Resistencia Bacteriana - César Nebot

Todo lo que nos rodea está poblado de seres microbianos. Esto no nos debe alertar. El medio que nos envuelve es un constante equilibrio entre poblaciones de billones de bacterias. Casi podríamos decir que los seres humanos constituimos toda una excepción poblacional en la faz de la tierra en un medio poblado por las bacterias. Son extraños los espacios que denominamos asépticos y, contrario a lo que se nos quiere vender en los anuncios de desinfectantes, no siempre deseables. Recuerdo como ridícula la imagen televisiva de un anuncio de limpiasuelos en la que una madre alza a su bebé del suelo con grave expresión por notar la presencia de una bacteria con esas gafas de aumento 200x que el libro de buena madre impone a toda la sociedad. Y es ridícula no por esa imposibilidad visual, que es grotesca, sino porque, en realidad, nuestra salud se encuentra relacionada con la capacidad de “negociar” con el equilibrio de esas poblaciones bacterianas. La existencia del ser humano es una prueba de la capacidad de convivencia con las bacterias en equilibrio. Nuestra flora intestinal es prueba de ello.

La cuestión no consiste en que existan bacterias, el problema principal es que algunas de ellas violentan ese equilibrio, ese pacto de no agresión, y provocan lo que llamamos infecciones.

Antiguamente, cuando alguien moría de una infección, en tanto que no se percibía al agresor externo se aludía a superchería, a algo mágico o a una maldición que enviaban los dioses. Cuando tomamos conciencia de la existencia de los microorganismos y de su papel en las infecciones, fuimos conscientes de la necesidad de armas biológicas que corrigieran estos desequilibrios mortales. El descubrimiento de la penicilina en 1928 permitió el desarrollo sistemático de antibióticos como arma efectiva y científicamente probada para combatir las infecciones. Esto permitió una época en la salud humana sin precedentes.

Los antibióticos eficaces han sido uno de los pilares que nos ha permitido vivir más tiempo con más salud y beneficiarnos de la medicina moderna

No obstante, en el 2014, la Organización Mundial de la Salud emitía el primer informe en el que alertaba como inminente la grave amenaza para la salud pública que constituye la resistencia bacteriana a los antibióticos. El Dr. Keiji Fukuda, Subdirector General de la OMS para Seguridad Sanitaria lo expresaba así: «En ausencia de medidas urgentes y coordinadas por parte de muchos interesados directos, el mundo está abocado a una era post antibióticos en la que infecciones comunes y lesiones menores que han sido tratables durante decenios volverán a ser potencialmente mortales.(…) Los antibióticos eficaces han sido uno de los pilares que nos ha permitido vivir más tiempo con más salud y beneficiarnos de la medicina moderna. Si no tomamos medidas importantes para mejorar la prevención de las infecciones y no cambiamos nuestra forma de producir, prescribir y utilizar los antibióticos, el mundo sufrirá una pérdida progresiva de estos bienes de salud pública mundial cuyas repercusiones serán devastadoras».

La resistencia bacteriana se encuentra entre las amenazas mundiales más preocupantes

La resistencia bacteriana se encuentra entre las amenazas mundiales más preocupantes. El terrorismo islamista es una terrible amenaza que preocupa de forma inmediata y copa todas las noticias ante los atentados; el cambio climático cuya amenaza se observa más en el largo plazo dispone de su cuota de comunicación cada vez más importante ante la creciente preocupación; no obstante, la amenaza por la resistencia bacteriana que ya es una realidad y que sus efectos se prevén preocupantes en el medio plazo sigue siendo la gran desconocida. Un enemigo silencioso.

