¿En qué momento se jodió el Perú - Rosa Díez

Estoy segura de que esa pregunta que se hace Zavalita en el magnífico libro de Mario Vargas Llosa, “Conversación en La Catedral”, aplicada a lo doméstico,  se la llevan formulando desde hace unos cuantos años miles de afiliados, simpatizantes y votantes del partido socialista.

Una sigue teniendo muchos amigos que son eternos votantes  del partido socialista, de esos que no se plantean ni en la peor de sus pesadillas votar a otro partido que no sea “el suyo” y que en la peor de las circunstancias parafrasean a Javier Pradera: “A este PSOE le va a votar la madre que le parió… y yo…”.  Tras el combate a tres del día de San Isidro, exhibidas en público todas las vísceras del paciente, no podían evitar formularse en alto las mismas preguntas: Pero, ¿no hay nadie en el PSOE  mejor que estos tres? Pero, ¿qué le ha pasado a ese partido? Pero, ¿cuándo se jodió el PSOE?

La situación por la que atraviesa el partido socialista en España no es consecuencia de la crisis europea de la socialdemocracia

Sin ánimo de ser exhaustiva me atrevo a poner por escrito alguna de las reflexiones que hago con mis amigos socialistas cuando aparentan perplejidad por lo que le ha ocurrido a su partido. Empezaré por establecer que la situación por la que atraviesa el partido socialista en España no es consecuencia de la crisis europea de la socialdemocracia, aunque ciertamente no ayuda que su familia política esté en pañales en toda Europa, desde los laboristas en Gran Bretaña hasta los socialistas franceses, pasando por el otrora buque insignia, el partido socialdemócrata en Alemania.

Ciertamente que lo que le pasa al PSOE no es ajeno a la ausencia de ideas y de proyecto para la sociedad del siglo veintiuno que sufren quienes fueran, junto con los democristianos, los constructores de la Europa social que conocemos. Hace muchos años que los socialdemócratas han perdido el rumbo y  la iniciativa política; hace ya mucho tiempo que están al margen de los debates importantes;  y ya ni se recuerda cuando plantearon un debate con propuestas solventes e innovadoras para enfrentarnos a los retos de esta sociedad abierta que está llena de riesgos pero también de oportunidades. La decadencia de la socialdemocracia transcurre en paralelo con el surgimiento y  reforzamiento de los populismos de ambas orillas ideológicas, de los discursos xenófobos, del miedo a lo desconocido, de la añoranza a las viejas fronteras, del temor a las nuevas tecnologías, al futuro incierto…

La socialdemocracia no ha sabido comprender los retos de la nueva sociedad

La vieja socialdemocracia no ha sabido comprender los retos de la nueva sociedad -y mucho menos anticiparse a sus problemas- y mientras todo cambiaba en su entorno ellos optaron por el inmovilismo y por mantener las viejas recetas.  Y cuando surgieron nuevas corrientes políticas que cuestionaban el statu quo, lejos de rearmarse, se asustaron   y optaron por hacer seguidismo de aquellos que progresaban electoralmente apelando a los sentimientos más primarios y recuperando el viejo discurso del nacionalismo más rancio y peligroso. No hay más que mirar  a  Alemania,  Francia,  Italia, o  el Reino Unido para comprender las letales consecuencias que ha tenido esa actitud para los socialistas.

Así las cosas el PSOE no puede esperar ninguna ayuda, ni siquiera emocional, en ese entorno de desolación. Y, lo que es peor, es posible que se repita en España lo que les ha ocurrido últimamente a sus colegas:  elegir dentro al peor candidato para terminar siendo un partido marginal. Ya se sabe que antes o después todo termina llegando, pero para ser justos hay que reclamar para los socialistas españoles su papel de vanguardia a la hora de acometer la demolición de su propio partido. Porque cuando el PSOE empezó a desmoronarse como partido nacional sus correligionarios aún gobernaban en varios países europeos  y aparentaban saber a qué atenerse respecto del futuro.

En España todo empezó en aquel Congreso del año 2000 en el que los delegados eligieron a Zapatero como Secretario General

En España todo empezó en aquel Congreso del año 2000 en el que los delegados eligieron a José Luis Rodríguez Zapatero como Secretario General. Y por eso de que ahora todo el mundo le echa la culpa al método de elección, viene bien recordar que Zapatero no fue elegido por primarias sino por los delegados y en un Congreso convocado como consecuencia de una derrota electoral que provocó la dimisión de Almunia.

Aparte de que esto es historia, yo lo puedo contar en primera persona porque lo viví en directo. Yo también estaba allí, aunque mi camiseta no tenía dorsal ni sponsor. Y conocí en tiempo real la culminación de  las negociaciones entre los avalistas de Bono y Fernández  para hacer Secretario General a Zapatero, uno de los dos únicos que podía ganar. Sí, todo empezó en un Congreso que ganaron Felipe y Alfonso (sponsors de Bono y Fernández, respectivamente), aunque ya hacía tiempo que no se hablaban.

