Cosas que a nadie importan - PM Uribe

En medio de un acto del Partido Socialista Obrero Español, la primera vicepresidenta del gobierno de coalición progresista de España nos dio una lección de empatía y bondad para evitar las guerras que proponen la derecha y la ultraderecha. En el día de San Valentín, así que muy acorde al espíritu de la fecha,  Carmen Calvo nos dijo: “Cuando quienes quieren que la política sólo sea un combate inútil de cosas que a nadie importan, pongamos por caso Venezuela, nosotras haremos política aquí, con los problemas que duelen: la dependencia, la vejez, la manera de nacer, la interrupción voluntaria del embarazo, la protección de nuestros menores». No creo que exista mejor forma de llevar la humanidad a la política que dejando en claro los asuntos que importan y los que no.

¿Por qué debería importar Venezuela a los españoles? El INE apenas registra 137 mil venezolanos empadronados en España en 2019, casi un 45% más que el año 2018. Esta cifra, además, no toma en consideración a los españoles nacidos en Venezuela que han huido de las bondades de la revolución (cuyo número es cercano a los 160 mil) ni a los españoles que siguen residiendo en el país suramericano, unos 150 mil.

Por eso es extraño que en 2019 España empezase a conceder la residencia a venezolanos por razones humanitarias

Por eso es extraño que en 2019 España empezase a conceder la residencia a venezolanos por razones humanitarias. Algo explicable únicamente desde la perspectiva del gobierno anterior, radicalmente distinto del nuevo que reúne a la crema y nata del progresismo y la decencia política española. Las diferencias son claras: el gobierno en funciones anterior reconocía a Juan Guaidó como presidente encargado de Venezuela de forma inequívoca, mientras que el actual le relega a dirigente de la oposición –Pablo Iglesias dixit– para así devolver la humanidad a la política española. Y es que es irrelevante que la nacionalidad que lidera las solicitudes de asilo político en España sea de personas venezolanas, como resultado de un fenómeno migratorio que ha pasado de 700 mil personas en 2015 a casi 5 millones en 2019 en todo el mundo.

Estas son cosas sin importancia que no deberían alterar la agenda de un gobierno progresista en España: no creo yo que los venezolanos trabajen, tengan hijos, se den de alta en el régimen de autónomos o que paguen impuestos. Debe ser que todos esos compatriotas que trabajan en Uber Eats, Glovo, bares, restaurantes, tiendas por departamento, oficinas, clínicas, centros de estética o empresas de limpieza, entre otros, no cuentan en los números del INE ni se reflejan en las cifras de empleo de latinoamericanos en España y que es de 746 personas por cada 1000. Quizá el IVA que pago cuando hago la compra se desvanece, como se desvanece mi condición humana al ser venezolano cuando se dicen cosas como la que dijo la ministra progresista.

Tampoco deben importarles la vulneración flagrante del derecho internacional público. Eso de hacer escándalos porque una torturadora, sancionada por la Unión Europea, pise suelo español para poder cambiar de avión y saludar a uno que otro amigo en el Aeropuerto de Barajas es una nimiedad. Estas cosas que tienen que ver con Venezuela no son relevantes. Que Delcy Rodríguez sea alto funcionario de un gobierno de facto (reconocido así por el gobierno español en funciones anterior) que aplica de forma sistemática la tortura a los disidentes no importa, a pesar de que esta realidad está documentada por Naciones Unidas (ver informe Bachelet) y registrada por ONG’s venezolanas como Provea, que denuncia un aumento de más del 500% en los casos de tortura en el año 2019 frente a las cifras de 2018. Tampoco es importante que Ábalos sea buen amigo de un ministro del gobierno dictatorial venezolano, ni la cadena de mentiras que surgió de este encuentro y, menos aún, las declaraciones que al respecto emitiera el dictador caribeño calificando de secreto lo conversado entre el ministro progresista y la torturadora venezolana.

Calvo tiene razón, carece de importancia pensar en estos asuntos estériles. Hablar de ello es tan inútil como pedirle a Podemos que reconozca al chavismo como una dictadura o que haga lo propio con el gobierno teocrático iraní; como pedirle al PP que diga lo propio de la dictadura saudita o pedirle peras al olmo. Son cosas imposibles porque según el criterio Calvo son banales ya que no versan sobre la dependencia, la vejez, la manera de nacer, la interrupción voluntaria del embarazo o la protección de los menores.

es indignante y problemático que se comprometan los derechos de las personas por mero rédito político

Pero como mi indignación me envalentona, me permitiré abordar la nimiedad de lo venezolano, no en vano nací allí y soy a todas luces ciudadano venezolano: es indignante y problemático que se comprometan los derechos de las personas por mero rédito político, una práctica que se repite constantemente dependiendo de la conveniencia del momento. Yo comprendo perfectamente que el problema venezolano pase a segunda instancia cuando el principal socio de gobierno sea un partido gestado bajo la sombra del chavismo, cosa que ni Pablo Iglesias ni Juan Carlos Monedero han escondido nunca. Pero es doloroso que la suerte de nosotros los venezolanos quede a la merced de la ignominia de seres que, como Carmen Calvo, son capaces de ningunear la crisis humanitaria compleja más grave del siglo XXI en América Latina a cambio de unos pocos aplausos o unos días sentada al frente de una vicepresidencia.

seremos votos, eso que los políticos de turno valoran más que la dignidad humana

Es fundamental recordar que un día los venezolanos en el extranjero, somos 300 mil en España, tendremos que tomar decisiones en las urnas. Hablar de nosotros como una distracción inventada por la derecha para sabotear al gobierno de progreso es, desde su fría perspectiva demagógica, una irresponsabilidad de cara al futuro diverso que estamos construyendo los venezolanos allende nuestras fronteras, pues seremos votos, eso que los políticos de turno valoran más que la dignidad humana.

Recuerden ustedes, miembros del gobierno del progreso, que los venezolanos dejamos Venezuela porque una dictadura salvaje nos llevó a ello. No hay una Venezuela polarizada en bandos de izquierda o derecha, sino una sometida a una dictadura inescrupulosa, depredadora y con unos tentáculos muy extensos, tanto así que cruzan el Atlántico para afectarnos todos los días y que tiene secuestrada a nuestras familias en un Estado dirigido por tal número de mafias y grupos delincuenciales que es imposible enumerarlos. Hablar de humanidad y empatía para acto seguido hablar de Venezuela como esas cosas que no importan es de una bajeza horrorosa, y duele tanto como los verdaderos problemas de los españoles.