Espana no es tan diferente - Rosa Diez

Dentro de unos días se publicarán estudios detallados y profesionales que nos permitirán conocer en detalle las causas subyacentes que han provocado el vuelco electoral que se ha producido en Andalucía. Pero hoy, unas pocas horas después de conocer los resultados de las elecciones quiero compartir con ustedes mi análisis personal, entre intuitivo y político, sobre el nuevo panorama político y sobre sus posibles consecuencias.

En Andalucía se ha producido una auténtica e imprevista revolución que ha cambiado el mapa político y ha trastocado los viejos esquemas por los que se regía la política nacional

En Andalucía se ha producido una auténtica e imprevista revolución que ha cambiado el mapa político y ha trastocado los viejos esquemas por los que se regía la política nacional. Esto es así por varios motivos; en primer lugar porque se ha roto la regla no escrita de que cuando baja el PSOE sube la otra izquierda. Los resultados cantan: el PSOE ha tenido el peor resultado de su historia y los otros -la suma de la franquicia de Podemos más Izquierda Unida- también han cosechado su peor resultado. La izquierda ha bajado por separado y en su conjunto; no ha habido vasos comunicantes entre los partidos que dicen conformarla sino que sus tradicionales votantes han migrado a otras opciones o se han quedado en casa.

También se ha ido al traste el viejo axioma de Zapatero -asumido y aumentado por Sánchez y jaleado por toda la prensa y prescriptores de opinión del movimiento- según el cual si se lograba dividir a la derecha en más de un partido eso garantizaría indefectiblemente el triunfo a la izquierda. Aquí también los números cantan: la derecha (desde el centro derecha, liberales o derecha a secas o con el adjetivo que le quieran poner) fraccionada en tres partidos políticos suma más que la izquierda en su conjunto, desde la llamada socialdemócrata a la autodenominada izquierda radical.

Las elecciones también han servido para certificar la muerte de la vieja teoría según la cual un partido necesita una implantación y estructura mínima y unos candidatos reconocibles para penetrar en un territorio y lograr presencia en sus instituciones. El hecho de que VOX haya irrumpido con doce diputados, de la noche a la mañana y sin cumplir los requisitos clásicos, invalida de manera definitiva las viejas formulas. ¿Cuánta gente conocía a los candidato de VOX? Más o menos la misma que conocía a los de C’s hace cuatro años. Pero en esta ocasión, el fenómeno se ha reproducido corregido y aumentado: VOX no ha podido tirar de concejales tránsfugas de partido locales ni con estructura en el resto de España. Y ahí está, para asombro de quienes se empeñan en analizar lo que está ocurriendo con los viejos y caducos axiomas de la vieja política y de la vieja sociedad.

También han errado quienes pensaban que VOX iba a crecer solo a costa del PP. Los análisis postelectorales nos dirán en qué porcentaje y de qué caladeros le han llegado los votos. Pero lo que hoy ya se puede afirmar es que para llegar a doce diputados VOX ha recibido un voto muy transversal, que procede de antiguos votantes de Podemos, de PSOE, de C’s y también, claro que sí, del PP. Si hubiera obtenido cuatro o cinco diputados podríamos hacer un análisis simplista y restárselos todos al PP; pero con doce diputados es evidente que estamos ante una base electoral conformada de manera muy similar a la que aupó a Podemos en sus primeras elecciones generales: pura transversalidad, voto de cabreo, voto de castigo, voto de desahogo, voto de cambio… y, en menor medida pero también, voto ideológico. Conocí a votantes de las primeras elecciones de Podemos que siempre habían votado (ellos y sus hijos) al PSOE; y también a jóvenes cuyos padres (y ellos mismos hasta esa fecha) siempre habían votado al PP. Y conozco a andaluces que en el pasado han votado PSOE, Podemos, C’s y PP y que ya la semana pasada me advirtieron que iban a votar a VOX.

Creo que nos equivocaremos si queremos despachar el resultado de estas elecciones utilizando las viejas varas de medir de la política tradicional. España no es tan diferente del resto de Europa y el escenario político que apunta Andalucía es similar al de Francia, el Reino Unido o Alemania. En todos esos países se han consolidado fuerzas políticas que podríamos asimilar a Podemos y a VOX; y si en todos ellos esas fuerzas han surgido mucho antes que en España es porque aquí todo llega más tarde y porque aquí había partidos nacionalistas que ocupaban ese espacio del populismo y del voto emocional que hoy les disputan Podemos y VOX.

Observo que la mayor parte de los analistas políticos están empeñados en utilizar las viejas formulas para analizar las nuevas realidades e insisten en calificar a VOX como ultraderechista, inconstitucional y populista. Ciertamente que alguno de los postulados de ese partido que he escuchado en los resúmenes de prensa lo situarían, en la definición tradicional, como un partido a la derecha del Partido Popular. Pero me resulta llamativo que los mismos que hoy califican a VOX como de extrema derecha ayer calificaban al PP y a Ciudadanos como de derecha extrema. Lo que les definirá será lo que hagan, no lo que ellos digan en sus mítines o en sus papeles o lo que otros digan de ellos. Por otra parte, no creo que nadie les haya votado ni dejado de votar por su programa que, por lo que he leído, no es sino un cúmulo de simplezas populistas.

