiranía contra su pueblo, o miran para otro lado. Si no menciono una tercera izquierda, más democrática, menos reaccionaria y siniestra, no es porque no exista, sino por algo peor: porque no pinta nada.
Una democracia socialista
Desde 1959, más de 3.000 ejecuciones, más de 1.000 asesinatos extrajudiciales, más de 20.000 balseros muertos o desaparecidos intentando escapar de la isla, más de dos millones de exiliados, más de 100.000 presos políticos, 18 de ellos muertos en huelga de hambre. En Cuba.
Desde hace más de sesenta años, los cubanos carecen de libertad de expresión, de reunión, prensa, asociación, participación política y manifestación.
Desde 1992 los cubanos pueden votar a sus representantes en la Asamblea Nacional del Poder Popular, en las Asambleas Provinciales (también del Poder Popular, por supuesto) y en las Asambleas locales (también del Poder Popular, faltaría más). Legalmente pueden votar a cualquier cubano, pero nunca son propuestos opositores o disidentes del régimen. La mayoría de asamblearios son miembros del Partido Comunista Cubano (el único legal), aunque no se presentan como tales, porque Cuba es una democracia “directa”, que elige a los candidatos en asambleas de barrio controladas por los Comités de defensa de la República, cuyos miembros suelen ser PCC. En conclusión, el sistema electoral cubano perpetúa la dictadura.
Según la organización Reporteros sin Fronteras, Cuba se sitúa en el puesto 171 mundial de libertad de prensa (de 180)
Los cubanos no pueden recibir ni difundir opiniones contrarias al régimen. Todos los medios de comunicación están en manos del Estado y sometidos a una rígida censura. Según la organización Reporteros sin Fronteras, Cuba se sitúa en el puesto 171 mundial de libertad de prensa (de 180). Los trabajadores cubanos no pueden hacer huelga, ni pueden sindicarse más que en la Central de Trabajadores de Cuba, la cual comparte con otros sindicatos únicos una extraña actividad sindical: no ha convocado, organizado o apoyado jamás ninguna huelga ni otra forma de protesta laboral, ni ha reivindicado nunca nada al patrón, o sea, al Estado.
Por la Ley de Peligrosidad Predelictiva un cubano puede ser detenido bajo cualquier pretexto si las autoridades estiman que representa un peligro para la seguridad del Estado, aun cuando no hubiera realizado ningún acto en ese sentido.
En Cuba no existe seguridad jurídica, se detiene y encarcela arbitrariamente por delitos tan vagos e imprecisos como “dudosa moralidad”, “comportamiento antisocial”, “complicidad con el enemigo”, traición a la patria”, etc. Por la Ley de Peligrosidad Predelictiva un cubano puede ser detenido bajo cualquier pretexto si las autoridades estiman que representa un peligro para la seguridad del Estado, aun cuando no hubiera realizado ningún acto en ese sentido. En fin, desde hace más de medio siglo, el pueblo cubano carece de los derechos civiles y políticos más elementales, es decir, los derechos burgueses que los comunistas exigen cuando están en la oposición y desprecian cuando están en el poder.
¿Democracia socialista a cambio de qué?
¿Qué logros ha alcanzado la revolución cubana para que la izquierda filocastrista apruebe la violación sistemática de los derechos humanos durante más de sesenta años? ¿De qué material precioso está hecha esa piedrecita que provoca la admiración de los mismos que permanecen ciegos al Himalaya de miseria y opresión que padece el pueblo cubano? Todo defensor de los derechos humanos y del régimen castrista, ante la imposibilidad de defender coherentemente las dos cosas al mismo tiempo, acabará respondiendo a regañadientes: “sí, puede ser que el Estado cubano no sea demasiado puntilloso en materia de derechos y libertades… ¡Pero qué dignidad la del pueblo cubano, qué nivel educativo, qué magnífica sanidad! Y en cualquier caso, la culpa es del bloqueo yanqui”.
¿Por qué los que en España no están dispuestos a renunciar a ninguno de sus derechos reprenden a los cubanos que exigen los suyos, y por qué absuelven a la tiranía que los quebranta?
