Madrid. Puerta del Sol. Una marea de colores que se va transformando velozmente. Gente esperando a sus citas junto a la estatua del oso y el madroño, mezclados con turistas que se fotografían junto al símbolo madrileño, asiáticos en su mayoría. Los pasos de personas que caminan con prisa se mezclan con quienes hacen tiempo paseando por la plaza mientras esperan a alguien. Desde la ventana de cualquiera de las cafeterías, puede observarse el espectáculo, como una secuencia de fotogramas en plano general proyectadas en una pantalla. Enormes muñecos deformes de Peppa Pig o Bart Simpson, se entremezclan con las gitanas del romero y las estatuas vivientes. Junto a la fuente, un tumulto de gente disfruta de una banda de mariachis, y, a pocos metros, frente a la ballena de cristal, se repite la escena con un grupo de jóvenes bailarines de break dance. Entre ellos se encuentra un adolescente que, años más tarde, dará mucho que hablar.

Han pasado algunos años desde entonces. Pero la escena se repite cada día. Sólo cambian algunos personajes y sus historias personales. Yo voy a centrarme en una de entonces, en la de aquel joven.

Michael Batista y David Hernández durante la entrevista

La adolescencia de Michael Batista no fue fácil. A su hermano pequeño, cuando tenía entre 8 y 9 años, le detectaron cáncer de huesos. “A raíz de ahí, pasó por quimio, muy poco tiempo, porque estaba muy avanzado, y, finalmente, tuvieron que amputarle una pierna entera,” cuenta Michael. “Lo llevó bastante bien. Mejor que la familia entera. Él era el que nos animaba a todos”. Cuando pasó todo aquello, su madre veía que no tenía posibilidad de ayudar a sus hijos en Madrid, ya que a penas tenía familia en la capital, y decidió mudarse. Michael, en plena adolescencia, acababa de descubrir que le apasionaba la interpretación y se había matriculado en una escuela teatral. Prefirió continuar ese camino y se quedó en la ciudad en casa de una tía. Ella pasaba muchas horas trabajando y Michael aprovechaba para pasar las tardes en la calle, bailando con un grupo de amigos. Su madre le enviaba algo de dinero, pero no disponían de muchos recursos económicos. Por lo que Michael aprovechaba el baile para ganar algunos euros, que le venían muy bien para formarse como actor. Su profesor, Javier Manrique, que, curiosamente ahora es su actual representante, también ofreció a aquel joven la posibilidad de ayudar a limpiar la escuela a cambio de clases. 

Hace unos días terminó de rodar su primer cortometraje, ‘Coincidencias’, con el equipo de Limbo Producciones

Ahora, ya convertido en todo un actor tras haber participado en películas como ‘Safari’ o ‘Los héroes del mal’ y grandes producciones como ‘Palmeras en la nieve’ o ‘Vis a vis’, ha comenzado también a formarse como director. Hace unos días terminó de rodar su primer cortometraje, ‘Coincidencias’, con el equipo de Limbo Producciones. La cinta narra la historia de superación de su hermano pequeño. “Ese chiquitajo, a día de hoy, se ha convertido en uno de lo mejores jugadores de basket en silla de ruedas que hay en Londres y está postulando para los paralímpicos.” “Cuando estoy depre, siempre pienso en mi hermano, en su motivación y en todo lo que ha conseguido,” confiesa. 

Los últimos días de rodaje los ha tenido que compaginar con los ensayos de ‘Crónica de un secuestro’, montaje que estrena como actor en el Teatro Galileo. Un texto sobre un agente de seguros secuestrado sin causa aparente que lo justifique. El protagonista es Emilio Morel, un hombre de clase media alta, que se considera un ciudadano ejemplar, apreciado por sus amigos y familiares. Pero, mientras espera que su mujer pague el rescate, llegará a dudar sobre si ha sido tan ejemplar, cómo ha llegado a conseguir todo lo que tiene y si de verdad mereció la pena todo lo que hizo para conseguirlo.

Usted interpreta a uno de los secuestradores. ¿Cómo es su personaje?  Muy impulsivo. Muchas veces le interesa más bien poco lo que piensen Morel o su compañero. Está ahí para hacer su trabajo. Todo lo demás, le da igual.

¿Qué valora de él?  Que es muy directo. No se anda por las ramas. Te dice lo que tiene que decir, aunque a veces con cierta agresividad.

Tiene mucho que ver con usted, que también es una persona muy directa, aunque nada agresiva. Soy muy directo, pero con mucho más cariño. A veces me arrepiento porque creo que he hablado de más. Pero porque valoro mucho que las personas sean directas. Eso sí, siempre de manera constructiva. Aunque piense totalmente lo contrario de algo, siempre busco la manera constructiva de decirlo.

¿Qué relación tiene este montaje con la sociedad española actual? La diferencia de clases. Cómo se vive todo si estás en una situación desfavorable o en una más privilegiada. El tener un nivel adquisitivo o no tenerlo.

¿Cuál sería el mensaje principal? La honestidad. Falta mucha honestidad en esta sociedad, partiendo de la propia honestidad personal. Si uno no es honesto consigo mismo, difícilmente lo va a ser con los demás.

