Unión Europea y las renovables - Miguel Poyatos

Tras casi 5 años de medidas defensivas comerciales (anti-dumping) aplicadas por la UE a los fabricantes chinos de paneles fotovoltaicos, éstas desaparecen. Europa prohibía la importación de paneles en Europa a un precio inferior de 0.30 €/Wp en la práctica.

Faltó una visión global del sector que penalizó al consumidor de electricidad para beneficiar al productor de módulos

El origen de esta medida está en las críticas de fábricas europeas de paneles fotovoltaicos a los fabricantes chinos, alegando que éstos fabricaban a precios inferiores a los costes reales y se beneficiaban de ayudas y otros mecanismos financieros que dejaban fuera del mercado a los europeos. Spoiler: esto es cierto.  Al margen del soporte o justificación de las medidas defensivas adoptadas por la UE para frenar la competencia desleal china, faltó una visión global del sector que penalizó al consumidor de electricidad para beneficiar al productor de módulos.

El error de fondo es que los europeos nunca debimos pretender fabricar módulos en la UE, pues es un mercado de competencia en costes terrible y oligopolista:

  • No controlamos la producción de silicio en origen, cosa que sí hace China por sus intereses geoestratégicos en África.
  • Los salarios y condiciones laborales en las fábricas chinas no van a cumplir los estándares europeos.

Como rémora del despropósito de las políticas cortoplacistas de ZP recordemos los grandes fracasos industriales, las hipersubvencionadas fábricas de módulos pagadas con subvenciones de Puertollano o Bigastro que nunca fueron rentables, donde al final lo único que se hacía era el ensamblaje de los componentes, no la fabricación en sí.

Ya no existe tanto valor en la producción de equipos, donde la competencia en precios reduce continuamente los márgenes, como en la inversión y operación de los activos

El sector de las energías renovables se ha ido transformando gradualmente desde que en sus orígenes fuera un sector industrial, donde los fabricantes e instaladores marcaban el estándar de mercado, hacia un sector puramente financiero, donde los inversores y financiadores deciden las soluciones técnicas que optimizan su rentabilidad garantizando la seguridad en la operación del activo. Ya no existe tanto valor en la producción de equipos, donde la competencia en precios reduce continuamente los márgenes, como en la inversión y operación de los activos.

Dejando aparte la fabricación de los equipos de electrónica de potencia que se instalan en los parques fotovoltaicos, Europa debería haber visto que el valor añadido de la industria fotovoltaica no está en la fabricación de los módulos en suelo europeo, pues sólo beneficia a unos pocos fabricantes locales, sino en la:

  • Reducción y predicción a largo plazo del precio de la electricidad.
  • Reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.
  • Creación de puestos de trabajo cualificados en el medio rural.
  • Creación de productos financieros fiables.

Nos deberíamos beneficiar del uso de estos productos fabricados en China para reducir nuestra factura eléctrica

En Europa no nos vamos a beneficiar de fabricar localmente un producto con unas barreras de entrada elevadas, donde se compite en coste y que tiene una industria ya desarrollada en varios países que controlan la cadena de valor de la producción. Por el contrario, nos deberíamos beneficiar del uso de estos productos fabricados en China para reducir nuestra factura eléctrica e impulsar sectores tecnológicos e industriales de alto valor añadido gracias a los bajos costes de eléctricos.

La falta de miras de la política europea en este aspecto provocaba que mientras en el resto del mundo los módulos fotovoltaicos se compraran a 0,26 $/Wp (91 €/módulo) en Europa hubiera un precio mínimo de 0,30 $/Wp (105 €/módulo).

Antes del anuncio del fin de las medidas proteccionistas los costes de instalación de un proyecto fotovoltaico en España de 50 megavatio pico con estructura fija en septiembre de 2018 rondaba los 580.000 €/MWp (29 millones de euros), tras el fin del antidumping se estima que el mismo proyecto podría ser construido por 530.000 €/MWp (26,5 millones de euros).

A menor coste de construcción, el inversor requiere un menor precio de venta de electricidad para mantener la misma rentabilidad.

En España ahora sólo falta trabajar para recuperar la confianza del inversor para conseguir inversores institucionales con menor coste de capital dispuestos a invertir a largo plazo, que se traducirá en un menor coste de la electricidad.