Politizar RTVE - Julio Lleonart

El uso del lenguaje puede ser algo maravilloso, que nos permita expresarnos, que nos de libertad o por el contrario, algo perverso, que nos esconda la realidad, la enmascare, que nos haga menos libres, más esclavos.

Con la información pasa exactamente lo mismo, de hecho se considera tal valor democrático a proteger que el Artículo 20 de nuestra Constitución recoge y protege el derecho (entre otros) a comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión. Y además, abunda con que la ley regulará la organización y el control parlamentario de los medios de comunicación social dependientes del Estado o de cualquier ente público y garantizará el acceso a dichos medios de los grupos sociales y políticos significativos, respetando el pluralismo de la sociedad y de las diversas lenguas de España.

La necesidad de establecer unas normas claras y precisas con rango de Ley para el funcionamiento de la radio y la televisión procede de la Constitución y del pluralismo político que proclama

A la luz de nuestra Constitución que pretendía romper con una etapa oscura, de desinformación, de control de la verdad por el poder, de infoxicación (bendita neolengua, en ocasiones), se creó en 1980 el Estatuto de la Radio y la Televisión que estuvo vigente hasta 2006 ¿Y qué decía este Estatuto? Lo siguiente: La necesidad de establecer unas normas claras y precisas con rango de Ley para el funcionamiento de la radio y la televisión procede de la Constitución y del pluralismo político que proclama como valor del ordenamiento jurídico. La radiodifusión y la televisión, configuradas como servicio público esencial, cuya titularidad corresponde al Estado, se conciben como vehículo esencial de información y participación política de los ciudadanos, de formación de la opinión pública, de cooperación con el sistema educativo, de difusión de la cultura española y de sus nacionalidades y regiones, así como medio capital para contribuir a que la libertad y la igualdad sean reales y efectivas, con especial atención a la protección de los marginados y a la no discriminación de la mujer.

Maravilloso, acordaos de dónde veníamos. Estamos hablando de 1980. Vamos, que se pretendía que los medios de información públicos dejasen de ser siervos del poder, de mentir, de adoctrinar, de censurar, de contar una única forma de ver el mundo y abrirse a la pluralidad y al debate… Bien.

¿Cómo pretendían hacer tal cosa? Desarrollando contenidos que venían especificados en el propio Estatuto, a saber: Impulsar el conocimiento de los valores constitucionales. Promover activamente el pluralismo, con pleno respeto a las minorías, mediante el debate democrático, la información objetiva y plural y la libre expresión de opiniones. Promover el respeto de la dignidad humana y, especialmente, los derechos de los menores, la igualdad de sexos, la no discriminación por motivos de raza, ideología, religión y cualquier otra circunstancia personal o social. Impulsar la diversidad cultural y lingüística. Ofrecer calidad, diversidad, innovación y exigencia ética. Tener por objetivo atender a la más amplia audiencia, asegurando la máxima continuidad y cobertura geográfica, social y cultural. Propiciar el acceso de todos a los distintos géneros de programación y a los eventos institucionales, sociales, culturales y deportivos, dirigiéndose a todos los segmentos de audiencia, edades y grupos sociales, incluidas las minorías con discapacidades. Favorecer la educación, la difusión intelectual y artística y de los conocimientos cívicos, económicos, sociales, científicos y técnicos, y su desarrollo por medios audiovisuales. Asegurar la protección de los derechos del consumidor. Fomentar la producción audiovisual española y europea.

Casi nada la aspiración y la enorme tarea que se habían autoimpuesto. Y que ojo, se consiguió durante muchos años de los 40 que estamos viviendo en democracia. ¿Cuál fue el problema? El quién. Es decir, quién tenía que asegurar esa pluralidad, esa libertad de opinión y de información, esa diversidad aspirativa.

El Ente Público tenía un Consejo de Administración compuesto por doce miembros, elegidos para cada legislatura, la mitad por el Congreso y la mitad por el Senado, mediante mayoría de dos tercios de la Cámara, entre personas de relevantes méritos profesionales. Y un Director General del Ente público nombrado por el Gobierno, oído el Consejo de Administración. También tenía un Consejo Asesor, formado por representantes de los trabajadores, personas con relevantes méritos culturales, representantes de la administración y representantes de las administraciones.

Es decir, que bien mirado, el ente público nace politizado, porque son los políticos los que designan a sus responsables a quienes marcarán qué contenidos, qué debates, qué temas, cómo, quién, etc… Y mientras hubo pluralidad en las Cámaras, mientras se miraba de reojo de dónde veníamos y hacia dónde queríamos dirigirnos, qué país moderno, europeo, respetuoso, integrador, defensor de valores, queríamos construir, la cosa no nos fue mal del todo.

Tuvimos buenos periodistas haciendo información, se hablaba de todos los partidos políticos, se generaban debates en profundidad, teníamos un canal cultural y espacios culturales en el canal principal

Tuvimos buenos periodistas haciendo información, se hablaba de todos los partidos políticos, se generaban debates en profundidad, teníamos un canal cultural y espacios culturales en el canal principal… Se luchó por los derechos y la igual, se informó con pluralidad… Empezamos a perder el norte con algunas mayorías absolutas, con elecciones de miembros o de directores únicamente por adhesión ideológica al poder. Cuando la RTVE dejó de ser un reflejo de la pluralidad y se convirtió, otra vez (pero menos descarado) en un órgano que hablaba para los que gobernaban, para el “color” que mandaba. Lejos de contar la plural realidad, se hablaba de lo que convenía al poder, se ocultaba lo que no convenía… Buenos periodistas (independientemente de su ideología) trabajaron o perdieron su trabajo en el Ente Público simplemente por contar (o no) con las simpatías de quien había obtenido el poder a través de unas elecciones. Hubo cancelaciones inexplicables de programas de una calidad sin mácula. Y lo contrario.

