El odio a España - Alberto G. Ibáñez

Al menos desde el año 2000 existe una estrategia clara, constante, definida y abundantemente financiada, impulsada desde la jefatura de la Generalitat, para “recatalanizar Cataluña” (ver sobre este plan de propaganda secesionista el artículo del fundador de Sociedad Civil Catalana, Mon Bosch, “La Propaganda”). Lo que nos importa destacar aquí es que dicha estrategia no se ha contentado sólo con exagerar las virtudes propias del pasado mítico de Cataluña, imponer la lengua catalana, y vender un futuro fantasioso sustentado sobre cifras inventadas. Nada de esto era suficiente sino llevaba consigo paralelamente el alentar el odio a España y lo/el español, pues en buena lógica sólo denigrando y menospreciando a España (su Historia, su presente, su lengua y sus costumbres) quedaría justificado el querer separarse de ella.

Se trata de volver a leyenda negra contra España, sobre la base de eslóganes falsos y exagerados, solo que esta vez fomentada por nuestros enemigos internos

Aquí confluyen dos fenómenos. Uno clásico, la leyenda negra se resucita cuando conviene debilitar la imagen de España con ocasión de un conflicto con ella (como se hizo por parte de los Estados Unidos con ocasión de la guerra en Cuba y Filipinas). Otro algo más novedoso: se refuerza la leyenda negra tradicional con nuevos contenidos, elementos y medios (e.g. escuelas y redes sociales). Se trata de volver a leyenda negra contra España, sobre la base de eslóganes falsos y exagerados, sólo que esta vez fomentada por nuestros enemigos internos, más que externos. Veamos:

– España no existe, sólo Cataluña; da igual que la primera sea reconocida internacionalmente como tal desde hace al menos 500 años, mientras la segunda nunca haya sido como nación independiente, ni siquiera haya sido un reino, sino un conjunto de condados o un mero principado.

–  España es ladrona (“España nos roba”); da igual que Josep Borrell y Joan Llorach, Las cuentas y los cuentos de la independencia (ed. Los Libros de la Catarata, Madrid, 2015), hayan demostrado que es falso.

– Todos los males de Cataluña son culpa de Madrid; da igual que los nacionalistas lleven gobernando casi cuarenta años, que el 50% de la deuda autonómica sea responsabilidad suya y que la Generalitat haya sido configurada como uno de los gobiernos regionales que peor gestiona sus recursos incluso por la Comisión Europea (cfr. Grupo de Administración Pública, “El coste del mal gobierno”, Fundación Progreso y Democracia, pp. 36-40).

– España es corrupta, da igual que sea Cataluña la región con más imputados por corrupción y que los casos que se detectan lo sean gracias a los medios “de Madrid” y a los jueces que todavía no puede nombrar directamente el nacionalismo. Incluso no es descartable que algunos líderes políticos hayan empujado el movimiento secesionista, conscientes de que tal vez sea ésa la única manera de “robar sin penar”.

España es un país autoritario y “centralista” que no ha superado su pasado franquista. Da igual que la República perdiera la guerra fundamentalmente debido a la traición de los nacionalistas vascos y catalanes

–  España es un país autoritario y “centralista” que no ha superado su pasado franquista. Da igual que la República perdiera la guerra fundamentalmente debido a la traición de los nacionalistas vascos y catalanes. Da igual que hayan pasado más de cuarenta años. Da igual que nuestra transición haya sido modélica y que figuremos entre los países que más respetan los derechos humanos. Da igual que seamos el segundo país más descentralizado del mundo. Da igual que otros países de nuestro entorno tengan un pasado reciente no más honroso que el nuestro y que sus acciones hayan causado millones de muertos (nazismo, fascismo y comunismo). Ellos pueden olvidar rápidamente sus “pecadillos” de juventud y mirar juntos al futuro sin complejos. Nosotros no.

-En definitiva, España es, “debe ser” un completo desastre Por ello, se afirma públicamente y sin inmutarse que “cuanto peor le vaya a la imagen de España, mejor será para los planes de una Cataluña independiente”, para lo que debe negarse el éxito español en cualquier campo. De manera concreta, no pueden ni deben existir empresas españolas punteras en su sector, salvo que sean catalanas. Andrea Levy, miembro del PP catalán, decidió contestar a unas manifestaciones que había realizado en este sentido el conocido economista independentista Xavier Sala i Martín en una tertulia radiofónica de mayo de 2015. En un artículo de opinión en el diario El Mundo el 19 de junio de 2015, bajo el título “Dígame qué hace España”, Levy, también catalana, se limitó a destacar varias empresas españolas exitosas en el mundo, lo que Sala i Martín intencionadamente negaba. Merece la pena retomar algunos de los ejemplos que daba (CAF, TALGO, ZARA, MANGO, SANTANDER…), aunque son muchos más. Por de pronto la empresa “pública” Navantia es líder tecnológico en el sector naviero donde construye barcos para muchos países, incluida la todopoderosa Australia. O ¿sabían que somos los segundos productores del mundo de almendras, tras los Estados Unidos, y los primeros en calidad? (para más casos, ver la página web de Marca España).

