Ingeniería social
¿Recuerdan a la famosa niña de Rajoy? Sí, la de las chuchesshh. Pues, aunque no lo parezca, esta irrisoria situación se produjo por el intento de aplicar una técnica de manipulación denominada identificación catártica, que forma parte de un grupo más amplio de estrategias basadas en la apelación emocional. La técnica consiste en utilizar una historia con la cual las personas se sienten identificadas para despertar una respuesta emocional positiva, lo que facilita a su vez, por la humanización e identificación con el protagonista, aceptar las ideas o los argumentos que se esconden detrás de la misma. Cierto es que, aunque la técnica es buena, la ejecución fue absolutamente horrible pues faltó la credibilidad de alguien que narra una situación que desconoce y de la que nunca será partícipe debido a su superior status socioeconómico.
Ocurrió lo mismo, igual técnica y parecido resultado, con la famosa carta de las hijas de Pedro Sánchez y su “te quiero mucho, papi”, que rápidamente se difundió como un burdo montaje mal ejecutado. Y es que una cosa es conocer la receta de la tarta y otra saber hacerla.
Una definición clásica de psicología social es aquella que la dibuja como la ciencia que se centra en el estudio de cómo los pensamientos, sentimientos y comportamientos de las personas son influidos por la presencia real, imaginada o implícita de otras personas (Allport, 1954). En este sentido, la psicología social aplicada sería la disciplina que se encarga de analizar los conocimientos de esta ciencia acomodándolos a los contextos y problemas reales de la vida diaria. De este modo, estos principios pueden desplegarse en contextos tan dispares como la educación, la familia, el deporte y, por supuesto, la política.
No obstante, bajo esta definición tan neutra, académica y de fachada tan respetable, se esconde un uso perverso, pues al igual que se puede utilizar para mejorar las relaciones sociales o la cohesión entre grupos, también puede utilizarse para dirigir a voluntad los pensamientos, emociones y conductas de una incauta masa de individuos (que se lo digan a los independentistas). Así, se ha generalizado el término de ingeniería social para referirse coloquialmente, no tanto académicamente, al conjunto de métodos y técnicas que las autoridades o los grupos de presión utilizan para manipular a la masa ciudadana, mucho más dócil que el individuo aislado.
Entre los contextos de aplicación, uno de los más estudiados ha sido el de la propaganda política, donde se han dado notables éxitos y donde los grandes estrategas de la comunicación, dicho sea de paso, han visto notablemente incrementados sus ingresos. Como existen decenas de técnicas de múltiples tipos, veremos solo algunas de las más habituales, remitiendo al que quiera ampliar el tema al manual de Arias, Morales, Nouvilas y Martínez (2012).
Técnicas de propaganda basadas en el etiquetado
La primera gran categoría de técnicas de manipulación se basa en el etiquetado. Etiquetar algo o a alguien es eficaz pues se aplica un heurístico, esto es un atajo mental a través del cual podemos conformar unas pautas de actuación con un procesamiento muy limitado de información. Con poca información, la de la etiqueta, ya extraemos unas conclusiones generales y categóricas, lo cual tiene un gran efecto en nuestra conducta. Esto convierte a los heurísticos en recursos donde se da una relación óptima de coste-beneficio en procesamiento de la información. Si decimos de alguien que es de “izquierdas” o de “derechas”, no necesitaremos más para achacarle determinados principios y opiniones, aunque en realidad no tengamos ni idea de lo que piensa sobre múltiples aspectos. Dos técnicas dentro de esta categoría son las siguientes.
Uso de etiquetas negativas
A nadie se le escapa que etiquetar a alguien de forma negativa conlleva una carga emocional que anula la necesidad de tener que pensar si tal etiqueta se fundamenta en hechos o no. El caso más paradigmático de esta técnica es el ya cansino uso de la palabra fascista. Vox es fascista, el PP es fascista, UPyD era fascista, tú eres fascista y, en definitiva, aquí es fascista cualquiera que no piense como yo.
