Rogelio Alonso, nacido en Calatayud en 1970, se licenció en Ciencias de la Información en la Universidad Complutense de Madrid en 1992. Continúo sus estudios doctorándose en Relaciones Internacionales y en 1994 se trasladó a Belfast donde, tras cursar un Máster en Estudios Irlandeses en la Universidad de Queen’s, inició una carrera académica como profesor de Ciencias Políticas de la Universidad del Ulster y Research Fellow de la Universidad de Queen’s. Su trabajó en Irlanda del Norte se prolongó durante 10 años y le convirtió en uno de los expertos más reputados del fenómeno terrorista, con la publicación de libros como La paz de Belfast (Alianza Editorial, 2000), Irlanda del Norte: una historia de guerra y la búsqueda de la paz (Editorial Complutense, 2001) o Matar por Irlanda: el IRA y la lucha armada (Alianza Editorial, 2003), haciéndose acreedor de la Montgomery Medal del Institute of Irish Studies de la Universidad de Queen’s por su trabajo sobre la política antiterrorista hacia Irlanda del Norte.
De vuelta a España ingresó como Investigador Ramón y Cajal en Ciencia Política en la Universidad Rey Juan Carlos y en 2010, tras 6 años de investigación, publicó junto con Marcos García Rey y Florencio Domínguez, el impresionante libro Vidas rotas: Historia de los hombres, mujeres y niños víctimas de ETA (Espasa Editorial, 2010), en el que se analizaba de forma exhaustiva la acción terrorista en España y, por primera vez, se reunían las historias de todas y cada una de las personas asesinadas por ETA.
En esta entrevista le preguntamos por su último trabajo recién publicado La derrota del vencedor. La política antiterrorista del final de ETA (Alianza Editorial, 2018), en el que, frente al discurso oficial, el autor sostiene que la derrota del terrorismo nacionalista constituye una mentira política organizada, basándose en el estudio exhaustivo de informes confidenciales y reservados elaborados por los servicios de inteligencia españoles y las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, así como en documentos inéditos hasta ahora sobre la política antiterrorista y sobre ETA.
Con este libro he pretendido reivindicar el saludable resentimiento que muchas víctimas del terrorismo sienten ante un final que les niega la justicia política, social, moral e incluso penal que merecen
Fernando Savater ha dicho que es importante leer tu libro porque muestras con gran claridad cómo muchos vocean la cierta derrota militar de ETA para disimular que la ETA política sigue vivita y coleando. ¿Ha sido éste el propósito del libro? Así es. Además, con este libro he pretendido reivindicar el saludable resentimiento que muchas víctimas del terrorismo sienten ante un final que les niega la justicia política, social, moral e incluso penal que merecen. Estos ciudadanos son injustamente estigmatizados. El resentimiento no supone venganza, sino una necesaria denuncia política de un enorme valor ético a través de la cual el ciudadano exige responsabilidades que otros han renunciado a exigir. Hoy numerosos dirigentes políticos y formadores de opinión repiten que la democracia ha derrotado a ETA y que no ha habido ni concesiones al terrorismo ni impunidad. Y lo dicen mientras la impunidad y las concesiones políticas nos golpean en la cara. Por eso considero fundamental, como hace La derrota del vencedor, exigir responsabilidades y rendición de cuentas no solo a los terroristas, sino también a quienes han renunciado a exigírselas a los terroristas.
ETA ha dejado de asesinar, pero su veneno pervive, sus representantes son hoy tratados como demócratas como si sus crímenes ya estuvieran completamente amortizados
Y Aurelio Arteta, uno de los autores más citados a lo largo de tu trabajo, ha manifestado que tu empeño en respetar la verdad de los hechos te ha colocado contra el discurso oficial, llevándote a desmontar los tópicos interesados y engañosos sobre el final de ETA. Probablemente el propio título del libro es el mejor resumen, pero ¿cómo calificarías en pocas palabras el final de ETA que nos están contando? Es un final sucio basado en la mentira a los ciudadanos y en la impunidad política y social e incluso penal en muchos casos de los terroristas y de quienes les han apoyado. Un final en el que el PNV ha sacado provecho de la sangrienta cosecha de asesinatos sin que los principales partidos políticos le exijan responsabilidades por ello. Un final por ello humillante para muchos ciudadanos que no sienten la derrota sobre el terrorismo y que han llegado a ser despreciados e incluso insultados por cuestionar el discurso oficialista reproducido por las élites políticas. Es un final que recurre a un significante vacío como ese mantra de “la derrota de ETA” para encubrir las negligencias, errores y engaños de quienes han renunciado a otro final del terrorismo sin la impunidad que este engañoso final supone. Porque ETA ha dejado de asesinar, pero su veneno pervive, sus representantes son hoy tratados como demócratas como si sus crímenes ya estuvieran completamente amortizados.
