Linea roja - Jorge Valencia

Se produjo el mes pasado: Un grupo de radicales boicoteaba en Murcia un acto político de VOX con insultos a los participantes y al grito de “fascistas”. Con proclamas abiertamente violentas y totalitarias estos energúmenos intentaban impedir el derecho a la libertad de expresión de un partido político y expresaban su deseo de volver a enterrar en vida a José Antonio Ortega Lara, uno de sus miembros: “vuelve al zulo”, le gritaban.

El zulo tenía 3 metros de largo x 2,5 de ancho x 1,80 de altura y estaba situado debajo de una pesada máquina en una nave industrial de Mondragón en lugar tremendamente húmedo al lado de un río. No pude evitar recordar aquel mes de julio de 1997 cuando la policía acababa de liberar a Ortega Lara después de 532 días secuestrado en aquel agujero en el que le metieron los terroristas.

Recuerdo la alegría y el alborozo general en la sociedad española al conocer la noticia del rescate

Yo tenía 10 años por aquel entonces y viajaba en coche con mi familia a pasar las vacaciones de verano como cada año. Recuerdo la alegría y el alborozo general en la sociedad española al conocer la noticia del rescate de un hombre al que ETA, como se supo después, ya había decidido dejar morir de inanición. Recuerdo especialmente las palabras de mi abuelo en una parada que hicimos durante el viaje: «Veréis qué poco dura la alegría…».

Y qué razón tenía. El viaje de vuelta a Pamplona lo hicimos pendientes de la radio, como lo estuvo el resto de España aquella tarde del 12 de julio. ETA había secuestrado a Miguel Ángel Blanco dos días antes y amenazaba con matarlo si no se trasladaban sus presos al País Vasco. Recuerdo haber preguntado a mi padre con la inocencia de un niño los motivos que les llevaban a cometer semejante atrocidad, cosa que me explicó como buenamente se le puede explicar a un niño de 10 años.

Todo el país estuvo en vilo clamando por su vida durante aquellas interminables horas aunque finalmente los terroristas cumplieron su amenaza. La radio confirmó la noticia: ETA había disparado a Miguel Ángel y lo habían dejado tirado moribundo junto a unos matorrales. Finalmente murió horas más tarde, desatando la ira de todo el país que salió en masa a la calle a maldecir a ETA como nunca había ocurrido. Había nacido el espíritu de Ermua.

El espíritu de Ermua supuso un antes y un después en relación a la situación de ETA

El espíritu de Ermua supuso un antes y un después en relación a la situación de ETA y sus tentáculos políticos pero sobre todo a la reacción de la sociedad frente a ellos. Por fin la gran mayoría de la sociedad perdió el miedo a salir a la calle, las manifestaciones eran masivas en todas las ciudades, los ciudadanos gritaban delante de las cámaras “ETA, dispara, aquí está mi nuca”, abrazaban a la policía y los “ertzainas”. En definitiva, la sociedad se rebeló contra los terroristas como nunca hasta entonces.

Por primera vez ETA/Batasuna estaba acorralada y aquellos que habían sido los dueños de la calle y habían contado con el apoyo de una buena parte de la sociedad vasca y el silencio de la mayoría, por vez primera se sintieron totalmente excluidos por todos los ciudadanos. Aquello fue el principio del fin porque se trazó una línea roja donde debía trazarse: A un lado de la línea todos los demócratas (de todas las diferentes sensibilidades políticas e ideologías) y al otro, los enemigos de la democracia (ETA = Batasuna).

También aquello duró poco, pues el PNV traicionó aquel espíritu y corrió a pactar con ETA el acuerdo de Lizarra al verse en peligro su proyecto nacionalista. Pero en fin, la reacción de la sociedad ya se había producido y eso ya nadie lo podía cambiar.

¿Qué ha ocurrido para que ahora movamos esa línea para meter dentro a los totalitarios, enemigos de la democracia y saquemos a demócratas como Ortega Lara?

¿Qué ha ocurrido para que ahora movamos esa línea para meter dentro a los totalitarios, enemigos de la democracia y saquemos a demócratas como Ortega Lara? ¿Qué ha pasado en España para que un grupo de jóvenes insulte de tal manera a una persona torturada por quienes de verdad son los fascistas? ¿Qué ha ocurrido para que los jóvenes se hagan “selfies” con Otegi mientras insultan a quienes han sido víctimas de su banda? Algo hemos hecho muy mal para que esa línea que trazamos entre todos cuando la gota colmó el vaso aquella tarde de julio de 1997 se difumine de tal manera que permitamos que se mezclen víctimas con victimarios convirtiendo a fascistas que no se arrepienten de haber apoyado el terrorismo para imponer su proyecto totalitario en demócratas y a demócratas en fascistas simplemente porque no nos gustan sus ideas.

Estamos a tiempo de evitar la degeneración total de nuestra democracia. Nos jugamos lo más importante: Mantener la línea donde estaba: separando a todos los demócratas (de izquierda a derecha) de los enemigos de la democracia. Pero hay que hacerlo ya, o será tarde.

Ingeniero mecánico trabajando en Berlín en el sector de la automoción - Colaborador habitual del diario digital navarra.com