Recomiendo ver el magistral video del genial Antonio Escohotado donde analiza como el triunfo de Trump es el triunfo de la incorrección política debido a que “estamos hasta las pelotas de lo políticamente correcto”
Lo curioso de esta técnica es que, aunque ha tenido su momento de gloria hasta hace relativamente poco tiempo con una cierta eficacia, la frivolización del término y la habituación han hecho que haya surgido un movimiento de reacción que la ha hecho contraproducente. En ocasiones, los vilipendiados por una denominación, toman la misma como causa de orgullo y lo que empieza siendo un intento de ofensa genera un efecto de cohesión entre los damnificados. Recomiendo ver el magistral video del genial Antonio Escohotado donde analiza como el triunfo de Trump es el triunfo de la incorrección política debido a que “estamos hasta las pelotas de lo políticamente correcto”.
Definición asimétrica
La definición asimétrica es la aplicación práctica de la neolengua orwelliana, pervirtiendo el uso del lenguaje común para ajustarlo a unas intenciones que el grupo, en realidad, no comparte. Y en esto hay que reconocer que los partidos “de izquierda” (etiquetado), son auténticos genios. Por ejemplo, amparando con gran desfachatez un escrache o acoso violento a un comunicador denominándolo “jarabe democrático” cuando todos sabemos, se lo justifique cada uno como se lo justifique, que no hay nada más contrario a la propia esencia de la democracia que intentar impedir la libertad de expresión de un ciudadano y, como consecuencia, la libertad de información del resto.
Técnicas de propaganda basadas en falsas inferencias
Manipular para inducir falsas inferencias en otros es relativamente sencillo
Una inferencia es una conclusión que se extrae de hechos parciales por la presuposición que el individuo hace de dicha conclusión, que toma como verdadera aunque en realidad le falte información para aseverarla. Imaginemos que nos cruzamos con nuestro vecino del quinto en el aparcamiento del Mercadona y levantamos la mano para saludarlo, para a continuación ver cómo sigue su camino. Podemos inferir que no nos ha visto con la consecuente indiferencia ante tal hecho, o podemos pensar que es un cabrón presuntuoso al que va a volver a saludar su señora madre. Hechos como este ocurren a diario y realmente no tenemos pruebas para saber si su conducta se debe a una u otra inferencia. Aun así, nosotros actuaremos como si nuestra conclusión fuera verídica, conclusión que será conformada y confirmada, en parte, por las emociones que nos despierte el individuo en cuestión. Manipular para inducir falsas inferencias en otros es relativamente sencillo.
Apelaciones tautológicas
Las apelaciones tautológicas son expresiones de tipo circular en las cuales el emisor realmente plantea una obviedad o, dicho de otro modo, establece una supuesta conclusión renombrando la causa. Si en el PSOE, a quien le encanta esta técnica, alguien dice: “Y acabaremos con el paro reduciendo el desempleo y generando los puestos de trabajo que tanto necesitan nuestros jóvenes”, realmente no está diciendo nada. Ya sabemos que acabar con el paro es reducir el desempleo y ya sabemos que para reducirlo hay que crear puestos de trabajo. La pregunta es: ¿y cómo narices piensa usted hacerlo? Sin embargo, al utilizar un enroque tan grandilocuente, los afines se volverán locos ovacionando al artífice de tan suprema estupidez.
