El precio del diálogo - Rafa Sánchez

Hemos llegado a la situación que se veía venir, aunque muchos creían que nunca llegaría y que se resolvería por sí sola. El golpe de Estado del gobierno de la Generalitat en Cataluña ya está aquí, y los únicos responsables de que nos encontremos ante el mayor ataque a la democracia desde la restauración de la misma, son Puigdemont y su Gobierno.

Todas las mentiras que alguien pudiera imaginar se están cumpliendo delante de nuestras narices

Todas las mentiras que alguien pudiera imaginar se están cumpliendo delante de nuestras narices: se da un golpe a la Constitución y se dice que es democracia; se vulneran las órdenes judiciales y los que las incumplen son los héroes demócratas; la Policía y la Guardia Civil (ante la inhibición y el desacato flagrante de los Mossos) actúan para que las resoluciones judiciales se cumplan, y cuando colisionan con los que lo impiden son calificadas de fuerzas represoras de un Estado opresor; y para culminar el disparate, se convoca un paro patronal (en el que la Generalitat dice que no descontará el salario a quien no acuda a trabajar) y se califica de huelga.

Es difícil encontrar un panorama más desasosegador y preocupante. Cuando, ante este escenario, se producen los análisis de opinadores, líderes políticos y, también, de muchos de los conciudadanos con los que nos vemos a diario, es muy común encontrar en sus comentarios un “sí, pero…”. Son los que podríamos llamar los “adversativos”: “Sí, Puigdemont es responsable, pero se podría haber hecho algo en los años anteriores para el encaje de Cataluña”. O, con algo más de precisión: “Sí, pero ha faltado diálogo”.

Si algo se pudo hacer hace años, y no se hizo, fue haber llevado ante los Tribunales a Artur Más y su Gobierno por su simulacro de referéndum el 9-N de 2014

Me adelanto para decir que si algo se pudo hacer hace años, y no se hizo (no lo hicieron Rajoy ni el gobierno del PP), fue haber llevado ante los Tribunales a Artur Más y su Gobierno por su simulacro de referéndum el 9-N de 2014. Sólo Rosa Díez, el grupo parlamentario del Congreso que ella lideraba y UPyD como partido propusieron esa medida y la aplicación del artículo 155 de la Constitución. De hecho, el propio partido puso una denuncia ante los tribunales en Barcelona el mismo 9 de noviembre. Con total seguridad, no nos encontraríamos ahora en esta gravísima situación.

Si no se percibe el riesgo de secesión, los españoles no querrán pagar el coste de la reforma territorial

Cuando los “adversativos” cuelan en su discurso un “pero habría que haber hecho algo antes para el encaje de Cataluña” o “ha faltado diálogo”, instintivamente me echo mano a la cartera. La cuestión es que la grandísima mayoría, por no decir todos, de los que opinan así, no explican ni concretan qué se debería haber hecho, ni sobre qué y para qué habría que dialogar. En las últimas semanas sólo he encontrado una opinión que sí concretaba cual sería el objeto de ese diálogo y cómo se debería abordar la solución del problema del famoso “encaje catalán”. El politólogo y profesor de la Universidad Carlos III, Lluis Orriols, escribió hace algunas semanas un artículo en el diario El País titulado “Romper la coalición independentista”. En él se proponía que Rajoy debería acercarse a los independentistas, haciendo una jugosa oferta para que algunos de ellos valorasen esa proposición y rompiesen el bloque. Cito literalmente el párrafo que resume su posición: “para romper la coalición independentista, el Estado debería plantear reformas que probablemente pongan en jaque el actual equilibrio del modelo territorial. Se trataría de reformas con una naturaleza de suma cero: lo que se ofreciera a Cataluña sería inevitablemente a costa de otras comunidades autónomas.” Ahí queda eso, da por descontado Orriols que “si no se percibe el riesgo de secesión, los españoles no querrán pagar el coste de la reforma territorial”. Dejo los análisis de la propuesta para el lector.

Nadie se puede extrañar que, entre los que no concretan y los que sí lo hacen, me lleve la mano al bolsillo para tocar mi cartera, y me desencaje, cuando oigo hablar de solucionar el “encaje catalán”.

Si a algo suena la reforma del PSOE es a federalismo asimétrico, que no otorgaría la igualdad entre todas las Comunidades Autónomas y de ahí su nombre

Respecto al diálogo y las propuestas de los partidos políticos, creo que la del PSOE, por ser el otro gran partido constitucionalista (así lo es en el momento que escribo este artículo) es la que más se debería tener en cuenta. Se debería tener en cuenta si la hubiese concretado de alguna manera, porque, hasta la fecha, sólo conocemos vaguedades de Pedro Sánchez. Vaguedades que no concretan nada. El PSOE habla de reformar la Constitución y hacer de España un Estado federal, pero como, ya digo, no aclara. Si a algo suena esa reforma es más a federalismo asimétrico que a federalismo simétrico. Para resumir, la asimetría federal no otorgaría la igualdad entre todas las Comunidades Autónomas, de ahí su nombre. Pero, claro, ni Sánchez ni el PSOE se atreven a ser honestos y claros como Orriolls. La única propuesta de una reforma federal que asegurase la simetría y la igualdad de todas las Comunidades Autónomas ( incluida la derogación de los regímenes forales del País Vasco y Navarra) la hizo UPyD, pero los españoles decidieron que todos los que estábamos en ese partido nos debíamos ir a casa. Cosas de la vida.

En este momento todos los partidos políticos y sus dirigentes tienen la obligación de ser honestos con los ciudadanos y decirnos claramente qué proponen, qué dialogo se debe hacer, sobre qué, con qué costes, con qué consecuencias

En el momento de tensión y de enorme gravedad que atravesamos, todos los partidos políticos y sus dirigentes tienen la obligación de ser honestos con los ciudadanos y decirnos claramente qué proponen, qué dialogo se debe hacer, sobre qué, con qué costes, con qué consecuencias. No pueden seguir repitiendo en este momento el mantra de que hace falta diálogo sin aclarar para qué. Y, desde luego, mucho menos, diálogo con el golpista Puigdemont, como acaba de proponer Pedro Sánchez. Nos encontramos en un momento de tal gravedad que lo único que hay que hacer es apoyar la defensa del orden Constitucional y del Estado de Derecho, sin entrar en cálculos electorales de si eso supone estar cerca del Gobierno y del PP. Los partidos constitucionalistas, y en esto el PSOE es el que debe dejarse de relativismos, deben aparecer juntos, sin fisuras, apoyando al Gobierno en las medidas que vaya a tomar (algunas ya debería haber tomado) para defender la democracia. Y en eso incluyo el apoyo a las Fuerzas de Seguridad del Estado, que son el garante de la defensa de nuestras libertades y derechos.