Se que puede sonar absurdo o provocativo, pero comenzaré este artículo declarándome republicano convencido y al mismo tiempo a favor de la actual monarquía constitucional que tenemos en España, eso que al parecer levanta tantas ampollas en las redes sociales.
Vayamos por partes. Me declaro republicano, pues en una discusión teórica sobre cuál debe ser el tipo de jefatura de Estado, creo que el modelo óptimo es una república, pues pienso que su presidente debería ser elegido por los ciudadanos y no transmitirse de forma hereditaria, como en el caso de la monarquía, algo que chirría por definición con un régimen democrático.
Pero cuidado, esto no significa que la actual monarquía constitucional sea antidemocrática, ya que eso depende del tipo de régimen y de las leyes que amparan esa forma de Estado. Basta simplemente con echar un ojo a nuestro alrededor para comprobar como muchos países bajo modelos republicanos tienen regímenes autoritarios y otros bajo monarquías gozan de regímenes democráticos con toda garantía de libertades. Esto debemos recordárselo a aquellos que no se cansan de cacarear que la monarquía es antidemocrática pero no tienen reparos sin embargo en apoyar a todo tipo de delincuentes (desde apologistas del terrorismo a condenados por sedición), pues la Constitución Española, aprobada por los ciudadanos en 1978 le otorga la legitimidad democrática a esa forma de Estado. Otra cosa es que, a mi juicio, no sea la óptima. Pero es la que tenemos y con toda legitimidad democrática porque así lo decidimos entre todos. Se puede cambiar, sí, pero hay que respetarla mientras no se cambie.
Por eso lo primero que hay que destacar es el saber diferenciar entre nuestras ideas o postura política ante lo que a nuestro juicio debería ser la forma de Estado para nuestro país y la legalidad vigente. España goza de un régimen constitucional que nos otorga libertades a los ciudadanos, entre otras la de opinar libremente sobre la forma que creemos que debería adoptar la jefatura de Estado en nuestro país. Pero esa posición política que puede ser contraria a la actual forma de Estado no nos da derecho a injuriar al actual jefe del Estado o a negarle la legitimidad democrática. En otras palabras, todos, aunque seamos republicanos, debemos respetar al Rey, no porque estemos a favor de la monarquía, sino porque es el jefe del Estado. Lo mismo que los monárquicos deberían respetar al presidente de una hipotética República. Se llama respeto a la ley.
¿Por qué un republicano convencido apoya la monarquía parlamentaria?
No olvidemos que afortunadamente vivimos en una democracia y hay mecanismos legales para cambiar la forma de Estado democráticamente si una mayoría de españoles así lo quisiera. Y he aquí la controvertida cuestión: ¿por qué un republicano convencido apoya la monarquía parlamentaria? Pues sencillamente porque es la única forma de garantizar un estado democrático que nos permita decidir en un futuro sobre si queremos una monarquía o una república para España.
Solo por ese motivo, propiamente egoísta desde un punto de vista del interés personal de un republicano por lograr su forma de Estado ideal, ya hay razones para apoyar al actual rey de España, pues a día de hoy es la única garantía de permanencia del régimen democrático que nos permite libremente cambiar de forma de Estado.
Pero hay más, desgraciadamente. Los ataques contra el jefe del Estado por parte de nacionalistas y de Podemos, así como del PSOE por omisión al no desmentir a sus ministros y socios de gobierno, no están motivados por un cambio de forma de Estado a una supuesta república, sino que van dirigidos al centro de flotación del régimen constitucional para hundirlo. En otras palabras, no atacan al rey por ser monarca sino porque es la autoridad máxima del Estado y el último gran obstáculo para sus objetivos. Porque Felipe VI es el último dique de contención ante los propósitos de quienes quieren acabar con el actual sistema democrático español.
Y es muy duro decirlo, aunque no por ello menos cierto: el Partido Socialista, que ostenta el gobierno de España, está en esa operación. El que no queramos verlo ni aceptarlo, es ya otra historia.
Es por eso que como republicano espero que la monarquía parlamentaria dure mucho mientras la alternativa sea un sistema dictatorial al estilo venezolano encubierto por una supuesta idílica república.
La actual situación en la que se encuentra España, al borde del precipicio sin exagerar en absoluto, tiene pues responsables, y no son los nacionalistas que nunca ocultaron sus objetivos
En España siempre ha habido nacionalistas y populistas, pero nunca estuvo en riesgo el régimen constitucional del 78 que trajo la democracia y ha garantizado a España el período más largo de paz y concordia entre españoles porque había dos grandes fuerzas de Estado, que, aunque de diferentes ideologías, tenían en común la defensa de los valores democráticos fundamentales. La actual situación en la que se encuentra España, al borde del precipicio sin exagerar en absoluto, tiene pues responsables, y no son los nacionalistas que nunca ocultaron sus objetivos. Es en primer lugar el Partido Socialista Obrero Español, que ha asumido el mando de los ataques contra el régimen constitucional y por otra parte los ciudadanos cómplices con su silencio. Creo que el PSOE no tiene solución, pero confío en los ciudadanos españoles para que se manifiesten en contra de este despropósito.
No amigos, hoy el despotismo no lo ejerce una monarquía, como lo hacían en el siglo XVIII. Al contrario, la monarquía es la garantía democrática para los ciudadanos desprotegidos de un poder despótico que se rebela contra las instituciones democráticas desde el poder, como bien demostró el Rey con el discurso a la nación en octubre de 2017 en defensa de la legalidad ante el golpe en las instituciones catalanas. En el siglo XXI el despotismo lo ejercen nacionalistas y populistas, que serán indultados por el gobierno del Partido Socialista por delitos tan graves como el de sedición. Por eso, uniéndome al grito con el que los jueces se rebelaron ante el veto del Gobierno al Rey en la entrega de despachos a los nuevos jueces, y con el único objetivo de defender la democracia y las libertades de los españoles, terminaré este artículo de igual forma que lo empezaba: provocando, pues hoy defender a Felipe VI en España es un acto revolucionario. ¡Viva el Rey!