Sade LGTBIQ - Paco Pimentel (1)

Hace unos días fui al Palacio de Cibeles a ver una exposición. Hacía tanto que no entraba allí que la última vez que lo hice fue para enviar un paquete certificado, así que tenía ciertas ganas de ver cómo lo habían dejado. Nada más empezar mi visita me encontré que en el antiguo Patio de Operaciones, lo que viene a ser el espacio central del edificio, habían puesto un enorme mapa del metro con la leyenda “Metro LGTBIQ de Madrid”. Lo primero que me vino a la mente fue el comentario, leído unos días atrás en las redes, de que esas siglas están a un paso de convertirse en una contraseña segura para el wifi, pero me dio curiosidad saber de qué se trataba y me acerqué a mirar. Era simplemente el mapa del metro de Madrid tal cual lo conocemos pero en el que los nombres de la estaciones habían sido sustituidos por el de personas más o menos célebres y más o menos adscribibles a alguna de esas siglas. Allí estaban esos nombres que no pueden faltar en estas ocasiones (Lorca, Wilde, Capote, Turing, etc.) junto con otros menos conocidos y muchísimos más que no tengo ni idea de quiénes son o eran.

Lo que me dejó boquiabierto fue ver que en un lugar privilegiado estaba el nombre del Marqués de Sade

Estuve un rato mirando y me sorprendió ver, por ejemplo, que le habían puesto una estación a Jacinto Benavente pero lejísimos de donde está la muy céntrica y conocida plaza que lleva su nombre. Me pareció también que algunos personajes no destacaban como merecían y otros en cambio más de lo que debían, todo en mi opinión por supuesto, pero lo que me dejó boquiabierto fue ver que en un lugar privilegiado, nada menos que como cabeza de una línea y por tanto con aparición doble (tanto en el mapa como en el lateral donde se enumeran las líneas), estaba el nombre del Marqués de Sade. En un primer momento pensé que en cuál de las famosas iniciales pretendían encuadrar a Sade. Probablemente, a juzgar por sus obras que son las que le hicieron famoso, no podemos calificar a Sade como un heterosexual de estricta observancia, por decirlo así, pero tampoco creo que encaje en ninguna de aquellas letras, sino más bien en la D de depredador sexual. Digo esto para economizar en siglas, ya que en esa D estarían incluidas la V de violador, la T de torturador, la P de pedófilo, la N de necrófilo y así sucesivamente hasta casi agotar el abecedario.

Quizás algunos de quienes no le hayan leído tengan una idea equivocada de Sade y piensen que exagero y que lo que el Marqués escribía entonces hoy no nos parecería para tanto. No se equivoquen con él, les voy a poner un fragmento cualquiera para que se hagan una idea de lo que escribía, un ejemplo en el que he evitado la escatología y las espeluznantes descripciones de esas atrocidades que tanto le gustaban, pero que muestra bien de qué va su obra:

«Te equivocas si supones que la belleza de una mujer es lo que provoca la lujuria de un libertino: más bien es el crimen que la ley y la religión le confieren al hecho de poseerla. ¿Quieres pruebas? Entonces medita sobre lo que te voy a decir: ¿Acaso no es cierto que cuanto mayor es el crimen, más grato resulta el placer del libertino? El trato sexual con una prostituta no presenta el mínimo atractivo para él. Pero fornicar con una mujer «buena» le complace mucho más, desflorar a una virgen todavía más, seducir a una monja muchísimo, más que todo lo anterior, y si la víctima se rehúsa al placer final es mucho más grato obligarla, ¿Y si sufre dolor? Más delicioso todavía. ¿Si muere? Éxtasis, niña mía, absoluto éxtasis.»

Sade LGTBIQ - Paco Pimentel (2)

Y aquí va otro tomado de los miles que se podrían poner.

«¡Qué!, si no estuviera en la intención de la naturaleza que uno de los sexos tiranizara al otro, ¿acaso no los habría creado de fuerza igual? Al hacer a uno de ellos inferior al otro en todos los puntos, ¿no ha indicado de manera suficiente que su voluntad era que el más fuerte utilizara los derechos que ella le daba? Cuanto más extiende éste su autoridad, más desdichada hace, con  ello, a la mujer unida a su suerte, y mejor ejecuta así  los designios de la naturaleza.»

Si alguien piensa que son fragmentos sacados de contexto y que no reflejan el sentido de sus escritos, que agarre un frasco de Primperan y los contextualice leyendo enterita cualquiera de sus muchas obras. Y a mí esto me parece más serio que silbar a una chica por la calle o decir “eres mía, nena” en una canción, pero ahí tienen el nombre del Marqués de Sade brillando en el mismo corazón de España, como si dijéramos, por gentileza de nuestro ayuntamiento que nos lo ofrece como referente de la cultura LGTBIQ.

Debo ser raro porque, en cambio, ninguno de los guardianes del nuevo puritanismo ha dicho nada, que yo sepa, y he leído reportajes más o menos elogiosos sobre esta obra hasta en el ABC, y eso que parece que hay un concurso abierto para ocupar la plaza de gran inquisidor (o inquisidora) de lo políticamente correcto. Por ejemplo, hace unos meses el diario “El País” nos traía un artículo titulado literalmente “Vamos a analizar si estas canciones del pop español son machistas”, y no era broma porque realmente sometían unos cuantos versos de artistas nacionales a una especie de juicio popular en el que se decidía si los autores habían pecado o no y cuantas veces. Ese buscar micromachismos en las canciones, como antes se buscaban mensajes satánicos, es también un ejemplo entre los muchísimos que podrían citarse de esta renovada afición por el señalamiento público, aunque de entre los casos recientes el más llamativo, en mi opinión, fue la delirante persecución que se organizó contra aquel chico de Murcia que puso cuatro carteles en los que se dirigía a una desconocida, y que solo terminó cuando consiguieron que el pobre chaval hiciera autocrítica en los mismos medios que le acosaban.

