Comunismo - Pedro Insua

No luchamos solamente por la libertad de España; luchamos también por la independencia de España. Luchamos contra quienes vienen a invadir nuestra patria. La ayuda que Franco y los generales facciosos reciben, la reciben a cambio de algo, y este algo es lo siguiente: los fascistas de España han prometido a sus amos del extranjero las Baleares; les han prometido parte del territorio de Marruecos; han prometido al imperialismo alemán e italiano Galicia y una parte de Galicia. Y a cambio de estos pedazos que quieren arrancar al suelo de la patria española, reciben cañones, aviones y gases para asesinar al pueblo de España. ¿Con qué derecho hacen esas promesas? ¿Quién puede atreverse a dar ni a prometer lo que no es suyo? Porque España –hay que decirlo claro- es de los españoles, y ni Franco ni Mola ni todos sus secuaces y mercenarios son españoles ni tienen derecho a vivir ni a estar en España” (José Díaz, secretario general del PCE, discurso en el Teatro Olimpia de Valencia, 2 de febrero de 1937, apud. Los comunistas y la revolución española , ed. Bruguera, 1979, p. 49).

Hoy día se sigue insistiendo en la idea de que el comunismo español (desde el PCE al POUM, hasta el FRAP, etc.) siempre fue disolvente para España, y que siempre estuvo aliado (el “izquierdismo” en general) a aquellos programas que buscaban (y buscan), de una manera o de otra, su fragmentación secesionista. Federico Jiménez Losantos, en su nuevo libro, Memoria del Comunismo (ed. La esfera de los libros, 2018), así lo sostiene. Yo mismo he tenido ocasión de discutir esta tesis, que alinea separatismo y comunismo sin más, con historiadores como Pío Moa o Fernando Paz (así en algunos medios de comunicación y en otros foros como las redes sociales), y, en general (Moa, y no Paz), su respuesta suele ser la del desprecio, como si se dijera un completo disparate, de tal modo que la discusión nunca ha sido muy prolongada, ya que apenas le otorgan beligerancia a la tesis en contra (recordando su actitud a aquello de que “el águila no caza moscas”).

Cuando se les dan a conocer determinadas pruebas documentales, y que hablan de la existencia de un patriotismo español comunista, tanto Fernando Paz como Pio Moa “encapsulan” dichas pruebas arguyendo, sin profundizar mucho en el asunto (como para salir al paso), que este patriotismo de “la izquierda” era “mero oportunismo”, utilizando la patria y el patriotismo como excusa, dicen ellos, para imponer sus “verdaderos” fines “totalitarios” (como si la “pulsión totalitaria” fuese la clave última del comunismo, que valdría lo mismo que decir aquello de que el opio duerme porque tiene “virtus dormitiva”).

En España, en el siglo XX, la idea de nación fragmentaria secesionista se ha promovido, más bien, precisamente para neutralizar, desmovilizar y disolver el comunismo

Pues bien, nosotros negamos esta asociación, que tanto Moa como Losantos comprenden como esencial, y poco menos que evidente, entre comunismo y secesionismo; incluso, diremos, y esta es la tesis fuerte, que en España, en el siglo XX, la idea de nación fragmentaria secesionista se ha promovido, más bien, precisamente para neutralizar, desmovilizar y disolver el comunismo, siendo así que el separatismo, al contrario de lo que sostienen Moa o Losantos, se ha impulsado no desde (por lo menos en principio), tampoco al margen, sino justamente contra el comunismo.

Porque será el anticomunisno de determinadas potencias, en el contexto sobre todo de la guerra fría (lo que el secretario de estado norteamericano de Eisenhower, John Foster Dulles, llamó en su momento “roll back” –“retroceso”- para referirse a la política llevada a cabo por los sucesivos gobiernos norteamericanos en contra del comunismo), lo que alimente, ampare y dé cobertura ideológica (e incluso financiera, como Iván Vélez está sacando a la luz en numerosos trabajos) a la idea de nación fragmentaria en España, pero también en otros países. Y lo hará justamente a través de la clásica práctica del divide et impera, para neutralizar cualquier posibilidad, que no se descartaba en determinados momentos (por ejemplo, en la Transición), de realización de una España comunista.

