CANETTI

Elias Canetti afirmaba que la comida tiene un vínculo indisoluble con el poder. El ensayista y escritor en lengua alemana argumentaba, con extrema agudeza, que el acto de manducar encontraba su lugar ideal y, asimismo, concreto en la mesa familiar. Por lo tanto, el hogar es, al mismo tiempo, padre y madre. De hecho, encarna tanto el fruto del trabajo exterior, que hace un tiempo era una tarea esencialmente masculinai; como del interior, antes una labor fundamentalmente femenina, así como representada por la publicidad de una famosa pastilla de caldo italiano de los años 60’, en la que aparecía una mujer sonriente saboreando el plato de sopa apenas preparadoii.

Lo que caracteriza la vida de Canetti es una relación bastante complicada con la alimentación y una mezcla en materia culinaria, que refleja su raíces multiculturales. El intelectual que nació en Bulgaria, precisamente en Ruse, descendía de una familia de origen sefardíiii. La raíz de este vocablo se encuentra en la palabra Sefarad, con la que en el Antiguo Testamento se define el territorio de España y Portugal, específicamente en el Libro de Abdías: “Y los cautivos de este ejército de los hijos de Israel poseerán lo de los cananeos hasta Sarepta; y los cautivos de Jerusalén que están en Sefarad poseerán las ciudades del Neguev”(1-20)iv. Sus antepasados de línea paterna eran españoles que se exiliaron de la Península Ibérica, después de la promulgación del Decreto de la Alhambra o Edicto de Granadav (1492). Con aquel precepto los Reyes Católicos, Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla, expulsaron de la nación todos los judíos que se rechazaban a ser bautizados, inculpándolos de dos graves delitos como la usura y la herética pravedadvi. Al parecer, el apellido Canetti es una modificación del patronímico Cañete, un cambio bastante usual en los sefardíes para poder ocultarse y llevar una vida tranquila, evitando persecuciones y discriminaciones. Sea como sea, el escritor nunca negó su profundo arraigo en la tradición cultural castellana. En su obra autobiográfica La lengua absuelta, revela que “las primeras canciones infantiles que oí eran españolas, se trataba de viejos «romances» españoles, pero lo que se grababa con más fuerza en un niño era la mentalidad de los españoles”vii.

Esta forma de pensar estaba tan arraigada en la misma religión sefardí que “se consideraban judíos especiales, lo que estaba estrechamente relacionado con su tradición española. En el transcurso de los siglos, el español que hablaban desde su expulsión, había evolucionado muy poco. Habían incorporado algunas palabras turcas, pero se las reconocía como turcas, y casi siempre tenían vocablos equivalentes en castellano”viii. El ganador del Premio Nobel de Literatura (1981) no escondía una evidente intolerancia de los sefardíes hacia otros hebreos de diferente procedencia territorial e, incluso, un radicado clasismo entre ellos, conceptos que manifestaba a través de tajantes palabras: “Con ingenua arrogancia miraban por encima del hombro a los demás judíos, y utilizaban la palabra «todesco», cargada de sarcasmo, para designar a un judío alemán o askenazi. Hubiera sido impensable casarse con una «todesca» y entre las muchas familias de las que oí hablar o conocí en Rustschuk de niño, no recuerdo ni un solo caso de matrimonio mixto. No tenía seis años de edad cuando ya mi abuelo me previno contra este tipo de alianza. Pero esta discriminación generalizada no era todo. Entre los mismos sefardíes existían las «buenas familias», por lo que se entendía las familias adineradas desde hacía mucho tiempo. Lo más arrogante que podía decirse de alguien era «es de buena familia»ix.