Los socialistas españoles fueron unos adelantados a la hora de apostar por un candidato cuyo mayor mérito era ser joven y un perfecto desconocido, aunque llevara varias legislaturas en el Congreso de los Diputados. El PSOE fue pionero al apostar por un dirigente telegénico, de sonrisa permanente, que pudiera poner rostro al tiempo nuevo de la política evanescente, líquida, basada en la telegenia y en el discurso hueco, sin perfiles, sin aristas… Fue el primer partido que creyó que el cambio que la sociedad exigía era la cara del cartel electoral.

Fueron las viejas glorias del PSOE quienes decidieron apostar por un “chico” capaz de hacer una cosa y la contraria sin que se le moviera un pelo

Ahora despotricarán, pero fueron las viejas glorias del PSOE (no las denostadas y/o aclamadas bases) quienes decidieron apostar por un “chico” capaz de hacer una cosa y la contraria sin que se le moviera un pelo, sin mudar la mueca, sin perder la sonrisa. Fue Zapatero, – designado por los aparatos y votado por los delegados- , quien eligió el discurso del odio a la derecha como máximo elemento cohesionador interno. Él auspició en 2003 el Pacto del Tinell que incluía una cláusula que impedía a los socialistas catalanes llegar a cualquier acuerdo con el PP. Fue él quien defendió con ahínco la aplicación del cordón sanitario contra el PP  en todas las instituciones y al margen de los resultados electorales. Fue con Zapatero cuando se rompieron todos los pactos de estado entre las dos grandes formaciones políticas (desde la política europea hasta la política antiterrorista, pasando por el modelo territorial del Estado), aunque se mantuvieron todos los acuerdos entre ambos partidos para garantizar la parasitación de los órganos de control, de la Justicia, de las cajas de ahorro, de los organismos supervisores…

Aunque ahora diga Alfonso Guerra que “el odio a la derecha no puede ser el programa  del PSOE”, ese fue el leitmotiv de los ocho años de gobierno de Zapatero. Incluso algunas de las leyes que promovió fueron diseñadas con el objetivo primordial de dejar fuera y aislado al PP.  Hubo ocasiones en que lo más importante para la bancada socialista no era el texto de la ley en cuestión sino encontrar una redacción que provocara que el PP no estuviera en el consenso, aunque hubiera que retorcer las palabras para conseguirlo.

Así es como el PSOE ha degenerado hasta convertirse en un partido  sin discurso ni propuestas para España, sin alternativas ni a los conservadores de siempre ni a los nuevos, ni a los nacionalistas, ni a los populistas de derecha o izquierda. Así es como el PSOE  ha dejado de ser un partido que vertebra España con un discurso común porque durante el reinado zapateril se apostó por la diversidad frente a la unidad, por la diferencia frente a la igualdad… Sí, amigos, de aquellos polvos vienen estos lodos. ¿Por qué os escandaliza que Sánchez diga que “una nación es un sentimiento que tiene mucha gente”? ¿Acaso no recordáis  que Zapatero, siendo ya Presidente del Gobierno de España,  afirmó que “una nación es algo discutido y discutible”?  Es el proceso de selección negativa que habéis practicado el que os ha traído hasta donde estáis y el que da respuesta a vuestra pregunta de si  de veras no hay en el PSOE nadie mejor que esos tres…

Estar contra el otro requiere menos esfuerzo intelectual, es más cómodo que pensar en alternativas políticas

Queridos amigos socialistas, con Zapatero al frente apostasteis por sectarizar las bases como elemento vertebrador interno y para ganar el poder orgánico. Estar contra el otro requiere menos esfuerzo intelectual, es más cómodo que pensar en alternativas políticas para la economía, para las pensiones, para la energía, el modelo de estado, la corrupción, los órganos de la justicia… Con Zapatero al frente empezasteis a olvidar que un partido es un instrumento al servicio de los ciudadanos y que si dejabais de tener propuestas útiles y una posición común en toda España los ciudadanos os dejarían de lado. La llegada de los nuevos populismos os pilló en estas… Y ahora solo queda el llanto.

Recordad,  queridos amigos socialistas, que todo empezó cuando los barones designaron a un tipo que dio por agotada la Transición y todo lo bueno que ella supuso y quiso protagonizar la segunda empezando por practicar  el adanismo contra quienes le habían dado el nihil obstat. Sí, allí se empezó a joder el Perú… Bueno, más concretamente, allí se empezó a liquidar el PSOE. Y sí, ahora solo queda el llanto.