EE.UU amenazó con apoyar al nacionalismo canario de Cubillo si España no ingresaba en la OTAN

Podemos ilustrar esta acción de respaldo al secesionismo, por parte de la política “roll back” norteamericana frente a un virtual avance del comunismo, con dos hitos bien significativos al respecto, uno que afecta a España y otro a Italia. En relación a España Otero Novas, que fue ministro de la presidencia con Adolfo Suárez, ha revelado en cierta ocasión (ver ´Perderéis Canarias´ – La Provincia – Diario de Las Palmas, 11/08/2009) el hecho de que EE.UU amenazó con apoyar al nacionalismo canario de Cubillo si España no ingresaba en la OTAN. Con respecto a Italia la administración norteamericana contempló ante la previsión de una posible victoria del PCI en las elecciones de 1948, y entre otras medidas, una intervención inmediata a través de la promoción de la secesión de Cerdeña y Sicilia (ver Luciano Canfora, La democracia. Historia de una ideología, ed. Crítica, p. 220).

Y es que España, naturalmente, no permaneció ajena al tutelaje llevado a cabo por parte de las sucesivos gobiernos norteamericanos sobre los procesos de transformación política (“transición”) sufridos durante la Guerra Fría en distintos puntos del globo, tal como ha estudiado en profundidad Joan E. Garcés en su documentadísima obra Soberanos e intervenidos (Ed. Siglo XXI, 1996), siendo así que en España esta tutela cristalizó en dos líneas de fuerza vectorial que, en modo alguno, podemos obviar: la promoción de una socialdemocracia, la del PSOE de Suresnes, que se aviniera (“vía democrática al socialismo”) al área de difusión de las democracias occidentales homologadas (liberal-parlamentarias); y, a su vez, como medida aún más expeditiva (preventiva, si se quiere), la promoción de un secesionismo que se filtrase en las instituciones para romper España ante la previsión “revolucionaria” de una “España roja”, puesta en la órbita de la URSS (es verdad que el “eurocomunismo” había refrenado tales expectativas, en el PCF, en el PCI, en el PCE, pero a la administración norteamericana parece ser no le era suficiente).

El comunismo, por lo menos en su forma leninista, en cuanto que busca la transformación íntegra del estado burgués en estado socialista, no es compatible con el separatismo, ni siquiera con el federalismo

De hecho el comunismo, por lo menos en su forma leninista, en cuanto que busca la transformación íntegra del estado burgués en estado socialista, no es compatible con el separatismo, ni siquiera con el federalismo (como pone de manifiesto con total claridad Lenin en Estado y revolución). Otra cosa es que lo utilice, como estrategia (de nuevo el “divide et impera”), para erosionar a los estados capitalistas (y sobre todo cuando estos alcanzan su “fase superior” imperialista). Una estrategia, decimos, que se utiliza generalizadamente en la pugna entre estados para debilitar al rival (no es algo exclusivo del comunismo).

De ello se desprende que izquierda y separatismo no son conjuntos cuya relación venga definida, por así decir (recordando las propiedades de la relación de conjuntos), por la propiedad biyectiva (“todo izquierdista es separatista, y todo separatista es izquierdista”), ni siquiera por la sobreyectiva (“todo izquierdista es separatista, aunque no todo separatista es izquierdista” –que sería propiamente hablando lo que sostienen Moa y Losantos-), sino que más bien izquierdismo y derechismo guardan ambos relación de convergencia con el separatismo (“existe un izquierdismo separatista, y también un derechismo separatista”), como con el patriotismo español (“existe un izquierdismo patriótico del mismo modo que existe un derechismo patriótico”), siendo completamente sesgada la tesis, que Moa por cierto se ha empeñado en repetir una y otra vez, de que izquierdismo y separatismo están, y siempre han estado, aliados, representando ambos en conjunto una amenaza para la continuidad de España.