Estas memorias de Canetti sobre su infancia abordan un gran significado en su trayecto profesional. En particular, la elaboración de algunos hitos de su especulación filosófica son directamente conectados con los temas de la familia y de la alimentación. El pensador revela el carácter asociativo de la comida y las relaciones de poder que moldea con sus equilibrios y desequilibrios, expresándolos con palabras sencillas pero muy eficaces: “El hombre aporta alimento a la familia, y la mujer le prepara la comida. Que él consuma regularmente la comida preparada por ella constituye el vínculo más importante entre ambos. La vida de familia es más íntima cuanto más a menudo se come juntos. La imagen que salta a la vista cuando se piensa en ella es la de padres e hijos reunidos en torno a una mesa. Todo parece como una preparación para este momento; cuanto mayor sea la frecuencia y la regularidad con que se repita, tanto más los que comen juntos se sienten familia. Ser recibido a esta mesa prácticamente equivale a ser recibido en la familia”x.

Se trata de una reflexión en la que se descubre una coincidencia con el pensamiento de Aristóteles. En la Metafísica, el polímata griego matiza la unión natural y esencial de cuerpo y alma, de manera que la forma y la materia conforman al ser humano. Asimismo, considera la razón como el fundamento de la sabiduría, ya que esta última además de pura idea o abstracción, es conceptualización de informaciones reales que llegan a través de las experiencias de los sentidosxi. Esta conjetura acaba por influenciar sus escritos sociales, a tal punto que en la Política recalca el papel esencial de la familia en la sociedad, en cuyo regazo el parentesco sigue conservando su autonomía, no solo como lugar en el que se afinca, sino también como el conjunto cerrado de seres y bienes que la integran. A diferencia de lo que enaltecía su mentor Platón, la colectividad es calificada como una proyección de simples piezas privadas, que aguardan su independencia en la totalidad de la estructuraxii.

Una autarquía similar parece ser una herencia de la lucha atávica por la supervivencia. Las comunidades primitivas se dedicaban a la caza y la pesca, peleando entre ellas para establecer el dominio sobre los escasos recursos. Sin embargo, es la mujer antes que el hombre, que experimenta una de las primeras batallas y formas de poder. En cuanto es madre tiene que asegurar – por medio de una autoridad absoluta – la vida de los hijos, cuya existencia depende totalmente de su cuidado. Canetti aporta su contribución al tema, señalando el rol de la mujer en el seno de la familia como dueña del hogar y guardiana de las provisiones. De hecho, es la que, antes que nada, sustenta al feto en su interior, posteriormente, le brinda leche de su pecho y, con el paso del tiempo, continúa con la nutrición hasta que el niño se convierta en adulto. En todo el mundo animal no hay nadie que siga alimentando la prole durante toda la vida. El acto de suministrar sustento le otorga a la madre-mujer una tiranía inigualable, a la que no desea renunciar, dado que siente un deseo inapagable de desempeñarla constantementexiii. La concentración de este señorío, particularmente en la infancia de indefensas criaturas, le proporciona una sensación de supremacía que nunca va a experimentar otra vez en la existencia terrenal. En este sentido, la comida es poder, un poder que presenta dos peculiaridades: la primera, es una condición de soberanía casi natural, sometiendo a un ser por su propio bien o con la intención de conseguir su bienestar, en cambio, cualquier otro dominio es siempre una construcción artificial, en la que quien lo ejerce actúa a menudo por su interés; la segunda, es la relación exclusiva entre alimentación y autoridad, que se expresa en la dicotomía hambre/saciedad.

Es una certeza que muchas guerras y conflictos civiles se han ganado cortando el abastecimiento de víveres al ejercito enemigo. Incluso y de manera despreciable, se imponen embargos de bienes de primera necesidad a las poblaciones de los países que se quiere derrotar, infligiéndoles a sus ciudadanos una estrechez espantosa. Tras la segunda contienda bélica mundial, esta medida ha sido una herramienta estratégica de los Estados Unidos, que la han utilizado – sirviéndose a menudo de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) – para derribar o presionar a gobiernos alistados entre los “Estados canallas”, como, por ejemplo, Nicaragua durante la revolución sandinistaxiv (1979-1990), Iraq a partir de 1990 y hasta 2003xv, y, en la actualidad, Cubaxvi, Iránxvii y Venezuelaxviii. Privar de comida a las personas es una forma muy eficaz de doblegar su voluntad y empujarles a sumarse al bando contrario. La hambruna es una artillería cargada que siembra víctimas sin disparar. De otra parte, el Estado nación, así como lo conocemos, surgió y se consolidó centralizando la distribución y el almacenamiento de trigo y, no es una mera casualidad, que la toma de la Bastilla (14 julio de 1789) – acontecimiento que marca el fin de la Edad Moderna – se originó después de un constante aumento del precio del pan, que amenazaba al pueblo con el fantasma de la carestíaxix.

