Cataluna y la risa - Juanan Nuevo

No nos representan”; “La escuela está en la calle”; «Vamos despacio porque vamos lejos»; “Un desalojo, otra okupación”; “Think Different”; “En los exámenes responda con preguntas”; “No a la revolución con corbata”; “Porque tú lo vales”.

El adolescente es siempre una víctima; nadie le quiere, pero sobre todo nadie le quiere escuchar. Está recién llegado al mundo y los problemas que descubre le parecen absurdos: sin nada que perder y sin conocer la fragilidad de los pilares que sostienen el mundo en que vive, la soluciones le parecen sencillas y evidentes y no entiende que nadie las aplique. Sin conocer otros intereses que los del círculo familiar en que ha nacido y se ha educado, y sin nadie a cargo, las únicas razones que puede concebir para que el mundo no funcione de la manera que él desea son la maldad y la estupidez. Eso dice la publicidad, eso cabe en 280 caracteres y eso no lo desmiente la educación. En algún momento, el objeto de ésta última dejó de ser que el joven adolescente dejara de serlo para convertirse en el medio para que no lo hiciera.

No somos antisistema, el sistema es antinosotros; Queremos todo y lo queremos ahora; «Error de sistema. Reinicie, por favor»; «Sin casa, sin curro, sin pensión, sin miedo»; «Ya tenemos Sol. Ahora ¡La luna!”.

Gobernar y legislar a base de eslogan: ya toda comunicación que pretenda ser tenida en cuenta en el mercado tiene que adoptar ese formato o arriesgarse a la irrelevancia. En una perfecta trampa 22 -la situación sin salida de lógica circular que impedía a los soldados dejar un escenario de matadero en la novela de Joseph Heller-, sólo lo muy simple y que ya suena a quien lo oye o lee sirve para informar, pero al informar de esa manera se vacía de contenido lo que se expresa. Ser relevante y conseguir atención requiere convertirse en irrelevante.

En los años en que yo comenzaba mi formación se decía que ya sobraban informadores. Pero cuando todos comunican y todas las comunicaciones están al mismo nivel compitiendo por la escasa atención disponible, todos son comunicadores. Por supuesto carecen de formación para ejercer; pero ya lo hemos dicho: la formación tampoco aporta tanto hoy en día.

La risa y la intrascendencia en el nacionalismo

Martin Amis enmienda la plana a Adorno, cuando éste dice que después de Auschwitz se ha vuelto imposible la poesía: lo que se ha vuelto imposible es la risa. Resulta imposible bromear con los campos de concentración. Sin embargo, las bromas con Stalin y el gulag sí nos parecen permisibles. La risa despoja de su gravedad la muerte de diez, quince o veinte millones de sus compatriotas: si se puede bromear, el horror que provoca es menor. Estamos juzgando dos horrores por sus intenciones, no por sus resultados: el soviético nos parece “menos horror” porque pensamos que se hizo en nombre de algo loable. Quizá también tenga algo que ver que el régimen nazi terminara en 1945, y el soviético en 1991.

El derecho a soñar y a ser feliz en una fantasía prima sobre la miseria y el dolor que puede provocar

En una discusión en una cena un economista responsable de la hoja de ruta que ha seguido el procés, una vez que todo el plan se ha desmoronado, reconoce que no era realista, y que el proyecto de separación de España ha generado odio; de llegar a realizarse, continúa, provocaría un enorme sufrimiento tanto en Cataluña como en el resto de España. Aún así, afirma que no puede volver atrás: no puede desilusionar a la gente que sueña con la independencia. El derecho a soñar y a ser feliz en una fantasía prima sobre la miseria y el dolor que puede provocar. En esta concepción del mundo no llegan a ser reales.

Hay un paso a la violencia en la que quien la perpetra piensa: tengo razón, siento que tengo razón; tengo derecho a tener razón y quien me lo impide no tiene derecho a hacerlo: debe morir. Amenazar con morir y matar no tienen consecuencias en un mundo dirigido a base de eslogan. Se ha dicho con mucha frecuencia que el terrorismo nacionalista tiene carácter religioso; pero si ETA, ISIS o Hamas tienen en su base, de manera evidente, una excusa ligada con una religión, lo cierto es que el sentimiento religioso supone compromiso. Quien lo tiene está dispuesto a darlo todo por él; tanto en religiones que creen en un ser todopoderoso como las que desplazan la fe a fuerzas de la historia, como el comunismo marxista, exige compromiso con una construcción y un alto grado de empatía. Hay un paraíso al final del camino, pero exigirá el pago de un peaje para llegar a él: en el camino de la transformación de la sociedad, uno se habrá transformado.

Torra y la vía eslovena

Quieren ser irracionales y abrazar sus contradicciones, pero al mismo tiempo vivir en un mundo que funciona y que se comporta de forma previsible

En los movimientos identitarios, nacionalistas, cierto feminismo, independencia, animalismo, se alude con frecuencia a motivos de guerra. Se habla de muertos -incluso hablan de nuevos muertos quienes ya tienen en el haber de su causa asesinatos- pero al mismo tiempo exigen que se les considere como portadores de la verdad y se les acepte en la sociedad. Herri Batasuna acudiendo al parlamento. Quieren que se les quiera. Quieren que se les perdone su atolondramiento si algo de lo que dicen o hacen resulta excesivo. El resto de las personas no son más que atrezzo para su propia historia. Quieren ser niños caprichosos y no quieren ser responsables de sus actos. Quieren ser irracionales y abrazar sus contradicciones, pero al mismo tiempo vivir en un mundo que funciona y que se comporta de forma previsible.

El irracionalismo, el desprecio por la inteligencia, que siempre ha sido patrimonio de los reaccionarios, se convierte en fuerza inspiradora de quienes aspiran a cambiar el mundo. Hace años, cuando gente como el alpinista y comunicador Pérez de Tudela decía que no respetaba la inteligencia se entendía como una boutade; hoy, saltarían contra ella a causa de la ideología conocida del personaje, pero a nadie le importa Juan Carlos Monedero declarando que ellos hablan a los sentimientos o los eslóganes de Podemos hablando de amor. Otegi es hombre de paz; el procés, la revolución de las sonrisas. Da igual: en este escenario de trincheras defendidas con memes y eslóganes, la contradicción y el discurso vacío es la norma.

Torra puede hablar de la vía eslovena (75 muertos y el primer paso para las guerras de los Balcanes hasta 2001) y puede decir que es una broma, como puede publicar discursos supremacistas… Los CDR gritar consignas, montar alborotos en la calle y apelar a las armas. En un mundo de irresponsabilidades nada importa demasiado.

Los actos tienen consecuencias: pedir penas más duras, insultar a los jueces, pedir endurecimiento de la ley de violencia de género, manifestarse en contra de leyes que están en condiciones de modificar en el parlamento como si fueran aún gobernados y no los legisladores, hablar de revoluciones violentas, fotografiarse con el portavoz de una banda de asesinos. Puede que ganen la atención de los votantes, y puede que los votantes seamos en el fondo víctimas de la falta de compromiso y les concedamos el poder, como si se tratara de un juego que puede empezar de nuevo. En la nueva comunicación de discursos cortos y olvido rápido, mencionar la necesidad del compromiso y del respeto a la vida individual de quien no conocemos resulta pedante, suena a discurso moralizante. En el extremo de la simpleza, suena a facha. El mundo nuevo tiene por modelo el adolescente y la broma.