El próximo 1 de octubre los separatistas catalanes celebrarán sin complejos el aniversario del único triunfo que hasta la fecha han conseguido frente al estado español, y que a medio plazo puede ser letal para los intereses de la unidad de España: “La propaganda sobre el 1 de octubre”.
Esa fecha representa una derrota de la comunicación gubernamental, un estrepitoso fracaso de la gestión internacional y un fallo estratégico en la gestión de la crisis catalana que arrastraremos durante los próximos años
Esa fecha representa una derrota de la comunicación gubernamental, un estrepitoso fracaso de la gestión internacional y un fallo estratégico en la gestión de la crisis catalana que arrastraremos durante los próximos años. El despliegue especial de policías y guardias civiles para detener el golpe separatista costó 87 millones de euros, se movilizaron 6.000 agentes y se ridiculizó a todos los españoles al alojar a los miembros de las FFSS en tres barcos, entre ellos el famoso «Piolín». Las cargas policiales y la propaganda sobre cientos de heridos causados por la represión, se viralizaron mundialmente, debido a la colaboración de los “boots” rusos y venezolanos, multiplicado por unas potentes redes sociales separatistas, perfectamente engrasadas con millones de euros. Los supremacistas supieron vender la épica de un enfrentamiento desigual, entre lo que ellos llaman “un pueblo alzado” que pretendía ejercer el democrático ejercicio de depositar un voto en las urnas siguiendo el mantra del “Derecho a decidir”, y se encontraron frente a la brutalidad de un “estado demofóbico” que sólo entendía la dialéctica de las porras policiales.
El triunfo del relato supremacista entre los catalano parlantes (el 90% de ellos han abrazado la causa separatista, y con pocas posibilidades de convencerles de las “bondades” de España), es el resultado de 35 años de gobierno de ideólogos en la Generalitat, y que desde la llegada al poder de Jordi Pujol en 1980, han seguido un patrón de gobierno ideológico conforme a la doctrina nacionalista y ajeno al sentir primigenio de la mayoría de catalanes, que lo han tolerado y a veces celebrado gracias a una gigantesca operación de propaganda a largo plazo dirigida desde la Generalitat.
El objetivo de Jordi Pujol, confesado en 1979, era «un metódico trabajo de reconstrucción» de Cataluña para ajustarla a su catecismo nacionalista. Para ello era preciso que los catalanes aceptaran esa ideología y tragaran el «fer país» nacionalista; por eso Pujol incluyó siempre en su equipo de confianza a expertos en comunicación y directivos de agencias de publicidad como Jordi Vilajoana o Joaquín Lorente. Ellos conocían los mecanismos de la formación de juicios y decisiones, y ajustaron la propaganda para que los catalanes sustituyeran involuntariamente la cuestión sobre la gestión del Govern por una pregunta identitaria: «¿Amas a Cataluña?».
Los sucesivos gobiernos nacionalistas han dedicado enormes cantidades de dinero a crear marcos mentales que situaran las cuestiones políticas en el terreno de juego diseñado por el nacionalismo
Siguiendo esta estrategia, los sucesivos gobiernos nacionalistas han dedicado enormes cantidades de dinero a crear marcos mentales que situaran las cuestiones políticas en el terreno de juego diseñado por el nacionalismo. Se estima que más de 20.000 millones de euros de los catalanes se han empleado en divulgar estas referencias a través de centenares de medios subvencionados, que a su vez han creado una red de periodistas acostumbrados a vivir de la ideología nacionalista a costa de todos los catalanes. La importancia de este clero mediático es tal que uno de ellos, Carles Puigdemont, duerme ahora en el Palau de la Generalitat. Desgraciadamente apenas ha habido contestación desde el Gobierno con una estrategia de medios decidida y a largo plazo.
La lluvia propagandística regada desde el poder y convertida en aguacero desde la crisis de 2008 ha conseguido partir la convivencia catalana y crear en España una tensión inaudita que nos perjudica a todos. Sin embargo, esto ha servido para que millones de catalanes descubran el truco nacionalista y se enfrenten a la manipulación mediática de la Generalitat. La trampa del 1 de octubre les permitió internacionalizar su mensaje junto a la estúpida parálisis de un gobierno español, acomplejado y falto de recursos.
El 1 de octubre es el ducentésimo septuagésimo cuarto día según el calendario gregoriano, que sustituyó al calendario juliano creado por el célebre mandatario romano Julio César 46 años antes del nacimiento de Jesucristo, y fue España el primero en instaurarlo en 1582. Y muchos 1 de octubres han pasado a la historia:
El 1 de octubre del 331 a. C. Alejandro Magno derrotó a Darío III de Persia en la batalla de Gaugamela, cerca de Mosul en Irak, que puso fin del Imperio persa y es considerada una obra maestra en la táctica militar y la mayor victoria de Alejandro, con unas bajas estimadas en 300.000 persas muertos por solamente 100 macedonios.