En efecto, pasando de la célula base de la familia al elefantiásico conglomerado del Estado, se encuentran las mismas prioridades. Primariamente, garantizar la vida de los propios consanguíneos o etnias y perseguir, con constancia, su prosperidad y reproducción. En este afán trasluce el atávico principio de exclusión, ya que cada familia, clan o tribu, tuvo como primera despiadada misión nutrir a sus allegados. El egoísmo social para conseguir comidaxx, fomenta la necesidad de ahorrar, da igual si se hace pasar hambre a los demás. Realmente, el combate no admite toma de rehenes y no le importa sembrar muerte y miseria hasta en los tiempos actuales, como relata Canetti con palabras lapidarias: “La familia se vuelve rígida y dura cuando excluye a los demás de su comida; aquellos por los que uno debe preocuparse son un pretexto natural para la exclusión de los demás. La vacuidad de este pretexto se hace evidente en las familias que no tienen hijos y que sin embargo no muestran la menor disposición a compartir su comida: la familia de dos es la formación más despreciable que ha producido la humanidad. Pero aun cuando hay hijos, este pretexto sirve a menudo de mero rótulo de promoción al más descarnado de los egoísmos. «Por los propios hijos» se ahorra y se hace pasar hambre a los demás. De hecho, y debido a ello, mientras se vive se tiene todo para sí. Al hombre moderno le gusta comer en restaurantes, en mesas separadas, en su pequeño grupo propio, por lo que en seguida paga la adición. Puesto que los otros en el local hacen lo mismo, durante la cena se complace en la ilusión de que todos en general tienen que comer. Las naturalezas más sensibles no necesitan siquiera que esta ilusión dure mucho tiempo; satisfecho, puede tropezarse muy bien con los hambrientosxxi.

Las pulsiones – estudiadas y catalogadas por Freudxxii – experimentan en la alimentación en común una transformación promovida por los avances de la civilización. En la reuniones culinarias, la líbido no solo ha reemplazado el instinto de supervivencia, sino que la gastronomía ha llegado a conquistar su dimensión de ciencia y arte, dado que el placer de comer ha suplantado la necesidad de comer. Primitivamente, la pulsión de autoconservación se expresaba en el consumir rápidamente la presa; tal y como en el mundo animal, el ser prehistórico comía a más para retener provisiones en sí mismo y mostraba los dientes tanto para masticar y triturar las viandas, normalmente crudas y sin condimento, como para reivindicar su caza, espantando a los otros pretendientes al almuerzo. Por el contrario, hoy en día, alimentarse en público esta entrelazado con la manifestación del poder. Quien come solo, como solía hacer el poeta Giacomo Leopardi celoso de su solofagiaxxiii, renuncia al prestigio que consigue haciéndolo ante los otros, sobre todo, desiste a enseñar su arma primordial de dominio, es decir, los dientes. Es despreciable por el pudiente no ofrecer banquetes, tanto como no tener dientes. La ocasión natural para exhibir su vanidad es la cena, en ella, uno opera con su dentadura y su lengua: muerde, masca, devora, escupe, habla, ríe, ridiculiza, enfatiza, desprecia, aprecia, ofende y alaba. En aquel momento, la boca es un instrumento del poder en su máxima expresión, particularmente, cuando el anfitrión brinda el festín para demostrar quién es el que manda.