Para derrotar al terrorismo nacionalista de ETA hay que acabar con los asesinatos, pero también impedir que los terroristas logren réditos como resultado de la violencia y el terror
¿Cómo es compatible que se produzca la derrota policial del terrorismo y, al mismo tiempo, su victoria política? El terrorismo no es solo violencia física, sino también y, sobre todo, violencia psicológica, social y política. Por lo tanto, para derrotar al terrorismo nacionalista de ETA hay que acabar con los asesinatos, pero también impedir que los terroristas logren réditos como resultado de la violencia y el terror. Aunque el terrorismo nacionalista no ha conseguido sus máximas aspiraciones, sí ha logrado significativos logros políticos. Por ejemplo, ha conseguido que una democracia acepte el fraude de ley que supuso la legalización del brazo político de ETA por parte de un Tribunal Constitucional que, en contra de su propia jurisprudencia y sin competencias para ello neutralizó la ilegalización dictada por el Supremo. Ha logrado que no se instara la ilegalización de los brazos políticos de ETA a pesar de incumplir los propios criterios que el Tribunal Constitucional establecía como motivadores de una ilegalización.
Se expresa solidaridad con las víctimas ignorando que fueron asesinadas para lograr metas políticas y que, por tanto, la justicia hacia ellas exige mucho más que palabras de afecto
Ha logrado el terrorismo nacionalista que el Estado desista de aplicar la justicia política que la verdadera derrota de ETA exigía para merecer ese nombre: hoy se encuentran en las instituciones los cómplices de los terroristas mientras se les pide que condenen y deslegitimen el terrorismo cuando los propios partidos democráticos aceptaron su legitimación al permitirles su vuelta a la legalidad sin cumplir tan básicas exigencias éticas y democráticas. Otra evidencia de la insuficiencia de la victoria policial: se expresa solidaridad con las víctimas ignorando que fueron asesinadas para lograr metas políticas y que, por tanto, la justicia hacia ellas exige mucho más que palabras de afecto. Hoy se hace política como si ETA no hubiera existido y el PNV propone un Estatuto que recoge el mismo objetivo por el que ETA asesinó: “El reconocimiento de Euskal Herria como comunidad política”. No les importa que el terrorismo haya deformado el tejido político y social, que la competencia al nacionalismo haya sido laminada por el terrorismo nacionalista. O sea, se ignoran las consecuencias políticas de la intimidación etarra.
En el epílogo del libro concluyes que el modelo de final del terrorismo por el que han optado los responsables políticos se basa en relevantes cesiones y en el engaño del gobernante al gobernado. ¿Quiénes consideras que son los principales responsables de este engaño? Los principales partidos políticos -PP y PSOE- que han gobernado durante un periodo decisivo. Pero también algunos ciudadanos y formadores de opinión que aceptan y reproducen esa mentira política organizada y que además estigmatizan a quienes cuestionan ese mantra de “la derrota de ETA”, que es más bien un significante vacío y que constituye un instrumento de propaganda y de manipulación de la realidad.
¿Cuáles señalarías como los principales hitos de la política antiterrorista de Zapatero relacionados con el final que se ha producido? Cuando Zapatero llega al Gobierno en 2004 ETA se encuentra en un momento de extrema debilidad. La negociación fue un balón de oxígeno para la banda que le permitió una considerable rehabilitación política y social a los representantes políticos de ETA. Le procuró significativos réditos políticos al demostrar la eficacia del terrorismo, pues, entre otras cesiones como el chivatazo a ETA alertándole de la operación en “El Faisán”, se negoció con una organización terrorista la legalización de su brazo político, la excarcelación de etarras como de Juana Chaos, la derogación de la doctrina Parot y la impunidad de dirigentes como Josu Ternera que a pesar de ser localizado por los servicios de inteligencia continúa hoy en libertad porque no se aplicó la orden internacional de busca y captura contra él. Cuando Zapatero llegó al poder el hacha de ETA estaba herrumbrosa y la serpiente temía su aniquilación. Así lo reconoció la propia banda, como revela La derrota del vencedor. Sin embargo, cuando Zapatero deja el poder, la serpiente había sido engordada por la política del Gobierno socialista.