Si populista significa ofrecer soluciones sencillas para problemas complejos… pues sí, lo son. Al menos lo son sobre el papel, porque han detectado los problemas pero no han ofrecido soluciones reales para ninguno de ellos. Veremos, en esto también, lo que hacen cuando tengan la oportunidad de actuar desde las instituciones.

He escuchado hoy a varios analistas calificarles de inconstitucionales porque llevan en su programa y defienden suprimir las autonomías. ¿Y?

Lo que no son es un partido inconstitucional. He escuchado hoy a varios analistas calificarles de inconstitucionales porque llevan en su programa y defienden suprimir las autonomías. ¿Y? Cualquier partido puede proponer que se cambie la Constitución de arriba abajo y eso no lo convierte en inconstitucional; cualquier partido puede defender suprimir la Monarquía Parlamentaria y sustituirla por una República y eso no lo convierte en inconstitucional; cualquier partido puede pretender que España sea un Estado Federal asimétrico y eso no lo convierte en inconstitucional; cualquier partido puede defender que España sea una Confederación y eso no lo convierte en inconstitucional; cualquier partido puede defender lo que quiera… siempre que lo defienda sometido al imperio de la ley y a los procedimientos previstos en la propia Constitución. A ver si nos aclaramos sobre lo básico. Luego nos gustarán más o menos las propuestas; o no nos gustarán nada. Pero lo que convertirá las propuestas y a sus promotores en inconstitucionales será el procedimiento elegido para conseguir su objetivos. Ejemplo: los dirigentes de ERC no están siendo juzgados por defender la República, algo que vienen haciendo sin ningún problema desde que se aprobó la Constitución. Lo que convierte su propuesta en antidemocrática, en inconstitucional, es querer derrocar la Constitución mediante un golpe de mano y sin respetar las reglas democráticas. Lo mismo se puede decir de las propuestas del PSOE o Podemos, o PNV o C’s… Nos gustarán o no; pero mientras respeten la ley serán democráticas y constitucionales. Las propuestas y quienes las sostienen. Queda claro, ¿no?

Estas elecciones han cambiado el panorama político no solo en Andalucía. Lo que allí ha ocurrido tendrá –ya está teniendo- consecuencias en la política nacional. Y es normal porque el debate político en Andalucía se ha desarrollado en clave nacional. Todos los candidatos hablaban en Andalucía pero pensaban en toda España. De una u otra manera todos ellos tenían una asignatura nacional que aprobar. El PP porque Casado se medía por primera vez en las urnas; C’s porque Rivera aspiraba a superar al PP como hizo en Cataluña y preparar así su campaña nacional; Podemos porque Iglesias necesitaba medir las consecuencias de su alianza con Sánchez; VOX porque entrar en el Parlamento de Andalucía era su trampolín para extenderse por el resto de España. Y, finalmente, se examinaba el PSOE que no ha podido evitar que los andaluces vieran en los carteles la cara de Sánchez a pesar de que Susana quitó hasta las siglas del PSOE.

Nos guste o no el resultado los andaluces han dejado un mensaje muy claro: quienes quieran subvertir el orden constitucional y romper la unidad de la Nación española, que no cuenten con nosotros

Nos guste o no el resultado los andaluces han dejado un mensaje muy claro: quienes quieran subvertir el orden constitucional y romper la unidad de la Nación española, que no cuenten con nosotros. Ese mensaje que a mi se me antoja clarísimo no es de izquierdas ni de derechas; es prepolítico, es esencial en términos democráticos. Todo lo demás -cómo se comporta cada cual de ahora en adelante, con quien y a costa de qué se tejen alianzas, si son más o menos reprobables o positivas las políticas que se acometen…- todo lo demás es consustancial con la pluralidad política, esencia misma de las sociedades democráticas. Lo que los andaluces han frenado con su voto es esa coalición de enemigos de la democracia que gobierna en nuestro país. Los andaluces nos han dicho, alto y claro, que la igualdad, la libertad y los derechos fundamentales de los españoles no son negociables ni se pueden parcelar. Que dentro de la Constitución cabemos todos, incluso aquellas ideologías que más rechazo nos pueden producir; pero que por encima de la Constitución no puede estar nadie bajo ningún concepto.

Se que la situación es compleja y que a mucha gente le asusta no tener certeza sobre lo que va a pasar, una certeza de la que hace dos días se quejaban deplorando que en Andalucía nunca cambiaba nada. Pero no creo que haya que tener miedo a gestionar democráticamente el cambio. A mi lo que me daría miedo es que los ciudadanos andaluces -que son los primeros que han podido votar desde que en España se formó un gobierno socialista apoyado en los votos de los golpistas, proetarras y bolivarianos- hubieran actuado como si no estuviera pasando nada en nuestro país, como si no estuviéramos en manos de un Presidente que no se impuso ningún límite a la hora de buscar socios para llegar a la Moncloa y que no los tiene a la hora de mantenerse en el poder.

Creo que la mayoría de los andaluces han pensado más en España que en Andalucía a la hora de ir a votar. Y yo les doy las gracias por ello.