Bien, supongamos que el régimen castrista, como nos cuentan, haya devuelto la dignidad perdida al pueblo cubano y sus sistemas educativo y sanitario sean envidiables. Supongamos también que el Estado que controla y planifica la economía desde hace más de sesenta años no es responsable del empobrecimiento de tres generaciones de cubanos, y que toda la culpa es del bloqueo norteamericano. Es mucho suponer, pero hagamos un esfuerzo. Bien. ¿Compensa y justifica todo esto la privación total de libertad durante más de sesenta años? ¿Es necesario tanto para tan poco? ¿Quién sacrificaría su libertad y sus derechos fundamentales -sin los que no hay dignidad que valga- durante toda su vida sólo por un aumento porcentual de la tasa de alfabetización, una asistencia sanitaria tan gratuita como deficiente o por “la dignidad del pueblo”? ¿Ha sido indispensable imponer una dictadura durante más de sesenta años para lograr los tan cacareados “logros sociales” del castrismo? ¿Por qué los que en España no están dispuestos a renunciar a ninguno de sus derechos reprenden a los cubanos que exigen los suyos, y por qué absuelven a la tiranía que los quebranta? ¿Acaso creen que los cubanos merecen menos que ellos?
La dignidad del pueblo cubano
Cuentan que la dignidad del pueblo cubano reside en haber resistido al imperialismo americano guiado por la figura heroica de su comandante Fidel Castro. Una exageración. Lo de bahía de Cochinos no resultó ser gran cosa; no fue el cerco de Numancia, ni la batalla de Stalingrado. Y lo que ocurrió después tampoco fue nada heroico: Cuba siguió siendo un país económicamente dependiente, pasando a depender de la Unión Soviética más de lo que dependía de los Estados Unidos. La izquierda fascinada por la dictadura comunista cubana, pero instalada confortablemente en la sociedad capitalista, tiene la indecencia de animar a los cubanos a mantener viva una revolución que ella no tiene que soportar. Mientras observa a buena distancia el evidente fiasco del comunismo, pide a los cubanos que persistan en él. Desea seguir pateando el culo al Tío Sam y al capitalismo que disfrutan con los pies de los cubanos, sin jugarse ni los cuartos ni el pellejo.
La dignidad de la que habla la izquierda filocastrista no es la de los cubanos, es la dignidad imposible de una revolución fracasada, y la quiere a costa del sometimiento y la pobreza de los cubanos. La dignidad del pueblo cubano es la de los individuos que lo constituyen, y no hay dignidad si éstos carecen de los bienes materiales y los derechos civiles y políticos que sí disfrutan quienes ofrecen la de los cubanos en el altar de la revolución
Así que dignidad. ¿Qué dignidad? ¿La de quienes viven la angustia diaria por encontrar bienes de primera necesidad? ¿La de los que hacen colas durante horas para nada? ¿La de quienes se someten al poder porque de ello depende la posibilidad de recibir lo que éste graciosamente les quiera otorgar? ¿La de los obligados durante años a realizar el llamado cínicamente “trabajo voluntario”? ¿La de los hijos de presos políticos que no pueden acceder a la universidad? ¿La de los homosexuales que encerraron en campos de trabajo, la de los que hoy no pueden defender sus derechos? ¿La de las mujeres y niñas -y hombres y niños, no seamos sexistas- obligadas a prostituirse? ¿La de los delatores y matones de los Comités de Defensa de la Revolución que organizan los “actos de repudio” en los que el digno pueblo, de forma “espontánea” le da su merecido a opositores y disidentes? ¿La del pueblo en esos actos salvajes que tienen por objeto castigar a los desviados e intimidar al pueblo cubano para que no se desvíe, como María Elena Cruz Valera, a quien arrastraron por la calle, pusieron de rodillas y obligaron a comerse sus poemas hasta que sangró por la boca? ¿La de los padres que enseñan a sus hijos a desconfiar y simular, pues de la habilidad de las criaturas en esos menesteres depende que esquiven a la máquina represiva? ¿La del que finge, se humilla y no levanta la voz de puro miedo?
Ernesto Guevara, icono pop para ignorantes y canallas, predicaba como virtud revolucionaria “el odio eficaz que hace del hombre una eficaz, violenta, selectiva y fría máquina de matar”. De esta perversión moral se ha servido la tiranía castrista durante más de 60 años para mantenerse en el poder. Ha envilecido a su pueblo, además de abismarlo en una miseria rotunda y maciza. ¿Qué dignidad?