A Rajoy también le achacas importantes responsabilidades y subrayas la gran diferencia entre su discurso, especialmente como jefe de la oposición antes de ser presidente, y sus hechos. ¿A qué atribuyes esta forma de actuar por su parte y, con él, la del Partido Popular? El Partido Popular liderado por Rajoy acepta la política antiterrorista diseñada por Zapatero y sustentada en la negociación con ETA. Esa misma política antiterrorista de los socialistas que Rajoy criticó desde la oposición es la que acepta cuando llega al Gobierno con mayoría absoluta. Uno de los motivos fue “el miedo al último muerto”. Rajoy y el PP temen que ETA pueda volver a matar si no mantienen la “hoja de ruta” diseñada en la negociación entre los socialistas y el entorno terrorista. Como ocurrió en otras políticas sectoriales, el PP y su presidente renunciaron al liderazgo político e ideológico y asumieron las críticas que los socialistas les hacían. Renuncian a sus compromisos a cambio de un consenso que venden como responsable. Pero la unidad no es un fin en sí mismo. La unidad tuvo un sentido cuando se consensuó derrotar a ETA en todos los frentes entre 2000 y 2004. Pero esta otra unidad ha permitido a ETA eludir su verdadera derrota, permitiendo a ambos partidos taparse mutuamente sus vergüenzas y su dejación al optar por este modelo de final del terrorismo.
¿No crees que en una medida importante también han sido los propios ciudadanos quienes han optado a su vez por comprar este final? Cuando ETA mataba se repetía que la sociedad vasca era una sociedad enferma porque solo una minoría desafiaba a los terroristas. Esa minoría que se enfrentó al terrorismo no encontró la solidaridad de la mayoría. Hoy, muchos ciudadanos quieren pasar página para evitar mirarse en el espejo, para eludir sus responsabilidades como espectadores indiferentes que declaraban indignación ante el sufrimiento de sus conciudadanos, pero sin que aquella fuera seguida de acción.
Durante los últimos cuatro gobiernos de nuestra democracia los principales partidos, PSOE y PP, han consensuado un final sucio que incluía desactivar a las víctimas del terrorismo y a los movimientos cívicos como grupo de presión eficaz
En ausencia de un liderazgo político como el que existió en otros momentos muchos ciudadanos se conforman con que ETA deje de matar, que sin duda produce un alivio, y renuncian a exigir las responsabilidades políticas que se les debe exigir a quienes han utilizado el terrorismo con fines políticos. Es complicado mantener una movilización exigente contra el terrorismo sin determinados liderazgos políticos y más cuando los dirigentes políticos persiguen neutralizar a la sociedad civil. Durante los últimos cuatro gobiernos de nuestra democracia los principales partidos, PSOE y PP, han consensuado un final sucio que incluía desactivar a las víctimas del terrorismo y a los movimientos cívicos como grupo de presión eficaz. Los que todavía legitiman el asesinato no son considerados radicales por algunos, pero quienes denuncian la complicidad con el terrorismo de los representantes de ETA y les exigen rendir cuentas, son estigmatizados como radicales contribuyéndose así a una determinada conformación de la opinión pública y publicada sobre el final de ETA. Muchos son los ciudadanos que exigen responsabilidades a los principales partidos por la corrupción mientras eluden esa misma exigencia de responsabilidades por la corrupción política que supone este engañoso final del terrorismo basado en la impunidad y que le ha permitido a ETA amortizar sus crímenes.
De entrada, es obvia la enorme injusticia que conlleva el hecho de que el terrorismo vasco no haya sido derrotado en términos políticos, pero, a largo plazo, ¿cuáles te parece que pueden ser las consecuencias? No ha habido justicia y muchas personas ya no la van a tener porque se renuncia a perseguirla y se niega la ya evidente impunidad hoy. Se utiliza además el relato como un blindaje, difiriendo a futuro responsabilidades presentes y tapando las miserias actuales. Los gobernantes han mentido a los ciudadanos y se ha subestimado una forma de corrupción política tan seria como esta. ¡Nuestros ciudadanos han sido asesinados por defender nuestra libertad nada más y nada menos! Esta situación necesariamente daña a un sistema democrático que ha sido desafiado por una organización terrorista que hoy, lamentablemente, puede reivindicar que en alguna medida su violencia ha sido eficaz. Se habla mucho del “relato” como si esa mera invocación permitiera limpiar la suciedad de este final y sus carencias. Pero hacer algo sobre el pasado exige mucho más que establecer un relato correcto que los propios Gobiernos han distorsionado. Hacer algo sobre el pasado exige rendición de cuentas y justicia, exigencias que se niegan a pesar de que se prometen.
