Manuel Valls - Ramon de Veciana

El anuncio de la posible candidatura de Manuel Valls a la alcaldía de Barcelona por el partido Ciudadanos ha abierto una polémica acerca del efecto político de la presencia de un candidato extranjero y europeísta en el “procés” independentista.

Lo que inicialmente parecía una idea inédita de Ciudadanos, finalmente, se ha sabido que, en realidad, es el resultado una nueva actuación desleal de Albert Rivera en su tránsito por la política

Lo que inicialmente parecía una idea inédita de Ciudadanos, finalmente, se ha sabido que, en realidad, es el resultado una nueva actuación desleal de Albert Rivera en su tránsito por la política. La operación “Manuel Valls”, como candidato a la alcaldía de Barcelona surgió en Sociedad Civil Catalana (SCC), que lo trajo a diversos actos políticos en favor del constitucionalismo y de la unidad de España. En SCC se pensó cabalmente en él como un candidato ideal que, más allá de los partidos, podía desplazar a Ada Colau de la alcaldía de Barcelona, que es una plaza electoralmente “barata” en votos. Cuando Albert Rivera tuvo noticia de la operación, la usurpó, abortando de plano lo que debía ser operación de alto calado del frente constitucionalista para convertirla en otra maniobra artera y un golpe bajo de Rivera y un nuevo acto de marketing político de Ciudadanos, que ha prometido más “fichajes” de este tipo.

No es nueva la política de fichajes por Ciudadanos. En 2009, se anunció el fichaje relámpago de Miguel Durán como candidato de Ciudadanos a las elecciones europeas que, a la sazón, era conocido por haber sido exdirector general de la Once y expresidente de Telecinco quien, finalmente, encabezó la candidatura de la coalición Libertas, una organización de ultraderecha, xenófoba y eurófoba, liderada por el irlandés Declan Ganley, que curiosamente fue uno de los promotores del ‘no’ a la integración en la UE. Posteriormente se ha sabido que, en realidad, Ciudadanos actuó entonces verdaderamente como una franquicia en España de Libertas, a cambio de financiación. Los resultados electorales fueron nefastos y se volvió a tapar el tema del lustroso fichaje con un silencio ominoso.

La política de fichajes de Ciudadanos parece ser la de estrellas fugaces que aparecen y desaparecen sin dejar rastro

Cesar Cabo, quien ganó fama como portavoz de los controladores aéreos, fue presentado en 2013 como otro fichaje fulgurante de Ciudadanos. Todo hasta que la estrella de Cabo se apagó cuando en 2014 fue imputado por un presunto delito de sedición y abandono de funciones públicas y falsedad documental durante el cierre del espacio aéreo en diciembre de 2010. Nunca más volvió a verse al fichaje junto a Albert Rivera, ni hablarse de él. En consecuencia, a juzgar por los precedentes, la política de fichajes de Ciudadanos parece ser la de estrellas fugaces que aparecen y desaparecen sin dejar rastro. Manuel Valls seguramente desconoce el trato de “usar y tirar” de los fichajes en Ciudadanos.

Lo cierto es que la posible candidatura de Valls a la alcaldía de Barcelona revela más las evidentes debilidades de los partidos constitucionalistas frente al “procés” que el posible efecto taumatúrgico de la propuesta contra al “procés”.

Se ha evidenciado la incapacidad de articular una candidatura unitaria de los partidos constitucionalistas para aprovechar los efectos de la Ley d’Hondt que premia las mayorías, cuando Ciudadanos ha preferido torpedear una propuesta unitaria antes que garantizar un éxito conjunto. El grado de egoísmo y la cicatería política de los partidos constitucionalistas se pone de manifiesto, precisamente, cuando existe el mayor reto democrático que sufre España en los últimos cuarenta años, partidos que son incapaces de aunar fuerzas para hacer frente a las propuestas independentistas y populistas que, poco a poco, van ganando terreno no sólo en Cataluña sino en toda España. Ya se vio ello cuando, con motivo de la constitución del Parlament surgido de las últimas elecciones del 21-D, Ciudadanos se negó a ceder un parlamentario para que el PP pudiera tener grupo parlamentario propio y tuviese así presencia en los órganos del Parlament que equilibrara el constitucionalismo frente la fuerzas independentistas. Se prefirió debilitar el constitucionalismo en el nuevo Parlament, antes que dar algo de protagonismo político al desangrado PP catalán.

La propuesta de Valls también pone de manifiesto la inexistencia de candidatos autóctonos que causen una mínima adhesión del electorado constitucionalista cuando es preciso recurrir a la extravagancia de presentar como candidato a alcalde a una persona que no ha vivido ni vive en la ciudad de la que pretende ser alcalde y además, actualmente, es diputado en un parlamento extranjero.