El 1 de octubre de 1823, el rey Fernando VII restableció la Inquisición española, implantada en España en el siglo XIII y su primer lugar de actuación fue en Cataluña, como señaló el jurista Andreu Bosc en el” Summari, Índex” de 1628 “el primer on es rebé la Santa Inquisició en tota Espanya, foren los primers los de Cathalunya, Rosselló y Cerdanya, ells foren els primers inquisidors de Espanya ja de l’ any 1232, quí u fou sant Ramon de Penyafort”.
El 1 de octubre de 1936 Francisco Franco fue nombrado Jefe de Estado de las tropas sublevadas contra el Gobierno de España, en el salón del trono de la Capitanía General de Burgos y fue el general Miguel Cabanellas Ferrer, descendiente de mallorquines y catalanes, quien le cedió formalmente los poderes de la Junta Nacional de Defensa reconociéndolo como «Jefe del Estado Español».
El 1 de octubre de 1975 fueron asesinados cuatro miembros de la Policía Armada en Madrid, acción terrorista que daría nombre a los Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre (GRAPO), los servidores del orden fueron acribillados en tres atentados distintos en dos bancos y una caja de ahorros, en lo que fueron las primeras acciones asumidas por los GRAPO, que las justificaron como respuesta al fusilamiento por el régimen de Franco de dos miembros de ETA y tres del FRAP.
El 1 de octubre de 1949 Mao Zedong proclamó la República Popular China desde la puerta de Tian’anmen de la Ciudad Prohibida de Pekín, la fecha se celebra como el día nacional de China e iniciaría una larga dictadura comunista.
El 1 de octubre de 1942 el carguero japonés Lisboa Maru fue hundido cerca de la costa China de Shanghái por los torpedos lanzados desde submarinos estadounidenses. Casi 2.000 prisioneros de guerra británicos y canadienses, capturados tras la caída de Hong Kong a manos niponas, estaban a bordo y la mayoría de ellos murieron en la mayor catástrofe del llamado «Friendly Fire” o fuego amigo.
El referéndum unilateral que celebró el gobierno separatista se celebró el 1 de octubre del 2017, con la elocuente pregunta: «¿Quiere que Cataluña sea un estado independiente en forma de República?» Y la participación festiva de más de 2.000.000 de catalanes. El 1 de octubre de 2017 hubo urnas, colas de gente votando y muchas imágenes de violencia que dieron la vuelta al mundo e impactaron a la opinión pública. España ponía el “problema catalán” en el foco mundial. Impericia, amateurismo, desidia y cainismo han condenado a España gracias a la trampa que urdieron los separatistas. Cientos de corresponsales extranjeros, convenientemente adoctrinados y acompañados por periodistas locales, fueron distribuidos en las “zonas calientes”; se cedió la iniciativa de seguridad a los Mossos, que incumplieron las órdenes recibidas, se dedicaron a espiar a los policías y guardias civiles, y que además llegaron a muchos colegios con las mesas ya formadas y con grupos de gente preparada para entorpecer la labor policial. La logística para llevar a cabo las “votaciones” del 1 de octubre por parte de los organizadores del referéndum funcionó perfectamente, con una magnífica puesta en escena delante de las narices de un gobierno que vendía con prepotencia el mantra del “no votarán”, y ni las urnas ni las papeletas fueron encontradas y el relato separatista cifró en más de 1.000 heridos, debidos a la brutalidad represiva del “estado fascista español”, que repitieron masivamente todos los medios de comunicación del mundo.
Los separatistas seguirán enfrentándose al estado con victorias como las de Alejandro; quieren instaurar una inquisición contra los catalanes libres de nacionalismo
La suerte parece echada en Cataluña, parafraseando al caudillo que cruzó el Rubicón; los separatistas seguirán enfrentándose al estado con victorias como las de Alejandro; quieren instaurar una inquisición contra los catalanes libres de nacionalismo, el comodín del cadáver de Franco sigue siendo el espantajo con el que asustan a los demócratas; mientras extraños aliados, separatistas y burgueses tejen un nuevo golpe de estado con la ayuda de ex terroristas sean de ETA o GRAPO, los supremacistas quieren instaurar la nueva fiesta nacional del 1 de octubre como los chinos y muchos compatriotas olvidan a los catalanes libres de nacionalismo y nos ignoran recibiendo el fuego amigo.
Mientras tanto la inmensa mayoría de catalanes nos preguntamos, ¿dónde está el Estado? Si los 87 millones que costó el desplazamiento policial se hubiesen invertido en propaganda a favor de España, con total seguridad puedo afirmar que estaríamos en una situación muy distinta.
El 1 de octubre de 2016, Pedro Sánchez dimitió como secretario general del PSOE. Ahí lo dejo.