No he encontrado ni una palabra sobre el hecho de que ese gran apóstol del feminicidio que es Sade aparezca colocado en un lugar de honor del ayuntamiento de nuestra capital

Sin embargo, como digo, no he encontrado ni una palabra sobre el hecho de que ese gran apóstol del feminicidio que es Sade aparezca colocado en un lugar de honor del ayuntamiento de nuestra capital. Igual es por estar patrocinado por un consistorio libre de toda sospecha heteropatriarcal, o tal vez sea porque aparece en un contexto LGTBIQ  y, ya se sabe, con la orientación sexual empieza a pasar como con las religiones: lo que en unos es inadmisible en otros son peculiaridades y tradiciones que hay que respetar. Pero aún hay más, en un alarde de curiosidad, probablemente malsana, fui a ver quién era el autor de ese mapa y me encontré con que se trataba de un tipo que en twitter se define como “activista marica, antirracista, feminista, anticapitalista” y que tiene su timeline plagado… ¡de denuncias contra la violencia de género, con dos cojones! (si la expresión les parece machista léanla en rabiosa clave queer). Debe ser eso que en la neolengua se llama “cabalgar contradicciones”, ya saben, esa peldaño superior en la escala intelectual y moral en la que algunos privilegiados se encuentran y que te permite declararte feminista y fantasear con los amigotes con que azotas a una mujer hasta que sangra, o criticar la amistades de algunos con la realeza sunita mientras a ti te financia una teocracia chiita.

Pero no crean que lo mío es crítica destructiva, al contrario, voy a proponer algo. A mí, lo digo sin ninguna ironía, me parece muy bien la idea de poner sobre la mesa nombres de personas homosexuales (o bi, o trans, etc.) que, por razones diversas, realmente puedan ser tomadas como referentes para los quienes comparten orientación sexual y también para quienes no lo hacen. Es cierto que algunos de esas personas están en ese mapa, pero otros no me parece que tengan méritos para estar allí y otros más, según dice su autor, figuran por ser amigos suyos y, francamente, creo que con eso ha expulsado a gentes que sí deberían estar allí. Por ejemplo, a mí me encantaría que entre los nombres que suelen citarse en estos casos empezara a aparecer el del bailarín y actor australiano Robert Helpmann, un personaje que merece una película, incluso una serie, y por el que siento una especial simpatía a pesar de que -o precisamente porque-  protagonizó unas cuantas de mis pesadillas infantiles.

Para sustituir a Sade, yo propongo a alguien que bien puede ser su antítesis: Alexander von Humboldt, un verdadero gigante de la ciencia y la cultura occidental

Habría otros muchísimos nombres posibles y sería largo enumerar ya solo los de mi personal preferencia pero, concretamente para sustituir a Sade, yo propongo a alguien que bien puede ser su antítesis: Alexander von Humboldt, un verdadero gigante de la ciencia y la cultura occidental, un valiente aventurero y un auténtico humanista que, curiosamente, está bastante olvidado incluso en su propio país, Alemania. Fue prácticamente coetáneo de Sade, pero si Humboldt encarna a la perfección las ideas de la ilustración, para el Marqués la revolución fue poco más que un golpe de suerte que le sacó de la cárcel. Si uno empleaba su fortuna en financiar sus expediciones y denunciaba  el esclavismo, el otro gastaba la suya en pagar prostitutas mientras fantaseaba con secuestrar jovencitas y torturarlas hasta la muerte. Además, por si hubiera pocas razones para estar precisamente en ese mapa, Humboldt está muy vinculado a España y sobre todo al mundo hispánico.

Y sí, claro, naturalmente lo propongo porque era homosexual, o al menos esa es la idea comúnmente aceptada hoy en día, que para el caso es lo que cuenta. Igual a alguien -al autor del mapa o al ayuntamiento de Madrid, por ejemplo-  le parece que no es un personaje apropiado porque el prestigio de Humboldt nada tiene que ver con su condición sexual y por ello no representa bien al colectivo. Bueno, en mi opinión decir que alguien como Humboldt representa menos a los homosexuales que Falete (que sí está en el mapa) sería como decir que Madame Curie representa menos a las mujeres que Zsa Zsa Gabor.

La cultura de una sociedad no es su barniz, es su alma, y las personas que se nos proponen como figuras a seguir, a imitar o simplemente a admirar son parte esencial de esa cultura

Pero no quiero terminar con una broma porque realmente creo que este homenaje a Sade en el Ayuntamiento de Madrid es un asunto serio. Quizás a alguno no se lo parezca y piense que es anecdótico, pero no, no lo es, no es anecdótico sino sintomático. La cultura de una sociedad no es su barniz, es su alma, y las personas que se nos proponen como figuras a seguir, a imitar o simplemente a admirar son parte esencial de esa cultura (como muy bien ya han explicado otros en estas mismas páginas). Y una sociedad que olvida a un personaje excepcional como Humboldt y propone como referente a un apologeta del crimen como Sade (así lo definió Bataille) es una sociedad que está frivolizando muy por encima de sus posibilidades, en el mejor de los casos, o que está pidiendo a gritos la eutanasia. Y a la larga estas cosas se pagan, incluso me temo que acaban pagándose con sangre.