Lo que en los años 80 se planteaba en las series y películas de Ciencia Ficción como coches que hablan y se conducen solos, chips que supervisan nuestro comportamiento o máquinas que amenazan nuestra vida hoy se trata en la planificación anual de muchas empresas, en el último caso al menos en lo que a amenaza de la vida laboral se refiere.
cuesta saber de qué se está hablando exactamente y dónde termina el debate científico, filosófico y técnico de valor para entrar en terrenos más pantanosos.
El término Inteligencia Artificial está en el día a día. La cuestión se trata desde en publicaciones académicas de primer nivel internacional a en series tecnopesimistas de plataformas de pago, pasando por redes sociales, prensa digital sensacionalista o publicidad de empresas que desean impresionar al mercado. En esta era donde permanentemente estamos expuestos a la información desde toda esta artillería de medios no es fácil distinguir qué es veraz y qué no. En el caso de la Inteligencia Artificial el debate se enturbia porque directamente cuesta saber de qué se está hablando exactamente y dónde termina el debate científico, filosófico y técnico de valor para entrar en terrenos más pantanosos.
Siguiendo el criterio de que lo más tangible es siempre aquello por lo que se está dispuesto a pagar dinero, usemos la referencia que emplean los principales proveedores de servicios de Inteligencia Artificial del mercado: las Amazon, Google, Microsoft y en el caso del mercado europeo y latinoamericano también Telefónica.
Estos proveedores emplean Inteligencia Artificial como un “concepto paraguas” que se usa para contener una serie de técnicas de tratamiento de grandes volúmenes de información y sacando conclusiones con un grado de autonomía que implica la ausencia de intervención humana.
Este paraguas de técnicas podía haber recibido cualquier otro nombre y sin duda el término Inteligencia es equívoco. Rápido se mezcla con cuestiones como la Consciencia, el Alma o las películas de Ciencia Ficción. En realidad el término tiene mucho de comercial. Podría haber sido llamado con otro nombre más preciso pero con menos gancho como Tratamiento Avanzado y Automatizado de Grandes Volúmenes de Datos o similar. En cualquier caso, aun eliminando estas cuestiones de la Consciencia y Blade Runner, como veremos a continuación sigue siendo un ámbito que está revolucionando lo ya de por sí fascinante.
este modelo de cómo generamos conocimiento ya fue definido en el siglo XVII por el filósofo John Locke
Lo que el término Inteligencia Artificial engloba en su “paraguas” es similar en todo lo que ofrecen las principales compañías y engloba un conjunto de servicios que cualquier persona puede contratar. Éstas se pueden dividir entre las capacidades que sirven para tratar y analizar la información para extraer conclusiones o las que sirven para adquirir e identificar la información que hay en el mundo físico, como la foto de un objeto. Curiosamente este modelo de cómo generamos conocimiento ya fue definido en el siglo XVII por el filósofo John Locke.
Respecto a la segunda categoría nos encontramos con los servicios que permiten escrutar el mundo físico en el que nos movemos los humanos de forma similar a como lo hacen nuestros sentidos. Así tenemos el Reconocimiento de Patrones visuales (nuestros ojos), que todos hemos experimentado alguna vez en un aparcamiento subterráneo cuando la barrera de entrada nos indica nuestra matrícula; el reconocimiento de la voz (nuestros oídos), que hoy en día llevamos en nuestro bolsillo bajo el nombre de “Siri”, “Aura” u “Ok Google”; y el famoso Internet de las Cosas, lo que salvando las distancias, vendría a ser “nuestra piel”, y sirve par recolectar datos mediante sensores como son la temperatura o la humedad, pero también muchos más como ondas electromagnéticas en el ambiente, gas radón o ultrasonidos. En otro artículo hablaremos de como el 5G encaja en este último paradigma, para el que ha sido desarrollado.