En las llamadas unidades didácticas para estudiantes de 4º de la ESO elaboradas por el Memorial de Víctimas, la Fundación del Terrorismo, el Ministerio de Interior y el de Educación se ha eliminado a ¡Basta ya! y al Foro de Ermua
Un revelador ejemplo de cómo se embellece la impunidad a través de pretendidos esfuerzos por la memoria y el relato. En las llamadas unidades didácticas para estudiantes de 4º de la ESO elaboradas por el Memorial de Víctimas, la Fundación del Terrorismo, el Ministerio de Interior y el de Educación se ha eliminado a ¡Basta ya! y al Foro de Ermua, los dos movimientos en torno a los cuales se vehiculó una respuesta cívica sin parangón en la sociedad vasca, quienes rompieron la espiral del silencio que el nacionalismo había impuesto para atenazar a los no nacionalistas, quienes ayudaron a los ciudadanos no nacionalistas a sentirse algo protegidos. Movimientos que no reivindicaban sólo la Paz, como Gesto por la Paz, sino la Libertad, porque también en una dictadura puede haber paz. Y estos dos movimientos decisivos en la Historia de España que exigían responsabilidades tanto a ETA como al nacionalismo institucional son borrados por quienes dicen defender la memoria. Así prostituyen la Historia los propios demócratas, los que han llegado a ser descritos como los “guardianes” de la memoria, y así contribuyen a la “operación limpieza” del PNV y a que la sociedad del posterrorismo siga siendo una sociedad indecente.
¿Crees que era posible otra forma de terminar con el terrorismo vasco? Sí. La propia ETA lo reconoció entre 2002 y 2004 cuando temió su final “por aniquilamiento”, como la propia banda admitió. Temió la desaparición de la denominada “izquierda abertzale” tras su ilegalización y la pérdida de su poder político y social. Temió su aislamiento y su “muerte política” reconociendo que el terrorismo constituía un “lastre” que solo se mantenía como “moneda de cambio” para intentar una salida más airosa. Los servicios de inteligencia concluyeron que su final por asfixia era posible si los partidos democráticos no acudían en su auxilio ofreciéndole una negociación como desgraciadamente ocurrió. ETA temió su verdadera derrota, pero los principales partidos políticos renunciaron a derrotarla en toda su magnitud y han optado por indultarla permitiéndole que perviva metamorfoseada en las instituciones a través de sus representantes políticos. También se permite la reproducción de la subcultura del odio y de la violencia y se renuncia a deslegitimarla de verdad a pesar de la corrección política de muchos insistiendo en la necesidad de esa deslegitimación que sin embargo eluden. Se le permite a ETA que homenajee a sus criminales en las calles del País Vasco y Navarra en flagrante incumplimiento de dos leyes de víctimas y se tiene la desfachatez de proclamar que ETA ha sido derrotada.
No hay ninguna evidencia de que el acercamiento de criminales que no repudian ni condenan sus delitos contribuya a su reeducación en una sociedad que además les homenajea, o sea, que sigue reivindicando la legitimidad de sus crímenes
¿Cómo consideras que evolucionarán las cosas a partir del nombramiento de Pedro Sánchez como nuevo presidente del Gobierno de España con el apoyo directo de Podemos y de todos los partidos nacionalistas, incluido los dos diputados de Bildu? El presidente del Gobierno actual así como el Delegado del Gobierno, Jesús Loza, han justificado el acercamiento de presos con una triple falacia: La democracia ha derrotado a ETA, ésta ha desaparecido, y por lo tanto hay que cambiar de política penitenciaria. En primer lugar es cuestionable que la democracia haya derrotado a ETA. En segundo lugar, es falso que ETA haya desaparecido. ETA sigue presente en las instituciones políticas a través de sus representantes políticos, pero también en las cárceles donde los etarras siguen organizándose en torno al llamado EPPK o colectivo de presos. En tercer lugar, ¿por qué habría de cambiarse de política penitenciaria en el caso de que ETA hubiera desaparecido? La Ley penitenciaria tiene como fines la reeducación y la reinserción social de los sentenciados. ¿Qué evidencias acreditan que esa reeducación y reinserción de los etarras se logra con un acercamiento a cárceles del País Vasco? No hay ninguna evidencia de que el acercamiento de criminales que no repudian ni condenan sus delitos contribuya a su reeducación en una sociedad que además les homenajea, o sea, que sigue reivindicando la legitimidad de sus crímenes. Por lo tanto, el acercamiento es una decisión política inadecuada, pues difícilmente contribuye a la reeducación y reinserción de los etarras premiar de ese modo su ausencia de deslegitimación del terrorismo y su negativa a colaborar con la justicia.