El páramo de candidatos se hace más evidente ante la innegable altura política de Manuel Valls, exprimer ministro de Francia, exministro del Interior, exalcalde y diputado francés

Antes, en la manida política de globos sonda, se había lanzado la idea de que el exdiputado Jordi Cañas podría ser candidato a la alcaldía de Barcelona. Parece que se desechó la idea sin saberse todavía los motivos. Posiblemente el hecho de que la sociedad Inversiones Manais 2002, SL, de la que Jordi Cañas fue administrador adeude más de 1,2 millones de euros a Hacienda no es la mejor carta de presentación para un cargo político que, después, pretenda exigir firmemente el puntual pago de impuestos a sus vecinos. También ha desaparecido la idea de que siga siendo candidata la actual concejal Carina Mejías, quien fue portavoz y diputada del PP durante casi 20 años, conocida por sus ideas ultraderechistas contrarias al aborto y al matrimonio homosexual. El páramo de candidatos se hace más patente ante la innegable altura política de Manuel Valls, exprimer ministro de Francia, exministro del Interior, exalcalde y diputado francés.

La apuesta de Valls como candidato a la alcaldía de Barcelona es arriesgada y obliga a poner el termómetro en la calidad democrática de la candidatura por el respeto al electorado. Nadie es capaz de vislumbrar las posibilidades que tendría la candidatura de Valls yendo bajo el paraguas de las siglas de Ciudadanos. Lo cierto es que Manuel Valls, político experimentado e inteligente, exige ahora presentarse bajo la fórmula de una plataforma abierta, que no sea de un solo partido, como la de Macron en Francia. Y lo cierto es que, si su candidatura no es capaz de reunir los votos de un arco del electorado que vaya del PP al PSC, el pronóstico electoral no es nada halagüeño.

Y lo cierto es que, si Valls se presenta y resulta alcalde, la apuesta habrá sido redonda; pero si se presenta, y finalmente no resulta elegido alcalde, esperamos por respeto a los electores y al juego democrático que permanezca durante 4 años sentado en el sillón como mero concejal, dispuesto a luchar por los vecinos y la ciudad que le votaron ilusionadamente. Deberá exigírsele, en este caso, un compromiso firme e ineludible de permanencia en el cargo si finalmente se presenta. De lo contrario será un fraude político sin precedentes, salvo que Ciudadanos se haya propuesto recuperar los viejos hábitos políticos de la España de la Restauración, con la reimplantación del candidato “cunero” con el fin de garantizar un escaño seguro al candidato con inexistentes vinculaciones con sus representados. Entonces la imagen de Valls, como candidato “cunero” lanzado en paracaídas desde un aeroplano sobre Barcelona, resultaría inevitable.

La idea de la unidad política de Europa hace viable que cualquier europeo pueda presentarse como candidato en cualquier elección de otro país de la Unión, sin más requisito que éste, ser europeo. Pero si hay algún cargo en el que es exigible una especial vinculación y conocimiento con el lugar y sus gentes es el de alcalde. Se hace extraña, hasta impropia, la idea de que pretenda ser alcalde de una ciudad quien no la conoce más que como mero turista o visitante. La alcaldía de una ciudad es mucho más que una administración de recursos públicos, es precisa una implicación natural y profunda con la ciudad, propia de quien la conoce y la quiere por su día a día.

Si el planteamiento es enfrentar la idea ilustrada, luminosa y viva de Europa frente a la caciquil, mezquina y ensimismada del nacionalismo y del independentismo catalán, lo procedente y útil es que Valls se presentase como candidato a la Generalidad de Cataluña

No cabe duda que la figura de Valls merece mucho más que la candidatura a una alcaldía. Si el planteamiento es enfrentar la idea ilustrada, luminosa y viva de Europa frente a la caciquil, mezquina y ensimismada del nacionalismo y del independentismo catalán, lo procedente y útil es que Valls se presentase como candidato a la Generalidad de Cataluña. El duelo político entonces sería más claro y rotundo en el foro que le corresponde; las ideas de progreso, solidaridad y libertad de Europa representada por Valls frente a la ideas supremacistas, etnicistas y totalitarias del independentismo catalán. La idea de Europa habría triunfado.

Es más, cabría sugerir que se presentase como candidato al Gobierno de España, con más presencia, conocimiento, formación intelectual y experiencia que cualquier otro candidato que Ciudadanos pudiera presentar. ¡Qué duda cabe!

¡A mí la Legión (extranjera)!