Además, la Inteligencia Artificial, no sólo se alimenta de lo que percibe del mundo físico en el que nos movemos los humanos, sino que también puede analizar y recibir información del mundo digital que se encuentra en una base de datos o en Internet, lo que incluye conversaciones de Twitter o de Whatsapp. Tanto en uno como en otro mundo tiene la posibilidad de adquirir y procesar datos a una velocidad mucho más amplia que la nuestra, y además de más distintas fuentes donde nuestros sentidos no alcanzan vía Internet de las Cosas.
¿Pero qué hacemos con toda esta información que podemos recopilar por medio de imágenes, sonidos o toda clase de elementos medibles mediante sensores? Es donde entran los servicios de la primera categoría: podemos aprender de esta información y predecir gracias a ella qué va a suceder o qué tenemos delante en base al pasado (Aprendizaje Automático o Machine Learning) o podemos encontrar relaciones en todo ese volumen de información colectada mediante esos datos (BigData).
Por último podemos también tomar decisiones de forma automática en función del resultado de lo anterior. Pongamos un par de ejemplos basados en casos reales del potencial de todo esto:
Una máquina está conectada a los inventarios de compras de la zona comercial de un aeropuerto y al mismo tiempo a la llegada de vuelos
Una máquina está conectada a los inventarios de compras de la zona comercial de un aeropuerto y al mismo tiempo a la llegada de vuelos. El Sistema cruza ambas informaciones gracias a su Big Data y descubre que cada vez que aterriza un vuelo de Japón se incrementan las ventas de Sushi en los restaurantes de la zona comercial. Puesto que parece que estos viajeros tienen ese tipo de interés la máquina aprende, gracias a que ese comportamiento se ha repetido en el tiempo, que eso es un hecho. En el futuro cuando aterriza un vuelo de Japón y el reconocimiento visual de la máquina le indica que los viajeros pasan delante de los videowalls del aeropuerto es bueno personalizarles la información de que más adelante encontrarán un buen restaurante de Sushi. De esa forma ellos estarán más satisfechos y los restaurantes de Sushi mejorarán sus ventas.
O por ejemplo, un sensor nos indica que la turbina de nuestro molino eólico está vibrando con un comportamiento que no es el que nuestra máquina ha aprendido que tiene durante los últimos meses. Esto conforme a otros casos que tenemos en el histórico puede significar una avería en breve. Automáticamente nuestro Sistema lanza un aviso a un técnico para que se acerque a revisarlo. Con esto una empresa de aerogeneradores evita pérdidas.
Las posibilidades de este grado de análisis de información, cruzado de datos entre “lo real y lo virtual” y la toma de decisiones automática como se ve es infinita. El retorno de la inversión que implica estos sistemas potencialmente también. De alguna forma se trata de verlo como aquellas automatizaciones del siglo XX de grandes maquinarias pero aplicado al tratamiento de la información.
Ese tipo de técnicas es lo que se conoce pues con Inteligencia Artificial. ¿Tiene algo que ver con la Ciencia Ficción o la autoconsciencia? Más bien por el momento poco. ¿Supone toda una revolución que abarca desde las actuales relaciones laborales, a cómo son tratados los datos personales, cuáles son las necesidades educativas o cómo se me presenta la información del mundo y su grado de personalización? Por supuesto. Y no son pequeños estos desafíos ni es poco el potencial de esta tecnología como necesidad de ir un paso más allá.
¿Cuáles son los siguientes pasos de estas tecnologías? Difícil de saber. Hace cinco años plantear estas posibilidades en una empresa podía causar risa. Hace diez el 4G, las redes sociales o los servicios de Google apenas sí existían y ya hoy los tenemos normalizados, con importantes consecuencias que afectan desde a la forma en que se elige al Presidente de EE.UU. a la forma en que los individuos buscan empleos, amigos y amores. Lo que está claro es que toda tecnología traerá desafíos y cambios que requieren de estudio desde ámbitos que van más allá del empresarial o tecnológico.
El debate de la Inteligencia Artificial hoy recuerda a veces al de aquellos teólogos medievales que debatían sobre si Cristo era Divino o Humano y al final se llegaba a conclusiones de todo tipo. Cuando hablamos hoy de Inteligencia Artificial no hablamos de “Dios en una caja”, pero tampoco es una nueva herramienta más.