Citas fuera de contexto
Sacar de contexto las citas o expresiones de tal o cual enemigo político también es una estrategia que encaja en esta categoría. Y en este caso pondremos como ejemplo un video real del informativo de Antena 3, de fecha 27/10/2014. En la noticia, una voz en off comenta: “su líder (Pablo Iglesias), ayer en Salvados se ponía ya en la piel de presidente del Gobierno y presumía con la idea de tener su propio programa en televisión como lo tenía Hugo Chávez en Venezuela”, respondiendo a continuación Iglesias: “es que eso molaría”. Pero, oh sorpresa, vamos al programa original y esta es la secuencia. El inefable Évole le pregunta a Pablo Iglesias “¿si fuera presidente tendría un programa en televisión española al estilo Aló presidente de Hugo Chávez?”, y Pablo responde: “Evidentemente no”. El presentador vuelve a la carga: “¿Pero te imaginas a Pablo Iglesias presidente del Gobierno con su programa semanal en televisión, o mensual, de hoy el presidente responde?” y Pablo Iglesias contesta: “Hostia, es que eso molaría, es decir, dar la cara, un presidente del Gobierno que se junta cada mes con cinco periodistas así cabrones como tú, en lugar del rollo pantalla de plasma”. Cinismo aparte, cambia la copla. Ahora bien, da exactamente igual que la mentira se destape, pues la mitad de los que han visto ese telediario nunca serán conocedores del engaño por mucho que haya informaciones que lo contrasten, pues seguirán siendo fieles a sus propios medios.
Técnicas de propaganda basadas en la autoridad de la fuente
La autoridad de una fuente otorga por sistema credibilidad a un argumento o a un mensaje y esta es la razón por la cual en los anuncios de pasta dentífrica salen sujetos con bata blanca mientras la voz en off nos recuerda que nueve de cada diez dentistas la recomiendan. Aunque siempre nos quedará la duda de saber qué piensa el décimo, en realidad no sabemos si el tipo de la bata blanca es dentista, médico, actor o churrero, pero el contexto nos trae a la mente de forma inmediata a un profesional de la salud dental. Veamos tres técnicas basadas en este recurso.
Condena en origen
Se trata simplemente de contrarrestar un argumento atacando a una de las fuentes que lo defiende. Si Federico Jiménez Losantos, que para algunos es Satán, defiende por ejemplo la privatización de las pensiones, esta propuesta queda inhabilitada por ser defendida por él, al igual que alguien de derechas ni tan siquiera entraría a valorar tal o cual demanda si la defiende, por ejemplo, Iñaki Gabilondo.
Fuentes secretas
Esta técnica es de especial relevancia en los medios de comunicación, fieles perros de sus amos políticos que, como no podía ser de otro modo, no tienen problema en utilizar algunos de sus más sucios métodos. El archiconocido “fuentes cercanas a la investigación” o “fuentes conocedoras del asunto”, es utilizado en ocasiones como base de hechos de dudosa ocurrencia o argumentaciones peregrinas, a sabiendas de que nunca podrá corroborarse tal información por la incapacidad para identificar a la fuente en sí misma.
Los hombres sabios no se equivocan
En este caso, se trata de confirmar un argumento apelando a la validación que hace del mismo una autoridad suprema. De este modo, si el gobernador del Banco de España pide que no se revoque la reforma laboral, muchos considerarán que esto es palabra de Dios, como si fuera inherente al cargo no ser un mentecato o un sinvergüenza. Quizás algunos deberían revisar antecedentes del puesto.
Técnicas de propaganda basadas en la asociación
Durante muchos años, la psicología estudió el fenómeno del aprendizaje desde la base de la asociación de conceptos. Si se asociaba un nuevo conocimiento a uno previo ya existente, el resultado era un aprendizaje mucho más rápido y eficaz. En la asociación se fundamenta también el denominado efecto halo, que es un sesgo cognitivo (error en el procesamiento de la información), según el cual atribuimos a propiedades específicas de algo o alguien valoraciones semejantes a las que hemos hecho globalmente y viceversa, o aplicamos la misma valoración a un aspecto si lo asociamos con elementos semejantes valorados previamente.