La pobreza y el bloqueo
La economía cubana, como toda economía planificada, es una auténtica ruina. El pueblo cubano, como todos los pueblos que han padecido el comunismo, sufre severas carencias materiales. El régimen cubano, como todos los regímenes comunistas, se ha dado mucha maña en ocultar lo evidente. Pero en Cuba hay demasiados testigos de la miseria reinante (turistas extranjeros y cubanos que huyen de ella), así que, en lugar de negarla sin más, se atribuye a un inexistente bloqueo norteamericano.
Cuba jamás ha sido objeto de ningún bloqueo; lo es de un embargo que atañe exclusivamente a las relaciones comerciales con los EEUU
La culpa no es del bloqueo, y no puede serlo porque sencillamente no hay tal bloqueo. Uno de los grandes méritos del castrismo ha sido hacer creer que a Cuba la ha arruinado el bloqueo y no el colectivismo. El bloqueo de una isla supone cercarla para cortar cualquier relación con el exterior. El bloqueo económico de un país implica un conjunto de medidas con las que se pretende privarlo de toda relación comercial. No existe un bloqueo que impide comerciar a Cuba. Entre 1970 y 1990, subsidiada por la URSS, la suma de importaciones y exportaciones representaba para Cuba un tanto por ciento del PIB superior al de EEUU y España. ¿Cómo puede pesar tanto el comercio en una economía que sufre un bloqueo? Después de 1990, caída la URSS, importaciones y exportaciones se hundieron, sí, pero no por culpa de un bloqueo fantasmal: Cuba no importa los bienes que necesita porque no tiene con qué pagarlos (no pretenderá que todos los países hagan lo que hicieron la URSS y ahora hace Venezuela: regalarle el petróleo). Y si no exporta es porque lo que produce no es competitivo en los mercados internacionales. Cuba jamás ha sido objeto de ningún bloqueo; lo es de un embargo que atañe exclusivamente a las relaciones comerciales con los EEUU.
Vale, entonces, si no del bloqueo, la ruina de Cuba sería culpa del embargo… Tampoco, porque el embargo es sólo parcial. A pesar del embargo, EEUU está entre los diez principales socios comerciales de Cuba y es su primer suministrador de productos agrícolas. Además, y más importante, el sostén económico de Cuba son los dólares enviados por los exiliados cubanos, envíos que el Gobierno americano no impide. Éste, por otra parte, ha venido concediendo anualmente visados de residencia a 20.000 cubanos, con lo que alivia al Estado cubano de la presión social de muchos descontentos. Si Cuba no está deshabitada es porque todos los que desean emigrar no pueden hacerlo.
¿Justifica el desarrollo económico español de los sesenta y setenta los cuarenta años de dictadura franquista?
Bueno, entonces es por culpa de ese embargo parcial que la gente pasa hambre en Cuba… Pero hay 194 Estados soberanos en el mundo. Cuba puede elegir entre ellos a sus socios, clientes y proveedores ¿Por qué querría y, sobre todo, por qué necesita el reducto de dignidad antiimperialista mantener relaciones comerciales más intensas con el paradigma del capitalismo explotador? Además, es incongruente señalar la dependencia económica de Cuba pre-castrista respecto de EEUU, denunciar la relación comercial explotadora que ésta mantenía sobre aquella como el origen de sus males económicos, y, una vez liberada Cuba de esa dependencia gracias a que Fidel Castro rompió esa relación de explotación al llegar al poder, aducir que la liberación ha provocado la miseria de la Cuba castrista. El Gobierno cubano se opone a entrar en el Área de Libre Comercio de las Américas, en el que participaría, entre otros países, con los EEUU, a la vez que lamenta el embargo comercial parcial de los EEUU. Como si Franco, en lugar de aprobar el Plan de Estabilización, se hubiese empeñado en mantener la autarquía y achacara el atraso económico a la inexistencia de relaciones comerciales con el exterior. Mientras el régimen franquista reaccionó liberalizando la economía española en 1959, los gobiernos cubanos han mantenido la política económica que siempre produce miseria. Por eso en 1959 Cuba duplicaba la renta per cápita española y hoy España sextuplica la cubana. Pero, aunque por una vez, por una sola vez, la esencia empobrecedora del comunismo no hubiera actuado y Cuba fuera hoy medianamente próspera, ¿justificaría eso sesenta años de dictadura? ¿Justifica el desarrollo económico español de los sesenta y setenta los cuarenta años de dictadura franquista?
