Costumbres que vulneran derechos - Rafa Sánchez

Por distintas circunstancias profesionales, durante cuatro años, de 2001 a 2005, tuve que impartir clases de español a alumnos y alumnas inmigrantes en las denominadas Aulas de Acogida, en las que se les enseñaba de forma intensiva el idioma para intentar una rápida y buena escolarización. Especialmente en los años 2002 y 2003 hubo una verdadera avalancha de alumnos inmigrantes debido a las políticas de reagrupamiento familiar, por las que muchos padres que llevaban años trabajando de forma regular en España pudieron traerse desde sus países de origen a sus mujeres e hijos.

Todas las chicas marroquíes de entre 13 y 18 años tenían claro que no querían repetir los modelos de sumisión femenina del mundo musulmán

El grupo de alumnos al que yo impartía clase era en su gran mayoría de origen marroquí. De un total de 15 alumnos, más de la mitad eran chicas marroquíes de entre 13 y 18 años. Ni una sóla de ellas llevaba el yihab o pañuelo en la cabeza, y todas tenían claro que no querían repetir los modelos de sumisión femenina del mundo musulmán, a pesar de la oposición de sus padres a que se “occidentalizasen”. Todas vestían de forma idéntica a cualquier chica española de su edad, y éste era un hecho común en la mayoría de los centros escolares, al menos los que yo conocía de Cartagena, que eran casi todos.

A finales del curso pasado, en el IES donde trabajo ahora, asistí a la entrega de unos premios a diferentes asociaciones que se habían significado por su trabajo con inmigrantes. Una de estas asociaciones realiza sus trabajos fundamentalmente con jóvenes marroquíes, un grupo de las cuales asistió al acto.  Para asombro mío, aunque echando un vistazo a lo que nos encontramos cada vez con más frecuencia en los espacios públicos ya podía hacerme una idea, todas las chicas – todas- llevaban pañuelo e iban de manga larga y pantalón largo con casaca a finales de mayo. Y las había desde muy pequeñas, 10 años, hasta de 16 o 17. No cabe duda de que en este asunto ha habido una regresión en los últimos años.

No denunciar que el pañuelo es un símbolo de sumisión de la mujer hacia el varón es un absoluto acto de hipocresía

Algunos sectores, incluidos grupos feministas y de defensa de los derechos de la mujer españoles, consideran el pañuelo como un símbolo de identidad cultural que hay que respetar. No sé si lo hacen por «corrección política” o por algún otro motivo, pero creo que no denunciar que el pañuelo es un símbolo de sumisión de la mujer hacia el varón, y que por tanto hay que denunciar con la misma firmeza con que se denuncian otras cuestiones, es un absoluto acto de hipocresía. También hay quien considera que éste es un tema que debe ser tratado con cautela, como si hubiese que hacer una excepción temporal para la aplicación de derechos.  Los derechos son universales, para todos, y de aplicación inmediata; no vale relativizar la aplicación de los derechos a las mujeres inmigrantes musulmanas, aduciendo que hay que darles tiempo “para que se integren”. En todo caso, si hay que dar algún tiempo, siempre se deberá hacer sin parar ni un momento de denunciar la injusticia.

La batalla por desarmar el machismo en la sociedad española contrasta con estos hábitos, arraigados en parte del colectivo musulmán, consentidos por la Administración y justificados por los mismos colectivos que denuncian discriminaciones, de calado menor en muchos casos, hacia las mujeres españolas.

En este asunto, la normativa  de los centros escolares a los que asisten alumnas hasta la mayoría de edad, sí podría contribuir a un proceso de «normalización» de las alumnas musulmanas ( o de otras religiones, llegado el caso), al menos hasta los 18 años ( lo que no quiere decir que no se debiera seguir insistiendo en sus derechos a partir de los 18), estableciendo, tal y como se hizo en Francia, la prohibición de ostentar símbolos o vestimentas relacionadas con la práctica religiosa  de cualquier confesión, claro está.

Hay «costumbres» que provocan ausencia de derechos, especialmente en las mujeres y singularmente en las mujeres musulmanas.

La labor pedagógica de los poderes públicos en la reivindicación y consecución de los derechos es algo ineludible, y los centros escolares son el primer y más adecuado lugar para empezar a aplicarla. Cuando se habla de integración de la población inmigrante hay que ser cuidadoso para no confundir el respeto a las costumbres con «costumbres» que provocan ausencia de derechos, especialmente en las mujeres y singularmente en las mujeres musulmanas. Ahora que tenemos cerca el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, no estaría mal que todos los colectivos que propugnan justamente la igualdad de derechos entre el hombre y la mujer, se acostumbraran a poner en la cabecera de sus manifiestos y manifestaciones la igualdad de derechos de la mujer musulmana, sin hipocresías ni falsos respetos culturales.

 

1 Comentario

  1. la paleto-ultraizquierda, tramontana, de nuestro país que sigue con sus consignas anticlericales , mientras aplaude, subvenciona y protegen unas costumbres religiosas, que no han sabido evolucionar en siglos, que son claramente machistas y belicosas. Son los que con una mano cogen, mientras miran para otro lado.
    No tengo nada en contra de las religiones y respeto a las personas piadosas. Lo que no es defendible es la manipulación y dominación sobre las personas, que trasciende a los más íntimos actos del ser humano, siempre ante el terror a la muerte y la incertidumbre del más allá. Esta manipulación llega a su punto álgido, cuando los intereses son espurios a la propia religión, cuando se unen al poder político.Europa lo sufrió y tras cruentas luchas, ha sabido superar y separar el ámbito público del privado, en todos los países , menos en España , o eso parece.