Espana Iberoamerica - Sonia Lalanda

Es bueno tomar distancia para ganar perspectiva, y nada mejor que cruzar el Atlántico para mirar desde allí a España.

Es grandioso cruzar el charco y hablar el mismo idioma, compartir cultura, ese gran tesoro que nos une como latinos y nos lleva a romper el hielo casi inexistente en las relaciones sociales. Esa cercanía que en estos momentos se convierte en un río de preguntas, un mar de dudas, un universo de incredulidad y preocupación que revienta en la misma interrogante: “¡Pero ¿qué les está pasando allá?!”

Nuestros hermanos iberoamericanos que tanto se miran en nosotros, para los que somos su referente en la Historia pasada y un ejemplo a seguir en la consolidación de nuestro estado Democrático y nuestra Constitución, no dan crédito ante el bochornoso espectáculo que transmitimos… ¡como si de pronto nos hubiéramos vuelto todos locos!

Esa misma España que hace tan solo unos años fue capaz de montarse en los vagones de preferente en el concierto mundial, hoy anda pendiente de que no se le rompan las costuras de su integridad territorial con las tensiones de Cataluña y su burla constante al Estado de Derecho.

Esos mismos españoles que hasta hace nada nos creíamos los reyes del mambo, encantados de habernos conocido, hoy – a la mínima chispa – nos liamos como en el cuadro de Goya “a garrotazos”, entre nosotros y contra lo que sea, tanto da poner en solfa la transición, como la monarquía, como el funcionamiento de las instituciones del Estado, la separación de los tres poderes, las Autonomías o las reglas del parchís… todo sirve para estar en una constante tangana con las cosas de comer.

El ambiente político gira en torno a pocos proyectos y muchas ambiciones, poca valentía y mucho sillón caliente

Y es que a poco que se rasque en la corteza de nuestra realidad, vemos cómo el ambiente político gira en torno a pocos proyectos y muchas ambiciones, poca valentía y mucho sillón caliente, poca generosidad y mucha cicatería, poca gente de nivel y muchos que no se sabe ni de dónde vienen ni a dónde van. Es lo que tiene la globalización, tenemos nuestras miserias expuestas al mundo, y a ver cómo explicas a quienes a 10.000 Km de distancia nos sienten y nos llaman “madre Patria” todo lo que está ocurriendo aquí…

Al otro lado del Atlántico no entienden que exista una parte de España que esté presidida en nombre del Gobierno de España por tipos que quieren declarar este suelo español una “República Independiente”, ¡como si Cataluña fuera IKEA!… y ¡no pase nada!. Les alucina que, lejos de acompañarles a un examen psiquiátrico o ante un Juez de Guardia, se les invite por el Presidente del Gobierno al bonito juego de yo te apoyo a ti y tú me apoyas a mí, los dos ganamos y España pierde…

Al otro lado del charco se estremecen al constatar que los que asesoraron a Maduro, y han hundido Venezuela en la miseria, venden el mismo producto para esta tierra encabezado por Pablo Iglesias y aquí nos lo tragamos como si se tratara de un mesías de la política, un salvador de “la gente” a la que luego matan de penuria y hambre.

Al otro lado del Océano les brota una media sonrisa de comprensión al ver que, al igual que ellos, tenemos el lastre de muchos representantes picados de la viruela de la mentira y la corrupción: mienten en el curriculum, mienten a Hacienda, mienten a su madre con tal de alcanzar el poder.

Al otro lado del agua, donde saben de guerras, de dictaduras de las de verdad, de represiones ilimitadas y sangrientas se preguntan para qué hay que sacar a Franco de donde está si lleva muerto más de 40 años y no molesta ni dice nada, si con él se desentierra también un pasado fratricida que afecta a los españoles de hoy que nada tienen que ver con aquello

Y ni allí, ni aquí, se entiende a qué se dedica el Presidente Sánchez, que alcanzó el Gobierno de la Nación de aquella manera tan “original” y lo único que ha demostrado con insistencia y descaro es que se pirra por rebozarse en las prebendas más horteras del snobismo del poder, y ni está ni se le espera para nada que no sea su vanidad y vacuidad…. excepto para desenterrar a Franco, para eso sí.