Cuando los políticos de nuestro país decidieron que la información libre y plural era un problema, la RTVE pasó de ser libre a ser una marioneta, un altavoz más de lo que el poder quería verternos gaznate abajo, cual oca destinada al engorde.

Y llegó la debacle en 2006, gobernando Zapatero (PSOE) se decide dotar de mayor independencia a la RTVE… Y para ello se modifica (entre otras muchas cosas) la forma de elección de los miembros del Consejo de Administración y del Presidente de la Corporación ¿cómo? ¿Se podía introducir una fórmula para que hubiese mayor proporcionalidad y forzase acuerdos para que no hubiese bloqueos? Pues no.

A partir de 2006 el Consejo de Administración estará formado por ocho miembros elegidos por el Congreso de los Diputados y cuatro por el Senado, de entre personas de reconocida cualificación y experiencia profesional. El Congreso de los Diputados, además, designará de entre los doce consejeros electos, al que desempeñará el cargo de Presidente de la Corporación RTVE y del Consejo. Ahí es nada.

Zapatero a sabiendas de que no controlaba el Senado (el PP tenía mayoría relativa, al borde la absoluta), consideró que 6+6… Más un Presidente que habría que nombrar oyendo a esos 12, con la posibilidad de que el partido mayoritario bloquease su elección. Por tanto se modificó la legislación para que el Congreso decidiese la mayoría de dicho Consejo de Administración y a la par al Presidente. Eso sí, se supone que había que oírlos antes. Y se les presuponía que poseían cualificación y experiencia profesional suficiente para el desempeño del cargo de consejero, a las personas con formación superior o de reconocida competencia que hubiesen desempeñado durante un plazo no inferior a cinco años funciones de administración, alta dirección, control o asesoramiento, o funciones de similar responsabilidad, en entidades públicas o privadas o de relevantes méritos en el ámbito de la comunicación, experiencia profesional, docente o investigadora.

Lejos de asegurar la independencia del órgano de los políticos de turno, abundamos más en la dependencia. Hasta el circo actual

Posteriormente, con el PP, hubo una modificación que restringió todavía más el número de representantes, pasando de 12 a 9 (más el Presidente). Todavía menos plural, todavía más bloqueado, todavía más partidista. Con lo cual, tras el cambio, lejos de asegurar la independencia del órgano de los políticos de turno, abundamos más en la dependencia. Hasta el circo actual… Un circo propiciado por el PSOE, Podemos, EAJ-PNV y la renuncia del PP de nombrar o intentar frenar esta situación de politización máxima (como la anterior del PP, unicolor, pero maquillada).

Se entiende que como Ente Público que pretende una serie de valores aspiracionales el Ente puede estar bajo cierto control político, para corregir desviaciones, exigir responsabilidades, o controlar los costes a través de los PGE. Pero nada más.

La RTVE está politizada. La RTVE ha estado politizada. La RTVE ha perdido los objetivos bajo los que se auspició su “nacimiento” en nuestra democracia de media edad.

Y los debates, vergonzosos griteríos e intercambios de posiciones enconadas, a los que venimos asistiendo sobre la mala politización, la mala calidad de los informativos, la mala calidad de la programación, el desprecio por la cultura, por los valores, por la ética, por la igualdad de todos… Son debates vacíos, debates de palabras manipuladas, de términos adulterados, de engaños y maquillajes a los que muchos se prestan.

No ha habido en 2018 una despolitización del Ente Público por parte de PSOE, Podemos y PNV. No la hubo con el PP de Rajoy, no la hubo con el PSOE de Zapatero, tampoco con el PP de Aznar, ni en los últimos años del PSOE de González…

Cuando los políticos del Congreso y del Senado dejen de clavarle las zarpas al ente de gobierno de la RTVE para ver que jugoso trozo les corresponde… Igual, sólo igual avanzamos en un ente plural y representativo de todos los españoles.

De hecho, no tiene sentido una despolitización total del órgano. Así que dejemos de hablar de despolitización para referirnos al cambio de cromos de un color por cromos de otro color. Actuemos con altura de miras. Pretendamos que la RTVE sea aquello por lo que se creó, vuelva a los valores iniciales. Y se garantice por ley una independencia de criterio informativo, programático, de contenidos, por parte de los elegidos. Y la posibilidad de corrección por parte de la Cámara cuando esta independencia se vea comprometida, cuando la pluralidad, el respeto a la Constitución, a los DDHH, no sean los máximos que persiga dicho Ente. Cuando los políticos del Congreso y del Senado dejen de clavarle las zarpas al ente de gobierno de la RTVE para ver que jugoso trozo les corresponde… Igual, sólo igual avanzamos en un ente plural y representativo de todos los españoles.

Sé que caerá en saco roto. Los partidos viejos que ahora hay en el Congreso y el Senado están desesperados por controlar la información. Y los nuevos, nacidos al albur de las nuevas tecnologías, de las fake news y de la postcensura quieren que los otros no controlen la información, para controlarla ellos ¿y por el español? ¿Quién se preocupa por todos los españoles? Por que conozcamos los valores consagrados en la Constitución, por que seamos un país cada vez más abierto, más plural, más respetuoso, más culto, más formado, más abierto al debate, con más herramientas para enfrentarnos a la realidad, al futuro… En el Congreso de los Diputados y en el Senado, nadie.