En 1959, Castro eligió a la URSS como socio político, militar y comercial. Podía haber mantenido en Cuba la economía de mercado, pero eso habría ligado estrechamente a Cuba con el bloque capitalista. La República Democrática Alemana no tuvo más remedio que integrarse en el imperio soviético, la República Federal Alemana aceptó la ayuda americana. Partiendo las dos Alemanias de la misma situación, su desarrollo fue muy distinto… y muy ilustrativo de lo que pueden ofrecer a su población en todos los sentidos una democracia liberal y una dictadura del proletariado. Cuba, al contrario que la RDA, sí pudo elegir, y eligió a la URSS. En 1960, el recién estrenado gobierno cubano expropió las refinerías petrolíferas. Washington reaccionó cancelando su compromiso a adquirir una cantidad fija del azúcar producido por Cuba, que a su vez respondió nacionalizando las propiedades y confiscando las cuentas bancarias de los ciudadanos estadounidenses, lo que supuso, lógicamente, la ruptura de relaciones diplomáticas y comerciales. Cuba pasaba de depender de los EEUU a depender de la URSS, mientras avanzaba en la socialización de los medios de producción: entre 1959 y 1968 se nacionalizó la propiedad privada, la grande, la chica y la mediana; la vivienda y los pequeños negocios familiares y la vivienda. Todo pasó a manos del Estado. El resultado lo vemos hoy. Cuba formó junto al bloque socialista no porque el bloque capitalista la expulsara, sino porque su integración en él habría imposibilitado la revolución socialista.
Cuando murió Fidel, muchos culparon a los EEUU por echar a Castro en brazos del comunismo. ¿Era ya entonces Fidel un comunista convencido y dispuesto a provocar el enfrentamiento con los EEUU para favorecer a la URSS, o fue más bien un hombre sin principios dispuesto a todo para mantener en el poder? ¿Qué habría pasado si Castro se hubiese entendido con los americanos y con la clase media cubana que apoyó a los barbudos y su rebelión democrática contra Batista? ¿No lo hizo porque eso le habría impedido alcanzar un poder ilimitado y vitalicio? Quién sabe. Lo que sí sabemos es que Castro se declaró muy pronto marxista-leninista y que desde que tomó el poder dio los pasos preceptivos para transformar una revolución inicialmente democrática en una revolución socialista, implantar una economía planificada y establecer un régimen de partido único guiado por un líder carismático: él.
Cuba malvive del petróleo venezolano, de los dólares de los exiliados cubanos, del turismo y del crédito concedido por los gobiernos occidentales, a pesar de que no paga su enorme deuda ni puede pagarla… ¡Pero qué educación, qué sanidad!
Una calamidad a la que aferrarse
Todos los regímenes comunistas, sin excepción, se han visto obligados a impedir por la fuerza que la gente huya
Lo más revelador del fracaso rotundo de la revolución cubana (¡una revolución de sesenta años que mantiene a Cuba en los años sesenta!) es el impulso que lleva a sus supuestos beneficiarios a huir a toda costa hacia cualquier país más o menos capitalista, más o menos liberal. También es reveladora la escasa disposición a emigrar al paraíso terrenal. Todos los regímenes comunistas, sin excepción, se han visto obligados a impedir por la fuerza que la gente huya. A ver si no de quién iban a vivir los dirigentes y burócratas de los partidos comunistas. Es una constante y una exclusiva comunista: provocar la huida e impedirla.
Siempre, en todas partes, inexorablemente, con regularidad pasmosa, el comunismo ha ido acompañado del más absoluto desprecio por unos derechos humanos que, por más que moteje de burgueses, son lo más apreciado por el ser humano. Represión, purgas, asesinato y encarcelamiento de opositores y disidentes, campos de trabajo y reeducación, depuraciones, prohibición de cualquier expresión de descontento, inexistencia de derechos laborales, miseria provocada por la contumaz fidelidad a una doctrina aplicada por unos burócratas privilegiados que no la sufren, poder absoluto de unos pocos fanáticos alucinados o de unos cuantos cínicos sin escrúpulos… Todo esto ha acompañado siempre a todos los regímenes comunistas: siempre, en todas partes, sin excepción, y en una magnitud jamás vista (sólo admite comparación con el nazismo). ¿No será que es consustancial al comunismo producir justamente lo contrario de lo que pretende? ¿Cómo se explica que el sistema que tantos han creído el mejor concebido para emancipar al ser humano esté dotado de la extraña propiedad de esclavizarlo? Ciegos, tenaz y voluntariamente ignorantes los que siguen apostando por este disparate.