China en Africa - Ramon Marcos

Europa bulle por la emigración. El debate está en las opiniones públicas de todos los países europeos y es objeto esencial de las reuniones de sus líderes, que discuten sobre medidas de control de fronteras y acuerdos con terceros países emisores de emigrantes o de tránsito para facilitar el retorno de los irregulares. Pero el debate trasciende generosamente este ámbito. Como en otros, la perspectiva eurocéntrica puede llevarnos a una mala lectura: el mundo también bulle y no está claro que los debates europeos respondan estratégicamente a las burbujas del nuevo escenario mundial.

Resulta revelador poner en contraste la relación de este continente, el de mayor crecimiento demográfico del mundo en las próximas décadas, con Europa y con China

África es uno de los lugares emisores de emigrantes irregulares, la mayoría de los cuales lo son por razones económicas, y resulta revelador poner en contraste la relación de este continente, el de mayor crecimiento demográfico del mundo en las próximas décadas, con Europa y con China. Mientras que Europa, sobre todo los antiguos países coloniales, pierde fuerza frente a las nuevas potencias emergentes, China se está implantando en África desde la década del 2000 de forma decidida. Su comercio exterior con el continente africano ha crecido desde el inicio de esa década de unos 10 mil millones de dólares hasta 220 mil millones en 2014, si bien desde entonces, por la bajada del precio de las materias primas, el comercio se ha reducido en 2017 a 170 mil millones de dólares con un excedente comercial a favor de China de más de 20 mil millones de dólares. Ese país, por otra parte, ha realizado una importante inversión productiva en este continente, aunque todavía representa sólo el 3% de su inversión en el exterior. Esas inversiones se están realizando básicamente en infraestructuras construyendo carreteras, puertos y ferrocarriles que están facilitando las comunicaciones internas y entre los distintos estados africanos. China asimismo es acreedora de una parte significativa de la deuda africana a través de sus préstamos.

Dicho esto, todo apunta a que en la estrategia económica China es más importante entrar con sus productos y empresas en un mercado de consumo exponencialmente creciente, que las inversiones directas y el control de las materias primas. Más de 10.000 de sus empresas están trabajando en África, la mayoría de ellas son privadas, y están en todos los sectores desde el industrial —siendo África un destino para deslocalizar desde China industrias intensivas en mano de obra que al subir los salarios de los trabajadores chinos ya no son rentables allí— pasando por la agricultura y los servicios. Aunque pueda parecer sorprendente, una parcela clave es la de las telecomunicaciones. Los africanos gastan un 10% de sus ingresos en telefonía. Así empresas como Huawei y ZTE se están posicionando con fuerza. Para la primera, un 15% de sus ingresos ya proceden de África y cada año forma a más de 12.000 estudiantes africanos de telecomunicaciones en sus centros de Angola, el Congo o Egipto, entre otros países. Del mismo modo se están introducido en el sector de la televisión digital.

Pero a China no sólo le interesa África por la porción económica, también es parte de su estrategia para convertirse en una potencia global. Por eso son ya 52 sus misiones diplomáticas en los 54 países africanos, frente a las 49 de EEUU; es además el país con más cascos azules en África; ha extendido en muy pocos años una importante red de Centros Confucio —semejantes a los Institutos Cervantes, de los que solo hay uno en el África Subsahariana— con 48 en 35 países de la zona; y otorga cada año un número significativo de becas a estudiantes universitarios de ese continente, que en cantidad superior a 30.000 continúan sus estudios en China, buen número de los cuales vuelven a África con equipamiento de laboratorio por valor de varios miles de dólares, otorgado en el programa de cooperación técnica y científica China-África. Y todo ello lo realiza China sin perder el control de su buena imagen: medios de comunicación públicos y privados chinos invitan a profesionales africanos para que se hagan un retrato «correcto» de lo que es la China actual.

En el Forum de Cooperación Chino-Africano, el presidente de China Xi Jinping se expresó a favor de «construir una comunidad de destino chino-africana» y ofreció la cifra de 60 mil millones de dólares para inversión en cooperación

Desde hace varios años, se celebra una cumbre chino-africana en la que se abordan conjuntamente las relaciones entre ese país y el continente, tanto empresariales como económicas. La última se celebró a principios de septiembre en China con la presencia de múltiples jefes de estado y de gobierno africanos. Recientemente, en el Forum de Cooperación Chino-Africano —foro al que ha acudido tras realizar una gira por varios países africanos, sobre todo de antigua influencia francesa—, el presidente de China Xi Jinping se expresó a favor de «construir una comunidad de destino chino-africana» y ofreció la cifra de 60 mil millones de dólares invertidos en cooperación. Una cifra nada despreciable, aunque lejos del total europeo.

A pesar de esta aparente tendencia positiva, los problemas de África son todavía muy notables y es muy dudoso que se haga realidad esa unidad de destino. Si bien es cierto que la llegada de China, como la de otros países emergentes: India, Turquía, Brasil, con sus inversiones, comercio y partidas destinadas a cooperación, ha permitido a los gobiernos y países africanos reducir su dependencia respecto de las antiguos países coloniales y occidentales, y sufrir menos sus exigencias económicas –—las recetas de las décadas de 1980 y 1990 arruinaron la educación, sanidad e infraestructuras de muchos de esos países— y morales, no es menos cierto que China tiene clara su estrategia de dominación global y los países africanos podrían simplemente acabar cambiando de potencia de la que depender. China, por añadidura, tiene una política muy restrictiva de visados, y en Cantón, lugar de residencia de una de las principales comunidades negro-africanas, se oyen frecuentemente historias de prácticas racistas. Sin olvidar que muchas de las obras de infraestructura son realizadas por trabajadores chinos, muchos de ellos convictos a los que no pagan las empresas, y no por trabajadores africanos.

La realidad es que las poblaciones africanas son en su mayor parte indiferentes a China

Por otra parte, como hace ver Emmanuel Dubois de Prisque, director de la revista Monde chinois nouvelle Asie, la realidad es que las poblaciones africanas son en su mayor parte indiferentes a China. Sus élites siguen esencialmente queriendo formarse en las universidades europeas y sus jóvenes emigran a ese continente en búsqueda de nuevas y mejores oportunidades. Unos jóvenes que, irónicamente, podrán aprovechar las nuevas rutas hechas por los chinos para llegar con mayor facilidad al supuesto edén europeo.

Mas este edén, como decíamos, se halla enredado en la emigración y está cada vez menos dispuesto a analizar los problemas con perspectiva y sentido estratégico. A Europa le interesa el desarrollo de África no sólo porque es un continente emisor de emigrantes que va a duplicar su población en el área subsahariana en las próximas décadas, sino porque es un gran mercado potencial con el que poder comerciar e invertir. Para ser coherente con esta perspectiva es preciso tomar conciencia de nuestras fortalezas y saberlas aprovechar; y es preciso asimismo cambiar la forma en la que hemos trabajado hasta ahora. No se trata de seguir haciendo lo mismo con más cooperación, por mucho que esta sea generosa y desinteresada, y exceso de moralina, la mayoría de las veces cínica, sino de ayudar de verdad a un desarrollo que permita alcanzar un tipo de relación madura y de igual a igual entre los países de esos dos continentes tan próximos. Pero sobre eso hablaremos en otro artículo.

 

Fuentes de los datos:

“L’Afrique des Chinois”, de Philiper Richer, edit. Karthala.

La revista “Jeune Afrique” nº 2947 año 2017

Entrevista a Emmanuel Dubois de Prisque en Atlantico.fr (04/09/2018)