Terrorismo - Josemari Alemán

El desradicalizador que lo desradicalizare, buen desradicalizador será. Me vino a la memoria esta versión libre del trabalenguas, al conocer el horrible atentado yihadista del pasado 17 de agosto en las Ramblas de Barcelona, y leer, un par de semanas antes, un artículo de un diario del País Vasco, que trata sobre un plan de la Diputación de Gipuzkoa, que tiene por nombre Elkazbizitza helburu, que viene a significar algo así como Objetivo convivir. En este plan están también involucrados la Ertzaintza, la Cruz Roja, la asociación Kolore Guztiak y Euskal Bilgune Islamiarra, una asociación vasco-islamista que se ha creado hace tres años, en colaboración con las mezquitas vascas. Su única función es la prevención, y su campo de actuación es una decena de chavales tutelados y que residen en los pisos de acogida de la Diputación.

Según los expertos, estos menores, procedentes de países musulmanes, son los más vulnerables a la radicalización y a la manipulación, por su falta de arraigo, su futuro incierto y su exclusión social

Según los expertos, estos menores, procedentes de países musulmanes, son los más vulnerables a la radicalización y a la manipulación, por su falta de arraigo, su futuro incierto y su exclusión social. Los programas de adaptación de estos menores cuestan muchos medios humanos y económicos a las instituciones, y no solo los menores musulmanes pues, por lo general, todos los acogidos provienen de familias desestructuradas, vivencias terribles, e historiales muy duros. Los educadores que trabajan con ellos son expuestos día a día a situaciones tensas y violentas, que llegan frecuentemente a agresiones físicas. Es un trabajo muy duro para las mujeres, de las que este colectivo no acepta ni su control, ni su autoridad. En muchas ocasiones han recurrido a educadores de sus países y entornos de origen, que son los que realmente pueden ejercerlos, por su arraigo social y cultural.

El manejo de las RRSS es un objetivo prioritario, pues es por donde les puede llegar las manipulaciones o las informaciones interesadas, para producir en el menor la sensación de islamofobia, victimismo y exclusión, con su consiguiente respuesta de odio al diferente

Mantienen reuniones y charlas periódicas, incidiendo en el conocimiento objetivo del Islam, y descubriendo aquellas ranuras por donde pueden colarse las interpretaciones tóxicas que lleven a la radicalización del menor. El manejo de las RRSS es un objetivo prioritario, pues es por donde les puede llegar las manipulaciones o las informaciones interesadas, para producir en el menor la sensación de islamofobia, victimismo y exclusión, con su consiguiente respuesta de odio al diferente. Naturalmente, y una vez puestos, en el mismo programa se les trabaja sobre el consumo de drogas y la violencia de género. Dicen los responsables que no han detectado ningún caso de yihadismo en este grupo, porque los casos investigados y neutralizados corresponden al colectivo de adultos, cuya detección y neutralización, es competencia de la Ertzaintza, en coordinación con otras policías.

Aconsejan a las personas del entorno de estos menores, o de otros en circunstancias parecidas, mantener un protocolo de actuación, comenzando por prestar atención a unos indicadores que tienen que ver con el cambio de actitud hacia sus familiares, o superiores, la toma de posiciones violentas, el interés excesivo por ciertas webs o músicas, la obsesión por los problemas de los musulmanes en el mundo, la fanatización religiosa… Y si se detectase algo de esto, aconsejan comunicarlo a la asociación correspondiente, para que lo neutralice y compruebe de dónde viene la influencia tóxica.

¿Y por qué nunca han hecho nada con los etarritas? Cincuenta años adoctrinando a los chavales en el nacionalismo, sin demasiado control de los resultados, por si éstos se vuelven radicales, integristas o extraterrestres

Y bueno, que me alegro mucho de estos programas, pero digo yo… ¡Karajo la que han montado por una decena de musulmanitos…¡ ¿Y por qué nunca han hecho nada con los etarritas? Cincuenta años adoctrinando a los chavales en el nacionalismo, sin demasiado control de los resultados, por si éstos se vuelven radicales, integristas o extraterrestres, apartando de un manotazo a los que puedan dar señales de ser críticos, desobedientes o escépticos. Y lo peor es que, esta evangelización sucede sin demasiado control a los evangelizadores, y al rigor en la enseñanza de la historia, la cultura, las ciencias sociales… etc. Porque en matemáticas, dos más dos serán cuatro en euskera, en español o hasta en inglés (aunque con eso de los chelines, las pulgadas y el brexit, nunca se sabe si la de los británicos en una ciencia exacta, o anda territorios de lo indi).