“¡¡Están ustedes locos!!”, afirman, y en efecto… todo apunta a que se nos debe de haber caído un tornillo, algo que pudiera ser gracioso si no fuera porque nos estamos jugando el presente y el futuro de España y de varias generaciones de españoles. Así de simple y así de cierto.

Y reflexionando en el camino de vuelta sobre sus preguntas, interpretando sus temores y profundizando en sus análisis, llego a la conclusión de que somos muchos miles, quizá algunos millones los españoles que cada mañana nos levantamos preguntándonos lo mismo… “¡pero ¿qué está pasando aquí?!”, con la gran diferencia de que ellos, los del otro lado del charco, son espectadores estupefactos, mientras que nosotros somos los actores protagonistas del presente y el destino de España.

No voy a extenderme en la situación que atravesamos y que, de ser una representación escénica oscilaría entre el teatro del absurdo, el vodevil y la astracanada…

Si que quiero compartir una reflexión que sumo a las muchas que se están levantando por toda España en boca y pluma de personas significadas o no, en artículos de prensa y radio, en medios de comunicación y redes sociales.

Esto ya no va de derecha o izquierda, ni de trasnochada lucha de clases o manipulada lucha de “género”, esto va de mucho más

Esto ya no va de derecha o izquierda, ni de trasnochada lucha de clases o manipulada lucha de “género”, esto va de mucho más. Va de valores, de proyecto común, de liderazgos, de ideas, de esfuerzo y responsabilidad. Va se ser conscientes de nuestra Historia, nuestra cultura y nuestras raíces. Va de esperanza en un futuro mejor, de trabajar juntos en un proyecto colectivo llamado España del que nuestra generación, al igual que las anteriores y que las venideras, tiene el derecho y el honor de formar parte, pero no la indignidad de debilitarla o de romperla.

Cada día se incrementa la cantidad de españoles hartos de esta especie de mediocre pesimismo existencial que invade a los partidos tradicionales y que se debaten entre contar sus votos y lo políticamente correcto.

Un voto no es un botín. Un voto es un contrato con quienes nos quieren representar para que cumplan lo que ofrecen en su programa. El elector no debe ser considerado como un sujeto electoralmente cautivo y que siempre vota a “los suyos” aunque sea con la nariz tapada.

Estrenamos 2019, año de Elecciones Europeas, Autonómicas y Locales y resuena el clamor popular – en las encuestas en torno al 70% – que pide Elecciones Generales al constatar cada día que quien vive en la Moncloa es un auténtico inútil, narcisista y peligroso, y que la situación nacional debe cambiar de rumbo.

Se avecina una etapa interesante e intensa y es imprescindible afrontarla con decisión y participación por parte de todos. España es nuestra responsabilidad, un pedazo de Historia en el mundo, es nuestra patria, y estamos llamados a remar juntos en favor de nuestro futuro, por nosotros, por nuestros hijos y también por seguir siendo el ejemplo de quieres desde el otro lado del Atlántico, viven y sueñan en nuestra misma lengua.

2 Comentarios

  1. En 2004 hice un viaje por la Patagonia Argentina y Chilena, en el Chalten , una aldea cerca del Fitz Roy y Cerro Torre paraiso de montañeros y escaladores, iba feliz inmerso en el espectáculo de la naturaleza, caminando por su calle principal me llama la atención un escaparate de una tienda de souvenirs con una ikurriña y una estelada en el centro y rodeada de mensajes de odio y desafección a España, me quede atónito mientras me alejaba pensando en qué tipo de gente había atravesado el charco para montar una tienda y ganarse la vida con el odio y la desafección a España. A lo largo del viaje me encontré con mucha gente que me preguntaba con interés y amor por España, con la intención de emigrar y mejorar su calidad de vida.

  2. Gracias por compartir su experiencia. No me cabe duda de que hay gente para todo. Incluso quien hace a la patria culpable de sus males y torpes decisiones vitales. A saber cómo y porqué ese “personaje” llegó hasta allí y con necesidad permanente de hacer saber su fracaso…
    Yo me quedo, creo que como usted, con los millones de personas de aquí y allá que creemos que España es un gran país y con la certeza de que, siendo mejorable, es hoy por hoy y en cómputo global de su Historia el mejor para nacer, vivir y morir.
    Un saludo.