Reyes Magos - Cesar Nebot

Este año, no sé cuál debe ser su parecer acerca de cómo nos hemos portado los españoles durante todo este año pero me atrevo a pedirles un regalo para todos. Aunque estoy seguro de que muchos pedirían en sus cartas trabajo, dinero o salud, deseo pedir algo que está por encima de todas estas peticiones y que pueden de hecho facilitar la prosperidad necesaria para tener más y mejores empleos, más crecimiento económico y una mejor asistencia y atención a la salud. Me atrevo a pedirles una idea de país pues vamos muy carentes de ella en España.

Entiendo que como la única patria del hombre es su infancia, resulta difícil definir la idea de España como país desde ese punto de vista patriótico. Hablar de sentimientos en torno a lo que se nos ha dado en llamar patria no es muy fecundo porque no conlleva el diálogo sino el monólogo de sentires. Y ya se sabe que en cuanto a opiniones y sentires en esta piel de toro hay más que neuronas. Así que si deseamos avanzar, entiendo que el terreno fecundo para el diálogo y los proyectos comunes se circunscribe en torno a la idea y no tanto en el sentir. De ahí que carezca de sentido (común) definir una nación a partir de un sentimiento.

Hace unos cien años un filósofo español llamado Ortega y Gasset denunciaba que el proyecto común en España se había desdibujado muchos siglos atrás

Hace unos cien años un filósofo español llamado Ortega y Gasset denunciaba que el proyecto común en España se había desdibujado muchos siglos atrás. En consecuencia la idea de país quedaba débil, difuminada en el terreno de lo común entre españoles lo que dio fecundo terreno al auge de los nacionalismos, regionalismos y localismos. A pesar de ello, tras cuarenta años de dictadura nos dimos una oportunidad como país con más o menos voluntad y acierto: fue con la aprobación de la Constitución Española en 1978.

Tal vez esa idea de país que les pido debe provenir del fecundo debate que se articula en torno a un proyecto común y que no se supedite a la suma de pugnas de particularismos de gremios o grupos de poder. Es por eso que uno de los pilares fundamentales que tenemos en nuestra Constitución es la igualdad entre españoles frente a la Ley. Esta igualdad no consiste en la uniformidad sino en que las instituciones velen porque el ejercicio de los derechos y el cumplimiento de las obligaciones de cada español no dependan de sus condiciones de cuna o de casta. Y ésta es la base de una sociedad progresista. La España progresista que pienso y deseo para mis hijos pasa por defender la igualdad entre españoles y no la conglomeración de derechos territoriales que son puros privilegios y atentan contra todo sentido de progreso y contra todo proyecto común.

Quizá la idea de país que les demando debería sustentarse en la separación de poderes efectiva que permita el correcto funcionamiento de la Justicia. La España justa que pienso y deseo para mis hijos defiende el Estado de Derecho para que sus derechos puedan estar amparados y garantizados por ley y no subyugados a la arbitrariedad de futuros tiranos. Los procesos actuales de ruptura del Estado de Derecho contienen el germen de la arbitrariedad cuando se arrogan la potestad de qué leyes cumplir y qué leyes no. Mucho me temo que acabarán fomentando sujetos subyugados al capricho de aquellos que decidan qué es un buen o un mal ciudadano. Un callejón de tiranía sin salida.

Otra característica de esa idea de país que deseo para esta noche de reyes es que se debería defender la libertad del individuo observando el valor social de las acciones que afectan a todo el colectivo. Cada español debe disponer de aquellos medios que le permitan de partida poder ejercer con libertad sus derechos. Poder ejercer efectivamente la libertad entraña una mayor competitividad y por ende una mayor eficiencia y mayor progreso para el país. La España libre que pienso y deseo para mis hijos es la que les permitiría ejercer su libertad de forma efectiva; la que velaría para garantizar la igualdad de oportunidades de participación y ejercicio de libertades; y la que perseguiría aquellos abusos de libertad en detrimento de los demás, cuyo uno de sus máximos exponentes es la corrupción política. Y es que el coste de la corrupción política de unos cuantos es que al esquilmar recursos, el resto ve comprometido el ejercicio efectivo de sus libertades y eso nos debilita como país.

Otro elemento que desearía de esa idea de país contuviera es que hubiera pluralismo político desde la responsabilidad de Estado en torno a un proyecto común y no mediante un monólogo de confrontaciones estériles. Desde la negociación política, el pluralismo no debería estar reñido con la gobernabilidad. Por ello, la España democrática que pienso y deseo para mis hijos debería corregir el sistema electoral para evitar que se vulnere sistemáticamente que el peso de su voto no dependa de los favores de intereses particularistas y regionalistas para garantizar la gobernabilidad.

En el fondo, Majestades de Oriente, sospecho que la idea de país que les pido esta noche se sustenta en los valores superiores de nuestro ordenamiento político establecidos en el artículo 1.1 de nuestra Constitución de 1978; pero a pesar de ello nuestra realidad 40 años después todavía dista de esa idea que tanto necesitamos.

A lo mejor, si por un momento creyéramos en nuestras posibilidades como país y velásemos por dar cumplimiento al primer apartado del primer artículo de la Constitución, podríamos construir nosotros mismos esa idea de país; pero está claro que tras tanto tiempo seguimos cayendo en esa lucha fratricida tan característica sin darnos la oportunidad que tanto merecemos y tanto merecen nuestros hijos. Así que, a día de hoy, albergo más esperanza en ustedes, los Reyes Magos de Oriente, que en esta clase política más preocupada por su cuota de pantalla y por sus intenciones de voto.

Así que les pido que nos regalen esta noche, aunque sea, un pedacico de idea a cada uno; ya la gente de bien iremos juntándonos para ir construyendo el país que merecemos mientras nuestros políticos están en sus teatrillos y sus cosicas.

Muchas gracias

PD: Por cierto, a nuestra clase política no hace falta que les traigan carbón. No lo van a entender. Se harían un selfie y se pondrían a discutir vía Twitter sobre la minería en España y la reconversión industrial. O algo parecido. No pierdan el tiempo.