Inevitablemente, si existe un poder de la comida también existe una comida del poder. Las espinacas de Popeye personificaron la superioridad de los valores norteamericanos en los años 30′, así como la ambrosía, pitanza de los dioses griegos, lo fue de la civilidad helénica. Los brazos del marino estadounidense empezaron a promocionar la fuerza energética del vegetal, basándose en un involuntario error de teclado en el informe del científico Erich von Worf, que documentaba que la planta contenía una cantidad de hierro por 100 gramos diez veces más que su contenido real (35 mg en cambio de 3,5 mg)xxiv. Cuando se descubrió el bulo, el éxito de la espinaca y de su personaje era tal que ya no se revertió la tendencia, así que, Crystal City, una desconocida ciudad del estado de Texas, se benefició para convertirse en el centro principal de su fabricación y envasado. Sucesivamente, los Estados Unidos multiplicaron su comida del poder, pero no siempre lo aprovecharon de manera adecuada y completa. A menudo, a la popularidad mundial del chicle, del perrito caliente, de la hamburguesa y de la Coca-Cola, se acompañó la política del terror y del miedo. Como dijo el escritor Mario Benedetti, tendrían que “ofrecer la democracia con el mismo sistema que emplean, por ejemplo, para vender un Impala, o sea bombardearnos con un estribillo que podría ser: Si quiere vivir en estado de gracia, afíliese hoy mismo a la democraciaxxv.

Canetti explica también la causa de este terror y desasosiego procurados. El poderoso que quiere rematar su autoridad, necesita hacerse con el control, como el dueño que es el único que le da de comer a su perro y establece cuándo y cuánto tiene que sustentarse. En cualquier momento, el amo puede retener la comida para sí mismo, interrumpir la nutrición y dejarlo morir. Esto le permite avivar su sentido de supervivencia, dado que “el momento de sobrevivir es el momento del poderxxvi. Dicho en otros términos, es la coyuntura en la que se quiere existir a cualquier condición, inclusa la de matar y causar estragos. En la historia ancestral y propiamente animal del hombre, los sucumbidos simbolizan las bestias abatidas, las carroñas de las que se alimentó descuartizándolas con la ferocidad de su boca abierta y que ha aprendido a sustituir y sublimar con la sumisión y la supresiónxxvii. Aunque ya no necesitan devorar a sus víctimas – que sean esclavos, sirvientes, súbditos, pueblos y enemigos – los que matan siguen siendo siempre los poderosos.

i CANETTI, Elías, “Masa y poder”, traducción de Horst Vogel, Muchnik Editores, Barcelona 1981, p. 274.

ii STAR, “La Storia”, disponible en: https://www.star.it/storia/. (Fecha de la consulta 25/11/2021).

iii LEMO, “Elias Canetti 1905-1994, Schriftsteller”, disponible en: https://www.dhm.de/lemo/biografie/elias-canetti (Fecha de la consulta 25/11/2021).

iv BIBLIA CATÓLICA, “Abdías 1”, 1-20, disponible en; https://www.bibliacatolica.com.br/it/el-libro-del-pueblo-de-dios/abdias/1/ (Fecha de la consulta 25/11/2021).

v BLASCO MARTÍNEZ, Asunción, “Razones y consecuencias de una decisión controvertida: la expulsión de los judíos de España en 1492” en Kalakorikos, 10, 2005, pp. 9-36, disponible en: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=1356206. (Fecha de la consulta 27/11/2021).

vi GARCÍA GÁMEZ, Félix y LÓPEZ ANDRÉS, Jesús Mª, “La expulsión de los judíos a través del puerto de almería: medidas estratégicas para evitar la descapitalización del estado”, pp. 43-50, en Los marginados en el mundo medieval y moderno: Almería, 5 a 7 de noviembre de 1998, coordinador María Desamparados Martínez San Pedro, Instituto de Estudios Almerienses, (pp. 1-248; https://dialnet.unirioja.es/servlet/libro?codigo=12106), Almería, 2000, disponible en: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2241830. (Fecha de la consulta 27/11/2021).

vii CANETTI, Elías, “La lengua absuelta, Autorretrato de infancia”, traducción de Lola Díaz, Muchnik Editores S.A., Barcelona, 1994, p. 8.

viii Ibídem, p. 8.

ix Ibídem, p. 9.

x CANETTI, Elías, “Masa y poder”, cit., pp. 275-276.

