Delirio nacionalista - Jesús Manuel López

“Cuando se alberga un odio o una lealtad nacionalista, algunos hechos son inadmisibles aunque se sepa que son ciertos”. Georges ORWELL.

Asistí hace no mucho a una conferencia de un egregio psiquiatra de Santander que disertó sobre lo que para él es el hecho nacionalista: un delirio. De forma muy sencilla y abreviada voy a tratar de explicarlo en el primer párrafo, para que sirva de introducción al conciso análisis posterior. Bien es verdad que soy un completo inexperto en la psiquiatría y que, por lo tanto, este resumen no tiene una fiabilidad total. Aunque también es cierto que la disertación y los debates fueron claros.

Este delirio supondría como un tipo de conciencia alienada por fantasías, sueños, creaciones, mitos, etc… Que distorsiona la conciencia de la historia personal, y la de las creencias sobre el yo, pero también sobre el mundo…. El lenguaje forma parte esencial de esa construcción que conforma el delirio… El aislamiento, las presiones internas, la endogamia general, son esenciales para que se dé el contagio sin influencias externas del mensaje y … del pensamiento… Por último, se dan los mecanismos proyectivos, de forma más inconsciente que consciente…; un ejemplo típico sería lo de decir que son odiados, cuando en realidad son ellos los que no pueden ver a los de fuera, siendo el desencadenante de los prejuicios (convencimiento de algo falso en los otros, previo a su conocimiento) etc…

En fin, hasta aquí el brevísimo resumen. Como se puede comprobar, hay aspectos que en muchos casos ya hemos escuchado en debates, charlas, etc…, pero a mí me convenció el hecho de que desde el plano de la psiquiatría, nos enriqueciera y complementara muchas de nuestras ideas al respecto. Además de reforzar la hartura frente a este tipo de hechos que venimos padeciendo.

Con el delirio nacionalista pasa lo que Schopenhauer decía de la riqueza, que como con el agua del mar cuanto más se bebe más sed se tiene

A veces pienso que con el delirio nacionalista pasa lo que Schopenhauer decía de la riqueza; venía a decir que ésta era como el agua del mar, que cuanto más se bebe más sed se tiene. Aunque esta avaricia no sea la razón de tal delirio, sí podría ser una causa.  No sé si exagero, pero estimo que este es uno de los problemas más graves que tiene la democracia española desde 1978. Y los partidos en general no se han dado cuenta de ello, o quizás sí, y lo que hacen es seguir (como con tantos otros aspectos esenciales de la política actual) confraternizando en pos de mantener la situación –despistando- sin hincar el diente, porque hacerlo supondría claridad de miras sin tener en cuenta los votos sino el problema y el bien general de la ciudadanía, aun a riesgo de no ser comprendido en el momento (evidentemente se ha echado mucha demagogia sobre ello y, clarificar, cada día cuesta más).

Lo curioso es que da votos, y los da porque antes se ha construido el edén con retórica y mensajes populistas, salidos de ese delirio. Así, han dejado crecer el fantasioso relato de mitos y visiones ancestrales, con sus imágenes y símbolos correspondientes, y los han sacado a pasear periódicamente para mantener, y aumentar en lo posible, la «creencia colectiva». Todo esto lo han adornado con victimismo (nos someten, nos persiguen, nos roban…), o sea infantilismo, y su deriva de chantaje. Mientras, los gobiernos y los partidos (salvo UPyD, todo hay que decirlo) se abstuvieron de enfrentarse con la firmeza democrática debida y todos sus resortes, a tal delirio: no solo han obviado la transgresión o el no cumplimiento de las leyes, sino también se han abstenido de la dialéctica y de hacer frente a sus acciones, dejándoles el campo libre, etc…

Los gobiernos democráticos sucesivos han confundido la firmeza con el autoritarismo y han dejado vía ancha a la impunidad etnocentrista

No se trata de ser simple en un problema tan complejo, sabemos que esto es grave y muy difícil; pero la falta de unión de los grandes partidos ha sido memorablemente vergonzosa, cuando precisamente se exigía, en lo esencial –que no es mucho-, ese consenso que en todos los grandes países democráticos de nuestro entorno se da. Pero los gobiernos democráticos sucesivos de esta bisoña y delicada democracia nuestra, han confundido la firmeza con el autoritarismo (confusión derivada de la triste historia reciente) y han dejado vía ancha a la impunidad etnocentrista.  Ahora les entran las prisas, cuando ya el chantaje está consumado. Nos va a salir muy caro, y no está el horno para bollos. En el asunto catalán, muchas inversiones y, veremos, seguro que surgirán fórmulas parecidas al privilegio fiscal vasco, si es que ya no se está negociando para que este delirio avaro e insaciable, tenga una salida “honrosa” a sus desvaríos.

Yo pienso que merece la pena señalar, por especialmente triste, el papel de la izquierda apoyando este delirio (en parte -al menos- y en los territorios de más conflicto), este pesado protagonismo de complejo narcisista y, sobre todo, este discurso rancio e insolidario. Es curioso porque este tipo de discurso en países como Finlandia u Holanda serían metafascistas. Y es curioso también que este pensamiento -entre alienado, mágico y pasional-, que sale del referido delirio, lo apoyen, aunque lo adornen con negativas (de palabra, que no de obra) o eufemismos.

Han sobrado complejos, ha faltado seguridad e ideas claras

Tanto al nacionalista recalcitrante, como -en menor medida- al sucedáneo de progresista generalmente acomplejado, no les importa mucho los cientos de años sobre los que, ahora, hemos construido leyes salidas de las virtudes consensuadas en nuestra relación; ni les importan los lazos de las personas que conformamos todo el territorio, lo común, los intercambios, la cultura y su mestizaje enriquecedor, los recursos materiales, la solidaridad, el arte, etc…; ni les importa el valor del propio acuerdo que convenimos todos juntos, y que conlleva el compromiso de no romperlo si no es de mutuo consentimiento. Esto último, esencial en toda relación democrática. Han sobrado complejos, ha faltado seguridad e ideas claras; ha faltado pedagogía política y ha sobrado frialdad burocrática. Pues adelante y a por ello. Juntos en lo esencial.