Lo del terrorismo islamista es lo mismo que el terrorismo etarra: comienza por una manipulación de la historia, sigue por fomentar el victimismo, que deriva en el odio al distinto. Luego llega el adiestramiento en un desierto o en un bosque, y termina convirtiendo al muchacho en un valeroso gudari, o en un feroz destroyer. 

El adoctrinamiento puede ser algo inocente o puede convertirse un una bomba, todo depende del adoctrinado y de su entorno. Porque una mentira sinsorga puede llevarles a la risa, o a hacer un pedido a la armería. Hemos conocido a cándidos chavales radicalizados por la influencia de los imanes con txapela, que andan a la pesca de los más brutos o de los más tontos, para meterles en el arte de las pintadas y la pega de carteles, o en el oficio de la quema de autobuses, o en pasarles a la siguiente pantalla del juego terrorista, que consiste en manejar armas y explosivos. En fin, que lo del terrorismo islamista es lo mismo que el terrorismo etarra: comienza por una manipulación de la historia, sigue por fomentar el victimismo, que deriva en el odio al distinto. Luego llega el adiestramiento en un desierto o en un bosque, y termina convirtiendo al muchacho en un valeroso gudari, o en un feroz destroyer. Claro que, generalmente, para el adoctrinado más eficaz y aplicado, todo termina en la cárcel o en el cementerio. Y para su familia y entorno más cercano, en la sorpresa de ver a ese buen chico, tan majo y tan jatorra, convertido en un monstruo. Y todo por no hacer caso a los indicadores de la radicalización, esos que ahora, la Ertzaintza trata de hacer visibles para que el proceso pueda reorientarse antes de que no tenga remedio.

En octubre de 1995, publiqué un artículo en El Diario Vasco que, con el título de La Herriko Kaberna, hablaba de esa transfiguración de los inocentes muchachitos en perversos delincuentes políticos (ellos no sabían que realmente eran terroristas). En el artículo se mostraban claramente los mecanismos, los cebos y los resultados de la radicalización etarra. Hablaba de un chip implantado en la zona más adecuada del cerebro, y también, hablaba de esos indicadores en forma de palabras clave que dejaban al descubierto el proceso de adoctrinamiento. Pero a mí no me ofrecieron una beca para desarrollar esa investigación sociológica, en colaboración de Ertzaintza, ni con nadie. Lo que pasó fue que, ese fin de semana, llenaron las paredes de los bares de la Parte Vieja de Donosti con fotocopias ampliadas de mi artículo; con mi foto tuneada, quemada con cigarros, decorada con dianas y llena de anotaciones al margen para gusto de todos los paladares. Esa es la diferencia. Como en la película de los apellidos vascos, que según quién sea quién, una palabra puede servir para hacer unas risas, o para llevarte a la hoguera.

Después de tantos años preocupa la asintonía, el desdén, el desprecio y el odio a España, que hace convertir en una fiesta las burlas, los insultos o los escraches a la Guardia Civil

Lo que es innegable es que, después de tantos años controlando la cultura, la educación y la enseñanza, los nacionalistas vascos que lo han gestionado, han formado unas generaciones, en plena sintonía con su ideario, con sus valores, que los tiene, y con sus defectos, que lo rebosan. Preocupa la asintonía, el desdén, el desprecio y el odio a España (sus representantes, su historia y sus símbolos), que hace convertir en una fiesta las burlas, los insultos o los escraches a la Guardia Civil, en forma del típico Alde Hemendik (Fuera de aquí) en muchas localidades vascas y navarras. O el Fan Hemendik (lo mismo, pero en euskera preconciliar) de Oñate, o el Tiro al Fatxa de Etxarri Aranaz… O empeñarse en silenciar, con pitidos, el Himno Nacional en cualquier final de fútbol; o arrogarse el derecho de admisión, en un bar, y sacar a mamporros a la calle a varios policías de paisano, acompañados de sus novias, justificándose ellos, sus familiares, y todo el pueblo, con el argumento infantil de que era una pelea de bar. O usar el comodín de la libertad de expresión, o del derecho a decidir para cualquier tipo de agresión o insulto… Y que ese argumento sea compartido por buena parte de los vascos, y sus representantes públicos. En fin, como dice mi primo Javier, que esto es un desdiós.