La resistencia bacteriana a los antibióticos es una respuesta adaptativa de ciertas bacterias que les permite sobrevivir a la acción antimicrobiana. Si bien cuando se aplica un antibiótico se eliminan la mayoría de bacterias, algunas desarrollan esta capacidad. El problema es que un espacio en el que sólo sobrevivan bacterias resistentes facilita su proliferación ya que no deben competir con ninguna otra población en el medio vital. Así pues, la adaptación a un medio en el que el equilibrio poblacional ha sido violentado por la irrupción de antibióticos es una explicación en la línea de la selección natural. Sobrevive la bacteria capaz de burlar el efecto antimicrobiano. Este proceso es más fácil si además se realiza un uso incorrecto de los antibióticos.

Imagine que en una guerra dispusiera de un arma importantísima contra el enemigo pero que en lugar de mantenerla en secreto y usarla de forma eficaz, fuera dándole pistas y muestras de cuáles son sus planes y usándola de forma incorrecta en objetivos menores. Esa estrategia sería un error de libro. Pues eso es lo que estamos haciendo con el uso de antibióticos. El uso erróneo como preventivos, cuando un antibiótico nunca debe ser preventivo pues pueden escampar el terreno para que puedan proliferar las resistentes; o el uso insuficiente, como interrupciones de los tratamientos que darían pistas para la adaptación, son errores graves ante esta batalla.

De igual manera que en el frente de batalla el soldado debe esperar las órdenes sobre cómo, donde y cuando atacar, en esta batalla es muy importante que seamos diligentes y sigamos de forma estricta las recomendaciones de nuestros médicos para el tratamiento de las infecciones.

El buen uso de los antibióticos no sólo es importante para nuestra salud y para la salud pública actual sino también para la de futuras generaciones. Lo normal es que, para el tratamiento de infecciones, se investigue en nuevos antibióticos cuando los existentes pierden efecto. Pero si el ritmo del desarrollo de la resistencia es más rápido que el tiempo para poder recuperar la elevada inversión en investigación, lo normal es que los laboratorios dejen de investigar. En consecuencia, el uso correcto de los antibióticos tiene efecto sobre la disponibilidad de futuras nuevas “armas” y, por lo tanto, sobre la salud pública futura. Nos jugamos mucho.

El Proyecto WebResist trata de encontrar explicaciones al porqué de la resistencia en cada lugar y momento concreto y cómo se puede ir atajando el problema

Para hacer frente en esta batalla, las autoridades sanitarias en España han priorizado la implantación de los PROAs, Programas de Optimización del Uso de Antimicrobianos en hospitales y centros de salud de forma que se empleen los antibióticos sólo cuando son necesarios, de forma eficaz ante la bacteria objetivo y que tiendan a generar menos resistencia. Por otra parte, el Proyecto WebResist (www.webresist.org), desde hace 20 años, trata de encontrar explicaciones al porqué de la resistencia en cada lugar y momento concreto y cómo se puede ir atajando el problema. En este proyecto, en el que tengo el honor de colaborar con profesionales de la salud de primer nivel, se han desarrollado una serie de iniciativas prácticas para cuantificar y entender mejor el fenómeno de la resistencia, que se pueden ser consultados en la web. Actualmente estamos desarrollando un concepto original e innovador en el estudio de la resistencia que puede ser muy relevante para combatir la resistencia bacteriana. Hemos observado que los antibióticos se pueden utilizar hasta cierto nivel umbral en cada centro hospitalario, sin que se genere resistencia en las bacterias de ese mismo hospital. Estimar con técnicas econométricas de estadística avanzada a partir de los datos recabados cuál es el umbral de uso de cada antibiótico en un centro hospitalario sin que genere resistencia no sólo nos permite reducir resistencias sino que además nos permitiría “reutilizar” algunos de los antibióticos que poco a poco han ido cayendo en desuso a causa de la resistencia. Estos resultados y este novedoso enfoque han merecido la atención de algunas revistas internacionales como the Lancet Infectious Diseases o BMJ Open.

Ante el panorama que se dibuja de amenaza en el medio plazo, hemos de persistir en la batalla porque estos avances arrojan una esperanza ante le panorama que anunciaba la OMS. Todavía estamos a tiempo para actuar y seguir investigando por nuestra salud y de las futuras generaciones.