Para expandir esta nueva leyenda negra “interna” todo vale, desde la compra de tertulianos, catedráticos o “influencers”, dentro y fuera de nuestra fronteras, hasta la utilización de unos medios de comunicación domesticados y serviles a la causa

En todo caso, para expandir esta nueva leyenda negra “interna” todo vale, desde la compra de tertulianos, catedráticos o “influencers”, dentro y fuera de nuestra fronteras, hasta la utilización de unos medios de comunicación domesticados y serviles a la causa a cambio de cuantiosas subvenciones finalistas (“te pago, pero te callas”) y amenazas implícitas y explícitas. Se utilizan unas imágenes (en ocasiones además falsas) y no otras para desprestigiar a todo un colectivo, en este caso la guardia civil o la policía durante su actuación el uno de octubre, ocultando todo lo que pudiera estropear ese titular (pasividad de la policía autonómica, ilegalidad de la consulta, provocaciones de los radicales…). Lo extraño no es que los separatistas traten de “colocar” su propaganda anti-española (nada nuevo bajo el sol), lo raro es la facilidad con la que compraron la mercancía averiada tantos extranjeros, y tan rápidamente, los mismos que curiosamente callan si “su” policía se excede ante manifestaciones anti-sistema en las reuniones del G-20, por ejemplo. Entonces, simplemente cumple su deber. Curioso por ejemplo que un sujeto como Julian Assange de la noche a la mañana pase a estar interesado en la independencia catalana y en criticar a España. O que Jon Lee Anderson, cuando escribe en The New Yorker que la Guardia Civil es un cuerpo “paramilitar”, mienta a conciencia “sin ningún escrúpulo, sabiendo que miente, con perfecta deliberación, sabiendo cuál será el efecto de su mentira” (cfr. A. Muñoz Molina, 13 de octubre de 2017, El País “En Francoland”). O que la autora de Harry Potter caiga en parecida trampa en su cuenta de Twiter criticando los excesos de la policía franquista española, hasta que alguien le pregunte por qué no decía nada de los 38 años que el ejército británico ha estado patrullando las calles de Irlanda del Norte.

De manera especial, se utiliza a la escuela como campo de batalla ideológica para criticar y cuestionar la idea de España y su Historia, aprovechándose de que nunca hemos tenido una escuela verdaderamente estatal ni un manual de historia unificado

De manera especial, se utiliza la escuela como campo de batalla ideológica para criticar y cuestionar la idea de España y su Historia, aprovechándose de que nunca hemos tenido una escuela verdaderamente estatal ni un manual de historia unificado. Por ejemplo, se utiliza de forma torticera el término “Corona catalano-aragonesa” que surge en 1869 cuando un estudio sesgado de Antonio de Bufarull obtiene el premio del Ateneo catalán. Como ha demostrado la Asociación de Historiadores de Cataluña “Antoni de Campany” (cfr. Nota de prensa de 23 de enero de 2018), esa expresión no sólo ignora la historia real, sino que desprecia a dos grandes reinos de la corona (Valencia y Mallorca) además de otros que lo fueron según qué periodo (Nápoles, Cerdeña y Sicilia), por parte del único territorio que nunca fue reino y que pretende además ocupar el lugar preeminente. Lo extraño es que los afectados no lo hayan denunciado públicamente ni emprendido acciones judiciales.

En conclusión, la estrategia separatista de denigrar lo español e incitar el odio a España no se sustenta en datos ciertos, es pura falsedad, “delito del odio”. ¿Por qué entonces sobrevive?

En conclusión, la estrategia separatista de denigrar lo español e incitar el odio a España no se sustenta en datos ciertos, es pura falsedad, “delito del odio”. ¿Por qué entonces sobrevive? En primer lugar porque no existe una estrategia de características similares, pero de signo contrario, que de manera “pro-activa” (y no meramente reactiva) le dé la oportuna réplica. Pues no hay que descartar que se aproveche igualmente de la ingenuidad de varios líderes políticos españoles (muchos de los cuales visten de morado, pero no sólo), así como de la tradicional torpeza española a la hora de “vender” sus logros, inventos y hazañas, los cuales sólo se reconocen en su caso en algunas jornadas o congresos especializados; se les da algún premio, y luego volvemos a casa, mascullando lo mal que lo hacemos todo y todos.

O tal vez también se aproveche de que seamos el país avanzado que peor nota se pone a sí mismo y el único del mundo donde la valoración interna es mucho peor que la externa (la que los demás hacen de nosotros). Es más, la tendencia es que la distancia entre imagen exterior (cada vez mejor) e interior (cada vez peor) se siga agrandando. Ya en el “Pew Global Attitudes Survey” de los años 2012-2013, sobre la opinión que los nacionales de unos países tienen sobre otros (Grecia, Italia, Alemania, Inglaterra, Francia y España), se mostraba que los españoles somos los que peor opinión tenemos de nuestro propio país (-16 puntos sobre 100), mientras el resto se valoraba a sí mismos entre 84 y 20 puntos positivos (incluso Grecia, incursa en ese momento en pleno rescate de la UE, se valoraba con 67 puntos). Mientras España era considerada por el resto como el primer o segundo mejor país extranjero con entre 69 y 27 puntos positivos. En este mismo sentido se pronuncia el “Reputation Institute” (ver también Javier Noya “Imagen exterior y autoimagen de los españoles: un caso de ignorancia pluralista”, Real Instituto Elcano, Documento de Trabajo 5/2014 | 24 de abril de 2014).

¿Por qué resulta más fácil odiar que amar (sanamente) a España, incluso por parte de los propios españoles? Solo respondiendo con coraje y honestidad a esta pregunta podremos enfrentarnos a la propaganda hispanófoba del separatismo.