El ejemplo más claro de este fenómeno es el de utilizar a famosillos como referentes de todo tipo de productos, servicios y mensajes. Como son personas exitosas y conocidas, aquello que nos digan quedará cargado de ese halo de éxito, por lo que seremos proclives a aceptarlo. Así, hubieran sido muy efectivos los anuncios contra la droga de Maradona, por ejemplo, si no hubiera sido de dominio público su querencia por aquello mismo que denostaba, lo cual, dicho sea de paso, pudo tener un efecto contrario al deseado. Veamos un par de técnicas basadas en estos principios.
Testimonial positivo y negativo
El testimonial positivo consiste en buscar al apoyo de un referente social al argumento o idea que se trata de inculcar, como de hecho sucedió con el famoso anuncio de la ceja en que buena parte del artisteo patrio apoyaba a Rodríguez Zapatero. Su inverso, el testimonial negativo, consiste en asociar a una persona de dudosa reputación con el grupo objeto del ataque, como pudimos apreciar recientemente cuando varios medios de comunicación difundieron a toda plana que un ex líder del Ku Klux Klan había felicitado a Vox por su magnífico resultado.
Yuxtaposición
Esta técnica consiste en relacionar dos elementos incluso cuando dicha relación no es real. Hace tiempo salió la noticia de que Núñez Feijóo había comido con el narco Marcial Dorado. Aunque ciertamente no sabemos a qué se debía tal relación, las fotos junto con el discurso que la acompañaban, pretendían asociar dicha relación con el binomio política-narcotráfico, con el consiguiente descrédito del político y de su partido.
¿Somos tan fáciles de manipular?
Cuando en diferentes encuentros, tanto formales como informales, sale el tema de la manipulación social y las formas de llevarla a cabo, las reacciones suelen ir desde el terror que produce ser tan fácilmente controlables hasta la más rotunda de las negaciones. Esta última respuesta es ciertamente hilarante, pues solo es la aplicación del más infantil de los mecanismos de defensa, la negación. Como no me gusta una realidad, me la niego utilizando los requiebros mentales que sean necesarios (y aplicando el principio de la disonancia cognitiva, que tan bien conocen los totalitarios de nuevo cuño).
Teniendo esto en cuenta, contaré simplemente dos pequeñas intimidades para que sea cada uno quien saque sus propias conclusiones.
La primera es referente al ámbito profesional. Cuando abrí mi consulta, uno de los primeros cursos que diseñé tenía por título: “Técnicas defensivas frente a la manipulación emocional”. Aunque mi intención era aplicarlo a asociaciones de víctimas de violencia de género, de grupos sectarios o de consumidores, solo dos empresas se mostraron interesadas en él para que lo impartiera a ciertos empleados. Su intención, desde luego, no era utilizarlo en defensa de nadie, sino aprovechar esas mismas técnicas para fines más lucrativos. No lo impartí y retiré el curso de la oferta. Ya hay suficientes manipuladores sin necesidad de que generemos más.
La segunda, del ámbito político, sucedió cuando era responsable de comunicación de UPyD-Oviedo. Twitteando un día con Carlos Martínez Gorriarán (no sé si lo recordará), le dije que teníamos que empezar a utilizar este tipo de técnicas como hacía el resto de partidos o los resultados iban a ser desastrosos, pues no jugábamos en igualdad de condiciones. Me contestó: “No hemos venido a hacer lo mismo que los demás” y aunque reconozco que me pillé un cabreo considerable, hoy lo agradezco, tanto por tener el valor de introducir el aspecto ético en esta putrefacta política que vivimos, como por recordarme que casi siempre el camino es más importante que la meta.
Referencias bibliográficas
Allport, G. (1954). The historical background of modern social psychology. En G. Lindzey (Ed.), Handbook of social psychology (pp. 3-56). Reading: Addison-Wesley.
Arias, A.V., Morales, J.F., Nouvilas, E. y Martínez, J.L. (2012). Psicología Social aplicada. Madrid: Editorial Médica Panamericana.
Brillante