Es verdad que, digamos, contra Franco muchos, desde las izquierdas, mantuvieron una posición inyectiva sobre tal relación de convergencia (“no todo separatista es izquierdista, pero todo izquierdista es separatista”), suponiendo esta creencia, precisamente, un espaldarazo muy importante para la infiltración del secesionismo en los partidos llamados “de izquierda” durante el tardofranquismo y la transición (sobre todo en Cataluña). Pero creemos que esta coyuntura no se puede generalizar a toda otra situación, a riesgo de incurrir en anacronismo.

Por nuestra parte sostenemos, por lo menos históricamente, que ni todo separatista es izquierdista ni tampoco todo izquierdista es separatista, y para muestra vamos a ofrecer los siguientes botones (textos de Joaquín Maurín, uno de los fundadores del POUM, de Vicente Uribe, ministro comunista del gobierno de Largo Caballero, y un documento del PCE del año 1954) que hablan de una conciencia patriótica en el comunismo:

– «la aspiración de un español revolucionario no ha de ser que un día, quizá no lejano, siguiendo su ritmo actual, la península Ibérica quede convertida en un mosaico balcánico, en rivalidades y luchas fomentadas por el imperialismo extranjero, sino, por el contrario, debe tender a buscar la libre y espontánea reincorporación de Portugal a la gran unidad ibérica” (Joaquín Maurín, Hacia la segunda revolución, 1935; en la reedición de 1966 titulada Revolución y contrarrevolución en España, ed. Ruedo Ibérico, p. 69-70).

– «Al mismo tiempo que los más consecuentes internacionalistas somos los más fieles luchadores y defensores de la República española; los más entusiastas defensores de la Patria española; los más fieles ardientes patriotas de la España democrática; los más decididos enemigos de toda tendencia separatista; los más convencidos partidarios de la Unidad Nacional, del Frente Popular, de la Unidad popular” (Vicente Uribe, El problema de las nacionalidades en España a la luz de la guerra popular por la independencia de la República Española, Ediciones del Partido Comunista de España, Barcelona [1938]).

– “En estas horas de aflicción para la patria, cuando en virtud de la alianza militar, económica y política concertada entre la camarilla franquista y el gobierno de los Estados Unidos, España ha. sido reducida a la categoría de nación inferior, donde los imperialistas yanquis hacen la ley, el Partido Comunista de España se dirige a vosotros llamándoos a la acción para salvar a España, llamándoos a definir vuestra posición frente a la política fratricida de Franco y de Falange, llamándoos a uniros al pueblo en la lucha por la democratización de nuestro país.

Nuestra tierra natal, donde cada monte y cada valle, cada ciudad o aldea, de Móstoles a Zaragoza, de Gerona a Madrid, de Tarifa a Roncesvalles, de Sagunto a Numancia recuerdan la lucha secular del pueblo por la independencia patria, ha sido entregada en venta infame a los imperialistas yanquis.

Con la tierra española han sido vendidos el derecho y la justicia, el ejército y los secretos de la defensa nacional; han sido puestas en manos extrañas las riquezas del suelo y del subsuelo español, han sido hipotecadas la independencia y soberanía nacionales. […]

Porque el pueblo que dio un Fuenteovejuna no se dejará atropellar impunemente. El pueblo del 2 de Mayo en Madrid, de los Garrocheros de Bailén, de los estudiantes de Santiago y del Sitio de Zaragoza, el pueblo que hizo morder el polvo de la derrota a las orgullosas tropas invasoras de Napoleón cuando todo el mundo, confundiéndole con la servil camarilla gobernante que le traicionó, lo daba por muerto, no admitirá ser tratado como carne de esclavos al servicio de los opresores de su patria.

La camarilla franquista podrá ser comprada, pero no hay oro en el mundo para comprar al pueblo español, como no habrá fuerza humana capaz de hacerle marchar contra la Unión Soviética ni contra ningún otro pueblo amante de la paz. ¡Que no se llamen posteriormente a engaño los imperialistas yanquis y sus servidores españoles!” (Mensaje del Partido Comunista de España a los intelectuales patriotas, Abril de 1954).