El secuestrado sería una especie de metáfora del símbolo del poder y los secuestradores, Martín y Pedro, del pueblo. ¿Todos están carentes de honestidad? En esta obra, a quien le falta honestidad es a Morel. Se va a ir dando cuenta que está siendo falso consigo mismo, que hay cosas que ve pero no quiere asumir…

¿Ve esa falta de honestidad en nuestros políticos? Sí.

¿Qué otras carencias ve en los representantes políticos de este país? Están muy faltos de empatía. Tienen que ser más empáticos con el pueblo. Tienen que preocuparse por qué le falta a la gente, lo que les duele…

Otro de los problemas de nuestra sociedad actual son las adicciones. Un tema que se trata en ‘2 Rombos’, largometraje en el que acaba de trabajar como actor. Una película conceptual sobre los jóvenes de hoy en día y sus problemas: drogas, la manera de vivir el sexo, la manera de vivirlo todo muy frenéticamente… Muestra una realidad que existe y que los medios no muestran. Para que se puedan cambiar las cosas hay que mostrarlas.  Es cierto que está habiendo un repunte importante en el consumo de drogas, especialmente entre los jóvenes. Aunque no se están publicando estadísticas, algunos miembros de las fuerzas de seguridad nos dicen que sólo tenemos que fijarnos en cómo han aumentado las incautaciones de alijos. Estamos volviendo a la época de los 80, con drogas como el crack. Para evitar el problema, hay que tratarlo. Para intentar cambiar algo, hay que mostrarlo. Cuando a través de la pantalla ves lo duro que es, te hace reflexionar. Si eres joven y estás consumiendo, al verlo puedes replantearte lo que estás haciendo.

Cuando el problema se logró mitigar en los 90, desaparecieron las campañas del Ministerio de Sanidad sobre drogodependencias. Hoy en día, hay mucha información, pero si no se muestra desde un punto de vista sensitivo, que enseñe cómo afecta al entorno y cómo destruye familias enteras, una juventud con falta de estímulos no va a hacer nada para evitarlo. La juventud necesita, como usted dice, que se lo muestren y se vea ya no el daño que se hacen a sí mismos, sino el que generan a su propio entorno familiar. Me acuerdo mucho de las pelis quinquis. ‘Navajeros’ y todas éstas. Mostraban una realidad, la de las clases sociales bajas, donde los chavales robaban, consumían drogas… Unos grandes directores expusieron su realidad para que el público fuera consciente. Eso no debería perderse. Por eso, agradezco a Ricardo Carvajal que haya querido mostrar una realidad actual de la que no estamos siendo conscientes.

‘Vis a vis’ también muestra otras realidades, como el de las reclusas o las mujeres del colectivo LGTBI. ¿Cómo fue participar en la primera producción de FOX España? Un regalo. Después de ‘Palmeras en la nieve’, comencé a estudiar dirección de cine y me alejé un poco de la interpretación. Quería aprender a contar mis propias historias. Al poco tiempo de decidir volver a interpretar y sentirme actor, me llamó mi representante para ofrecerme participar en la serie. Tuve el honor de trabajar con Najwa Nimri. Hicimos muy buena ficción, mucho contacto, me quitó muchos nervios, mucho pudor…

Mucho contacto. ¡Literalmente! – nos reímos. Era una escena de contacto y yo estaba acojonado. Era lo primero que hacía de desnudo para tele. Yo le decía: “Najwa, estoy acojonado por esto.” Una vez bajamos al set, nos empezamos a inventar cosas, los dos proponíamos y el director nos compró todo. Eso me ayudó a relajarme y a tranquilizarme.

Para llegar a personajes como el de ‘Vis a vis’ hay que superar varias pruebas. Los cástines son el día a día de cualquier actor. Para trabajar en ‘Palmeras en la nieve’ tuvo que superar cuatro. Estaba ilusionado, pero, a la vez, se decía a sí mismo que era imposible. No es que no se viera preparado como actor o tuviera poca autoestima. El principal motivo era la edad. Michael tenía 11 años de diferencia con Laha, su personaje. “Son muchos. Se notan mucho. Sobre todo, si te has leído el libro,” explica Batista, quien había tenido que leerlo como actividad en el instituto.

¿Qué le pareció cuando lo leyó por primera vez? No me gustó mucho. ¡Me pareció un coñazo! – confiesa. – Pero lo leí después, cuando ya estaba más identificado con la negritud, con mis orígenes, con la historia de África… Cuando lo leí por segunda vez, no entendí como no había podido sentir nada la vez anterior. Estaba impresionado conmigo mismo.

Estaba Michael en su cuarta y última prueba. Emocionado por haber pasado las tres anteriores, deseando que el papel fuera suyo, pero siendo consciente del hándicap de la edad. Al terminar, no pudo contener los nervios y, con mucho pudor, se giró hacia el equipo del casting.

-Perdonad que lo pregunte… ¿Cuándo voy a poder saber algo? No es por nada, es que como he estado muy nervioso estos días… -hablaba sin parar por el nerviosismo.- Por hacerme una idea…

-¡¿El qué?! – le cortó en seco Fernando González Molina, director de la película. – El papel es tuyo.

“A mí sólo me salió decir ‘gracias’. Sin una sonrisa ni nada,” explica el actor. Salió de la sala, se metió en el ascensor, se miró al espejo… Y empezó a reír sin parar.

Fotografías: Mar Sierra