xi ARISTÓTELES, “Metafísica de Aristóteles”, Edición trilingüe por Valentín García Yebra, segunda edición revisada, Editorial Gredos S.A., Madrid, 1998, (pp. 2-828).

xii ARISTOTELE, “Politica”, pp. 2-8, disponibile en: http://www.centrogramsci.it/classici/pdf/politica_aristotele.pdf.(Fecha de la consulta 27/11/2021).

xiii CANETTI, Elías, “Masa y poder”, cit., pp. 276-277.

xiv HASLAM, David, “Nicaragua: chiese evangeliche e rivoluzione sandinista”, Claudiana, Torino 1987, p. 96.

xv PIQUER, Isabel, “La ONU suaviza el bloqueo a Irak para ayudar a la población”, disponible en: https://elpais.com/diario/2002/05/15/internacional/1021413609_850215.html. (Fecha de la consulta 27/11/2021).

xvi SUÁREZ JARAMILLO, Andres, “Pese al clamor de la ONU y aun con Biden, EE. UU. mantiene el embargo sobre Cuba”, disponible en: https://www.france24.com/es/am%C3%A9ricas/20210623-estados-unidos-mantiene-embargo-cuba-votacion-onu. (Fecha de la consulta 27/11/2021).

xvii EFE, “Jameneí dice que Irán «abofeteará» a EEUU con la derrota de sus sanciones”, disponible en: https://www.efe.com/efe/america/mundo/jamenei-dice-que-iran-abofeteara-a-eeuu-con-la-derrota-de-sus-sanciones/20000012-3770535. (Fecha de la consulta 27/11/2021).

xviii MARTINEZ CASARES, Andres, “El bloqueo económico de EE.UU. contra Venezuela podría tener repercusión mundial”, disponible en: https://actualidad.rt.com/actualidad/248561-bloqueo-economico-eeuu-venezuela-repercutir-mundo. (Fecha de la consulta 27/11/2021).

xix DUFOUR, Gérard, “El pueblo de París se alza en armas”, disponible en: http://www.elmundo.es/la-aventura-de-la-historia/2014/07/14/53c3a929e2704ef1048b4584.html. (Fecha de la consulta 29/11/2021).

Ver sobre el tema SOBOUL, Albert, “La Revolución Francesa”, traducción de Pilar Martínez, Ediciones Orbis S.A., Barcelona, 1985, (pp. 9-155).

xx De WAAL, Frans, “Moral behavior in animals”, disponible en: https://www.ted.com/talks/frans_de_waal_do_animals_have_morals#t-152668. (Fecha de la consulta 29/11/2021).

Sobre el tema se lea también De WAAL, Frans, “El mono que llevamos dentro”, traduccion de Ambrosio García Leal, Tusquets Editores S.A., Barcelona, 2007, (pp. 11-271).

xxi CANETTI, Elías, “Masa y poder”, cit., pp. 277-278.

xxii FREUD, Sigmund, “Obras completas”, Vol. XIV, traducción de José Luis Etcheverry, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1992, págs. 113-134.

xxiii LEOPARDI, Giacomo, “Zibaldone di pensieri”, Letteratura italiana Einaudi, e-book, 2000, (pp. 3-3109), pp. 2846-2847, reproducción del texto “Pensieri di varia filosofia e di bella letteratura”, Le Monnier, Firenze, 1921.

xxiv GRIFFITHS, Sarah, “Sorry Popeye, spinach DOESN’T make your muscles big: Expert reveals sailor’s love of the food was due to a misplaced decimal point”, disponible en: https://www.dailymail.co.uk/sciencetech/article-2354580/Popeyes-legendary-love-spinach-actually-misplaced-decimal-point.html. (Fecha de la consulta 29/11/2021)

xxv BENEDETTI, Mario, “Gracias por el fuego”, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 2000, p. 143.

xxvi CANETTI, Elías, “Masa y poder”, cit., pp. 281-283.

xxvii Ibídem, pp. 279-280.

Periodista y escritor - En la actualidad colabora con "Rebelión" y "Diario Siglo XXI"